Miguel Calatayud

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Hace ya algunos meses, un libro muy especial sirvió para el lanzamiento de una editorial nueva: Degomagom.
Decimos que se trataba de un libro muy especial porque las ilustraciones eran obra de un maestro en tal género: Miguel Calatayud, y porque suponía la entrada en el mundo del relato ilustrado de Manuel Roig Abad, un músico escritor o escritor músico, que considera el ejercicio de la literatura en su caso como un milagro, y que consiguió, inspirándose en las ilustraciones del citado autor, otro milagro: inventar una historia que llamó Imaginar a Peter Pan, construyendo un ingenioso relato de enorme sensibilidad, humor y pedagogía, cuya génesis explicó él mismo en la entrevista que le hicimos en Opticks el pasado 19 de marzo, coincidiendo con la publicación del álbum ilustrado.
Miguel Calatayud, creador de las ilustraciones que inspiraron a Manuel Roig para escribir su relato y que contienen, en la maravilla de sus colores y trazos, la historia eterna, en múltiples formatos representada, de Peter Pan, el niño que no quería crecer, creado por James Mattew Barrie en 1904, es uno de los más destacados ilustradores españoles, tanto en ilustración infantil como en otros dominios gráficos, y ha recibido los premios más prestigiosos de su sector, como el Lazarillo de Ilustración en 1974, o el Nacional de Ilustración en tres ocasiones: 1989, 1992 y 2009, esta última vez por el conjunto de su obra.
Entrevistar a Miguel Calatayud constituye una enriquecedora experiencia. La profundidad y sabiduría de sus respuestas se unen a su natural afabilidad y cercanía. Es grato poder compartir con los lectores de Opticks el caudal de conocimientos que este gran ilustrador posee.

Desde su creación por James Mattew Barrie en 1904, el personaje de Peter Pan ha sido reproducido cientos de veces en distintos formatos. Incluso, hay quien afirma que su figura pertenece ya a nuestro código genético. ¿Qué hay en este personaje que despierta tanto interés.
Partimos de un disparate ingenuo nada extraordinario. Cualquier niño en plena rabieta propia de su edad puede negarse a crecer; el asombro se produce cuando Peter Pan no solo lo desea, sino que lo consigue. Es comprensible que el sufrido público lector, tanto infantil como adulto, cargado de obligaciones, se interese, se alegre y termine por celebrar con entusiasmo que alguien, al menos en la ficción, haya conseguido romper esa norma. También ocurre que tras la atrevida invención, Barrie tuvo que recurrir a un mundo concebido a la medida de su criatura. El escenario adecuado era imprescindible y así como un tornado transporta a Dorothy Gale a la mágica tierra de Oz, o Alicia accede al País de las Maravillas para sus correrías surrealistas, Peter Pan dispone de un Nunca Jamás repleto de fantasía por el que podrá volar en libertad. Fabuloso contenedor: aventuras con piratas, pandilla de niños en pie de guerra, indios, sirenas… ¿No es todo un conjunto irresistible?

Teniendo en cuenta que de Peter Pan se han realizado numerosas versiones muy diferentes entre sí, que han aparecido en cómics, álbumes ilustrados, cine, teatro, novelas y hasta canciones, ¿cuál ha sido su intención al aportar su visión personal?
En realidad, de no mediar un encargo, debo reconocer que nunca me hubiese sentido atraído por este asunto que, al margen de la película de animación, solo conocía por algunas ilustraciones del gran Arthur Rackham. Carmen Bravo-Villasante preparó una fiel traducción del texto original y la entregó a Editorial Doncel, allí decidieron que lo mío podría encajar bien en el proyecto de edición. Acepté sin dudar con una única e imprescindible condición: disponer de total libertad . Nunca fueron de mi gusto los planteamientos pretenciosos, hablamos del año 1976 y no recuerdo con exactitud si por mi parte hubo alguna intención concreta, caso de existir seguro que apuntaría a procurar ese toque que distingue la propia visión de lo que puedan sugerir otras miradas. Se trata siempre de conducir el relato al propio terreno, desde ahí la aportación personal es inevitable y funciona casi inconscientemente.

¿Cómo nacieron las ilustraciones que Ud. ha realizado con Peter Pan como protagonista?
Puse en marcha la realización como suelo hacerlo: trazando garabatos sin orden ni rigor, apuntes a lápiz grafito que, en general, van a parar a la papelera hasta que surgen cosas útiles. De ahí paso a componer bocetos definitivos y desarrollo una especie de storyboard al que añado observaciones por escrito y notas de color. Hace poco me puse a rebuscar en antiguas carpetas y de todo aquel procedimiento solo apareció el dibujo previo a lo que entonces llamábamos «arte final», con el duelo entre Peter Pan y el Capitán Garfio sobre la cubierta del galeón pirata: un dibujo sobre papel DIN A3, apaisado, de hace casi medio siglo que, si no me falla la memoria, fue el punto de partida para la elaboración de la primera ilustración definitiva. La creación gráfica tiene mucho de diversión, pero obliga a tomar decisiones continuamente. Tras muchas dudas opté por un Peter Pan más infantil que adolescente. Siguiente papeleta: cómo vestirlo. La novedad de unas hojas de arbusto anudadas a la cintura se impuso sobre otras ideas. Luego de peinar a Wendy con largas trenzas quedaba por resolver imprimir carácter a la presencia de los personajes secundarios. Quizá, en algún momento, llegó a preocuparme si Carmen y los editores estarían de acuerdo con los rasgos caricaturescos de los indios y piratas, con esas narices exageradas y la falta de control respecto a proporciones. Otra ocurrencia a la que nadie puso objeciones: en el vuelo nocturno de Peter con Wendy y sus hermanos puede apreciarse que la arquitectura londinense ha sido sustituida por elementos procedentes de edificios reconocibles situados en la valenciana Gran Vía Marqués del Turia.

Podríamos decir que, en general, la imagen que más se conserva de Peter Pan es la creada por Walt Disney. Sin embargo, el Peter Pan de Barrie está lejos de esa imagen edulcorada.
Los colores que utiliza en sus ilustraciones ¿se relacionan, quizá, con esta segunda versión que, por otro lado, es la primitiva?

Sería interesante averiguar el tratamiento que se dio al personaje en las primeras representaciones teatrales. La imagen básica es el bronce con su figura en Kensington Gardens, aunque Disney se mantuvo fiel al film mudo que Herbert Brenon dirigió para la Paramount en 1924; como dato curioso conviene recordar que fue una mujer, la actriz Betty Bronson, la encargada de interpretar al niño dispuesto a no crecer. En los rasgos faciales del dibujo animado se aprecian unos ojos algo rasgados y orejas puntiagudas, con lo que Peter adquiere la apariencia de duendecillo travieso. Me atrevo a sugerir que también se tuvo muy presente el vestuario (aquí ya en brillante technicolor) y la encantadora gestriculación de Errol Flynn en la película The Adventures of Robin Hood (en España Robin de los bosques), producida por WB en 19308 y gran éxito del cine clásico de aventuras; lo dicho no deja de ser una sospecha personal, en cambio se sabe con toda certeza que la inspiración del Estudio para el diseño y la animación de Campanilla fue ni más ni menos que Marilyn Monroe. Respecto al empleo del color en este trabajo puede parecer caprichoso, chocante e incluso demasiado efectista, pero, sin duda, resultó esencial a la hora de crear distancias respecto a lo ya conocido y es cierto que en conjunto responde a un orden planificado desde el enfoque inicial: distintos registros según la intención puesta en cada tema; iluminación suave y degradaciones en los primeros planos de Wendy y Peter junto a Campanilla; armonía de fuertes naranjas para el tratamiento de la princesa Tigridia raptada por los piratas; contraste de rojos-magenta saturados con un verde complementario en la escena que muestra a Garfio manejando el líquido venenoso; etc.

Chesterton, amigo de Barrie, afirmaba respecto a Peter Pan que su autor lograba crear “un silencio a su alrededor”. Pienso que ese silencio está presente en las ilustraciones de la primera parte del libro, pero no en las de la segunda y la tercera, ¿es así?
Desconocía este comentario de Chesterton y me parece una observación sabia, misteriosa e inquietante. En cualquier caso, el alcance literario de la administración de «silencios» es difícil de trasladar al valor de percepción visual propio de las imágenes. Es cierto que en la primera parte del libro la puesta en escena se limita a ir presentando al espectador la galería de personajes con breves elementos de ambientación nada espectaculares. De hecho, el principal protagonista aparece por primera vez sobre un lienzo plano de pared empapelada, fondo que se ha elegido con la intención de facilitar la proyección de su sombra sonriente. Más adelante, las composiciones ofrecen secuencias de acción y, por necesidad, cierta sensación de tumulto. Sin embargo, creo que recuperamos el silencio en la última ilustración de interior con Wendy, que ya es una mujer adulta, contemplando el brillo especial de una estrella: el punto de vista, la ausencia de mobiliario, la acusada verticalidad de las cortinas y la tonalidad azulada; todo contribuye a un resultado bastante significativo.

Su trayectoria como ilustrador es larga, fecunda y muy brillante. Por lo tanto, Ud. conoce a la perfección el mundo del dibujo y la ilustración en el que hasta ahora se ha desenvuelto. ¿Qué cambios más destacables observa Ud. en ese mundo con respecto al inicio de su actividad artística?
Vaya por delante una aclaración: esta actividad, en la España de aquellos años, de ningún modo se consideraba «artística». Para entender la situación siempre recurro al mismo ejemplo; Orson Welles estaba por aquí preparando Campanadas a media noche y en una entrevista de prensa alguien fue capaz de preguntar: «señor Welles, ¿cree usted que el Cine es Arte?. En efecto, muchos cambios han habido y bienvenidos sean en beneficio de todo el personal dedicado a este oficio. Sobre el papel desempeñado por las últimas tecnologías, tan influyentes a la hora de valorar el estado de la cuestión, se ha hablado mucho y nada nuevo hay que añadir, aunque como pequeña contribución al desconcierto general insistiremos en que los programas de ordenador son fascinantes, pero carecen de alma. Por un lado, la especialidad gráfica se ha impuesto como necesidad, más allá de su tradicional relación con la literatura infantil y juvenil. No solo ilustramos relatos, también creamos imágenes vinculadas a los medios, transmisoras de opinión, de pensamiento, de ideas… Por otro, es un hecho demostrado que la comunidad artística, los museos, la Universidad, etc. nos respetan y acogen. Así pues, demos por alcanzado el nuevo estatus: la ilustración es Arte; pero, claro, esto no quiere decir que cualquier ilustración lo sea..

Finalmente, Ud. como ilustrador ha recibido los premios más prestigiosos, entre ellos, el Nacional de Ilustración en tres ocasiones y el Lazarillo, ¿qué le ha movido a colaborar con un proyecto editorial joven como es el que se inicia con este álbum?
Por muchas razones que voy a resumir en tres: un nuevo proyecto editorial alicantino de calidad debe ser apoyado; mi amistad personal con Octavio Ferrero y su buen hacer ya demostrado al frente de Opticks Magazine; recuperar la visibilidad de un material más o menos olvidado ante la garantía de reedición impecable con aspecto y contenido novedosos. En la exposición Otras luces del Museo ABC de Madrid se mostraron originales, obras de distintos ilustradores e ilustradoras, realizados en la década de los 70. Felipe Hernández Cava, comisario del evento, me pidió expresamente que en mi selección incluyera algunas imágenes de Peter Pan y según sus propias palabras: «que no falte aquel gran friso con fieras detrás de unos indios, que a su vez persiguen a piratas, y estos a los niños perdidos». Felipe insistió en ese punto porque recordaba la pieza de 29,5 X 83,5 cm. que Doncel fragmentó en cuatro páginas descomponiendo el efecto de conjunto. Ese momento coincide con la creación de Degomagom. Octavio viaja a Madrid, visita la exposición y descubre el atractivo de unos originales que desconocía. A continuación, Manuel Roig decide intervenir con su innovadora aportación literaria: un texto hechizante, ingenioso y sensible. Ya nos encontramos ante un experimento que invierte el orden establecido para cualquier álbum ilustrado. Luego, con el propósito de enriquecer el libro, Martín Garzo se hace cargo del epílogo y yo me comprometo a visitar Nunca Jamás en un auca de 24 viñetas. El resto, el esfuerzo puesto en la espléndida producción de Imaginar a Peter Pan, es mérito editorial.

Por Mª José Alés
Puedes leer la entrevista en el número 24 de Opticks, Odisea, pinchando aquí.

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