Por Martín Hernando
Hubo tiempos mejores.
Las arrugas se esconden, se maquillan, se disimulan.
Algo así ocurre con los más mayores, con los ancianos. Con los viejos.
Tiempo atrás, la experiencia era el mayor tesoro social. A partir de ahí se tomaban las decisiones con el fin de que, si se volvía a tropezar, al menos no fuera en la misma piedra. Hoy no tanto.
El 27 de enero se estrenó Arrugas, la película de Ignacio Ferreras que pone fielmente en movimiento las viñetas de Paco Roca, Premio Nacional del Cómic 2008 y co-guionista del film. Está nominada a los próximos Goya en dos categorías, Mejor Película de Animación y –atención- Mejor Guión Adaptado.
Ferreras reflexiona sobre la vejez con la ternura que la amistad entre dos amigos viejos -que no viejos amigos- desata. Entrevistado por Opticks Magazine, subraya cómo el maravilloso cómic de Roca le recordó a “Vivir, de Kurosawa, y a La Tumba de las luciérnagas, de Takahata, dos grandes películas japonesas”. Tras más de 20 años en el mundo de la animación, no supo negarse a contar una formidable historia de mayores en un formato de pequeños.
Esa historia es la de Emilio, que se ha hecho mayor y es una carga. Entiende un día que tiene Alzheimer, pero esa vuelta a la infancia ya no le gusta como entonces. Ni a él ni a la sociedad donde vive. Miguel, en cambio, trata de sacarle todo el partido a ser viejo. Entre olvidados, el director no duda en destacar cómo la necesidad de uno se encuentra con la del otro, “su mutua dependencia”.
Los dos comparten su vejez en una residencia, la comida, alguna locura y hasta un milagro: la sonrisa que a un abuelo terminal le arranca su mujer cada día a base de misteriosos susurros. Pequeños milagros de espaciosas melodías, memorias de un tiempo mejor.
Una película que rebusca entre las arrugas de la conciencia.
Publicación : 09 de febrero de 2012