Por Esperanza Gómez Riquelme
El viernes fue el día del post-punk en esta edición del Primavera Sound, con la actuación de dos bandas míticas del género como son The Cure y The Chameleons. Y con estos últimos tuvimos nuestra primera cita en el escenario Ray-Ban. The Chameleons son uno de los mayores exponentes de la mítica escena post-punk de Manchester. Fue un concierto corto pero intenso, y en el que, a pesar del sol de justicia, Burgess y los suyos ofrecieron un recital cargado de emoción para un público que estaba allí sólo por y para ellos, para ver a una de esas bandas injustamente maltratadas por el paso del tiempo, pero que merece un reconocimiento mayor. El momento cumbre fue sin duda el de ‘Second skin’, uno de los temas más célebres de la banda extraído de su trabajo más reconocido, ‘Script of the bridge’, y que fue coreado por todo el público. También y para sorpresa de los asistentes, interpretaron una canción inédita que, en palabras del propio Burgess, ‘fue un regalo para los fans’. Quizás lo único que haya que objetar sea la exclusión de ciertos temas míticos de la banda, como ‘Don’t fall’ o ‘In shreds’.
Como detalle curioso, una nota que se repetiría otra vez en el festival fue la versión de ‘Transmission’ de Joy Division, otra banda esencial del post-punk mancuniano.
Al acabar The Chameleons, llegó la hora de una de las bandas que con más expectación esperaba, los californianos Girls. Autores de ‘Album’, un disco que en 2009 causó auténtica sensación recibiendo un 9.1/10 de la prestigiosa revista Pitchfork, repitieron buenas críticas con su trabajo del año pasado ‘Father, Son, Holy Ghost’, que fue elegido por Opticks como uno de los mejores discos de 2011. Con todos estos datos, son comprensibles las ganas de ver su directo y la verdad es que no decepcionaron en absoluto. Al llegar al escenario Mini nos encontramos preparada ya la típica puesta en escena del grupo, es decir, ramilletes de flores adornando micrófono, teclados y demás. Chris Owens y Chet White salieron al escenario acompañados de un coro de gospel, cuyas carismáticas integrantes serían las responsables de los mejores momentos del concierto. Uno de esos momentos brillantes fue cuando interpretaron ‘Vomit’, primer single de su último trabajo, que incluso causó más emoción entre el público que ‘Hellhole Ratrace’, probablemente su tema más reconocido.
En general, fue un concierto que dejó muy buena sensación en propios y ajenos y que afianza a Girls como una de las mejores bandas del momento.
Y, por fin, llegó un momento temido y esperado a partes iguales: el momento de ver a The Cure.
Esto, por supuesto, merece una explicación. Por una parte, había muchas ganas de ver a Robert Smith y los suyos. Es algo que tienes que hacer, sin más, si eres fan de The Cure. Pero, por otro lado, pesaban las críticas a los últimos directos de la banda, en los que a Robert Smith se le olvidaba las letras de las canciones o casi no se le oía. De todos modos, era algo que había que comprobar en persona. Así que, con cierta actitud escéptica, nos acercamos al escenario San Miguel a ver con qué nos sorprendía el señor Smith. El escenario estaba abarrotado. Tras unos minutos comenzaron a funcionar las máquinas de humo. Cuando la cantidad de humo era ya considerable y se hacía difícil divisar el escenario, apareció una sombra. Robert Smith. Y se hizo la luz. El concierto, de tres horas y treinta y seis canciones, comenzó con ‘Plainsong’. El setlist fue una mezcla de grandes éxitos combinada con temas menos conocidos, que hicieron las delicias de los más fanáticos, pero que descolocaron al fan medio o a los que simplemente pasaban por allí, que en ocasiones pasaban de estar totalmente entregados a no saber muy bien dónde estaban.
Durante todo el concierto hubo un goteo de gente que iba y venía, sobre todo y como es razonable al tratarse de un festival, la salida se producía después de los grandes temas, como ‘Friday I’m in love’, ‘Just like heaven’ o ‘Llullaby’.
A pesar de ser fan de la banda y de haber seguido su trayectoria con más o menos constancia, encuentro que el concierto fue excesivamente largo y quizás el setlist no fue el más adecuado. Los más fans disfrutaron ampliamente, pero quizás, al tratarse de un festival, hubiera sido mejor dar otro tipo de concierto, más asequible para los no tan fanáticos.
Eso sí, los miedos a que al señor Smith le patinara la memoria o el sonido no fuera bueno, se disiparon completamente.
Teniendo que abandonar el concierto de The Cure antes de tiempo y deprisa corriendo, llegamos a tiempo para ver a Codeine. De la misma quinta que Low o Red House Painters, Codeine pueden considerarse unos de los padres del slowcore.
Algunos asistentes calificaron su concierto como ‘deprimente’ o ‘aburrido’. Supongo que pudo dar esa impresión para los desconocedores del género, pero para los fans, creo se puede calificar de intenso e incluso preciosista. Se debía de mirar más allá, porque realmente no creo que el slowcore sea un estilo asequible si uno no lo conoce con anterioridad. Quizás no tenga la susceptibilidad de ser disfrutado como podría serlo un concierto de lo-fi o noise pop, pero si se hizo el esfuerzo se pudo disfrutar del recital de una banda poco reconocida pero de una altísima calidad.
Y con Codeine y su controvertido slowcore, dijimos adiós a la jornada del viernes.
Publicación : 15 de junio de 2012