NO TODOS LOS HOMBRES HABITAN EL MUNDO DE LA MISMA MANERA

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Pienso que quizá, cuando pasen unos días, el deslumbramiento que experimenté durante la lectura del libro que hoy traigo a Opticks, y que me ha impulsado a dar las gracias a la amiga que lo recomendó, se habrá atemperado un poco.

Por el momento, sí que puedo decir que esa lectura fue del todo gratificante.

El libro se titula No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera, su autor es Jean-Paul Dubois, que recibió por esta obra el Premio Goncourt en el año 2019; está editado por Alianza y lo tradujo del francés Amaya García Gallego.

Como su nombre da a entender, No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera, es un libro de personajes con distintas maneras de habitar el mundo. Lo que, en ocasiones, provoca enfrentamientos y conflictos que siempre repercuten en los demás.

El narrador y protagonista principal, Paul Hansen, va mostrando al lector esas maneras desde la cárcel cercana a Montreal, en la que está encerrado con una condena de dos años por un incidente que conoceremos al final de la historia.

Su compañero de celda, muy diferente a él en carácter y envergadura, es Patrick Horton, un Ángel del Infierno apasionado de las motos y condenado por asesinato.

Desde ese lugar deplorable, perfectamente descrito en sus incomodidades y miserias, Paul Hansen nos habla de sus progenitores: Johanes, pastor protestante nacido en Dinamarca, y Anna, oriunda de Toulouse, propietaria de un pequeño cine de “arte y ensayo” que heredó al morir sus padres en un accidente de coche y que irá evolucionando con el devenir de los tiempos, por ejemplo, mayo del 68.

Enamorado de Anna, Johanes aceptó vivir en Toulouse, ciudad en la que está al frente de un templo al que no asisten nunca ni su mujer ni su hijo.

A la celda de Paul llegan de vez en cuando, para ayudarle a soportar el sufrimiento que el lugar le provoca, su mujer Winona, india algonquina, que pilotaba un hidroavión, su padre y su perro Nouk (está claro que todos murieron, aunque hasta el final del libro no sabremos las circunstancias).

¿Por qué Paul Hansen está encerrado en una prisión canadiense? Pues porque su padre se trasladó como pastor a Canadá y él decidió marchar también a ese país.

Tras desempeñar diversos trabajos en la población en la que residía el pastor y en Montreal, en esta última ciudad, Paul entró a trabajar como conserje y encargado de mantenimiento en el Excelsior, un edificio residencial con sesenta y ocho vecinos.

El mantenimiento incluía hacer de electricista, fontanero, mecánico, jardinero, vigilante y hasta ayudar y escuchar a las personas mayores, visitar enfermos e, incluso, acompañar a los muertos.

Todos aquellos, allegados o no, que se relacionan con Paul Hansen tienen, como es natural, su personal modo de habitar el mundo.

Un modo que Jean-Paul Dubois explica con toda clase de detalles, en los que no falta el humor, la ternura y la crítica acerada que hace pensar.

En resumen, No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera, es un Premio Goncourt no demasiado extenso (288 páginas) que sin presentar, como dice algún crítico, “el aliento de las obras perdurables”, ha dejado en mí un excelente recuerdo.

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