ANA BLANDIANA

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En estos tiempos nuestros, en los que el coro de los grillos que cantan a la luna se agudiza, me satisface sobre manera que hayan obtenido el Premio Princesa de Asturias 2024 dos personas ajenas a ese coro de las que en tiempos distintos hablé en Opticks.

Se trata de Marjane Satrapi, autora de Persépolis (20 de junio de 2011), Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, y de Michel Ignatieff, autor de En busca de consuelo (12 de noviembre de 2023), Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales por su defensa de la libertad.

De la que no he hablado, porque hasta ahora no la conocía, es de Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras que, al igual que sus dos compañeros, por lo que voy leyendo sobre ella y su obra, tampoco atiende a los coros ni a los grillos.

Ana Blandiana nació en Rumanía cuando aún no había terminado la Segunda Guerra Mundial y, desde siempre, quizá por las circunstancias familiares y sociales que le tocó vivir, concibió su vocación literaria como una especie de resistencia moral ante la falta de libertad y la tiranía ejercida por los poderosos.

Entendía que el escritor, el poeta, debía levantar acta de lo que sucedía a su alrededor, incidiendo en aquello que limitaba las capacidades de los seres humanos para desarrollarse como tales.

Así que en la época de Ceacescu, alzó su voz contra la dictadura comunista gobernante y se convirtió en una exiliada en su propio país, ya que no quiso abandonarlo nunca.

 

Yo creo que somos un pueblo de plantas,

de otra manera, ¿de dónde sacamos la calma

con que esperamos ser deshojados?

¿De dónde el valor

para empezar a deslizarnos por un tobogán de sueños

tan cerca de la muerte,

con la certeza de que podremos nacer de nuevo?

Yo creo que somos un pueblo de plantas.

¿Quién ha visto

a un árbol rebelándose?

 

La poesía de Ana Blandiana no es complicada, sino sencilla e intimista. Utiliza el verso libre y elige lo más cotidiano como elemento básico de muchos de sus poemas.

 

Un vaso con margaritas silvestres

sobre la mesa blanca

en la que escribo

más libre de lo que soy;

alrededor,

un seductor olor a heno

que conduce al sueño

del que quizás gotee

una palabra.

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Amo la lluvia, amo la lluvia con locura,

la lluvia impetuosa, la lluvia serena,

la lluvia virginal y la lluvia de mujer desatada,

la lluvia reciente y la interminable lluvia del tedio.

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Casada durante 56 años con su primer amor, que compartió su compromiso político y su lucha por la libertad y los derechos humanos, al morir éste en 2016, le dedica el libro Variaciones sobre un tema dado.

 

Recuerdo que una vez me pregunté

si tú y yo tendríamos dos ángeles de la guarda,

porque estando siempre juntos

habría sido un despilfarro,

uno solo sería suficiente.

No se me pasó por la cabeza

que pudiéramos separarnos

y entonces el ángel

se hubiera visto obligado a elegir

o, tal vez, uno de nosotros hubiera tenido que renunciar.

Sinceramente dime:

¿No te pesa haberlo dejado solo para mí?

 

               …………………

Siempre he soñado con estar sola

porque siempre

había mucha gente a mi alrededor.

Sólo tú eras yo.

Sólo tú renunciabas al plural,

al múltiplo de dos,

sólo tú sabías construir una soledad

en la que cabíamos los dos.

 

                        ………………

 

Como un ave a la tierra

de vez en cuando te anhelo.

Cuando me canso de tanto volar,

cuando mi carne se refugia en el pensamiento

y siento que me elevo hacia lo alto,

cuando soy sólo el recuerdo de un cuerpo,

vuelvo a descansar a casa

y a nacer de nuevo un poco,

me derrumbo casi vencida,

desciendo agotada hacia la gente

como las grandes aves de vez en cuando

regresan a dormir a la tierra.

 

Ana Blandiana ha escrito también relatos fantásticos, ensayos y novelas. Pero yo, por aquello de las voces y los ecos, hoy me voy a quedar con su poesía.

 

¿Hemos crecido? ¿Somos personas maduras?

Cuántos miles de matices pudren un color…

Queridos y ridículos, lejos quedan esos días

en que dividíamos el mundo en buenos y malos.

Nos hemos hecho fuertes nadando en el desconcierto

como Aquiles en la laguna Estigia,

pero del talón vulnerable aún pende

la suerte del universo entero.

Todo es grave. Y lo comprendemos todo.

De ahora en adelante el tiempo va a pasar inalterable.

Sólo nos delata adolescentes la ausencia

del sabio terror ante la muerte.

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