LA MUERTE DEL PADRE

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Hay libros ante los que resulta complicado ser objetivo. El que hoy traigo a Opticks es uno de ellos. Se titula La muerte del padre, su autor es Karl Ove Knausgard y fue editado por Anagrama en el año 2016.

La muerte del padre es el primer libro de los seis que conforman Mi lucha, una especie de investigación proustiana sobre la propia vida y todo lo que le atañe.

Karl Ove Knausgard ya era famoso en Noruega, su país, en el que se le consideraba a la altura de Henrik Ibsen, cuando a los diez años de morir su padre y con la misma edad que él tenía en el momento de su muerte, mientras trabajaba en una novela, decidió, en un estado especial de clarividencia, contar su vida de manera pormenorizada.

En este primer libro y en primera persona habla de su infancia y adolescencia, incidiendo en la relación de amor-odio que siempre mantuvo con su padre, un profesor de enseñanza media de carácter complejo, individualista, introvertido y autoritario y, sobre todo, de la muerte de éste y las penosas circunstancias que la rodearon.

Afirma Karl Ove Knausgard que durante una época de su vida perdió mucho tiempo pensando en el pasado, “cuando miro hacia atrás me parece que fue casi enfermizo perder tanto tiempo pensando en el pasado, y que por ello no sólo leí la novela En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, sino que más o menos me la bebía”.

Así que bajo la influencia del escritor francés, el noruego, más que escribir, realiza una disección de sí mismo y de todas las personas que han significado algo para él hasta la muerte de su padre. Lo hace sin compasión ninguna, con un estilo hiperrealista y señalando cada detalle.

No le importa presentarse como un ser vulnerable, egoísta, solitario,  hasta violento y grosero. El problema es que tampoco le importa escanear de un modo similar a todos aquellos con los que establece alguna clase de relación.

Por lo tanto, no es extraño que haya dicho que estos libros parecen proceder de un pacto con el demonio. Con ellos ha obtenido un éxito enorme en casi todo el mundo, pero a costa de sacrificar las relaciones con sus amigos y miembros de su familia.

Esta es la razón por la que me resulta complicado ser objetiva al hablar de La muerte del padre. Nadie puede dejar de admirar el rigor y la maestría con la que está escrito. Se trata de un autor perfeccionista, formado en el arte de escribir durante muchos años, observador, de extraordinaria memoria y gran cultura en muy diversos campos: música, pintura, literatura… Su prosa es clara y directa. Analiza, reflexiona y dialoga en los momentos justos, es decir, no se le puede achacar ningún error. Como narrador es perfecto.

Pero luego, ¿qué necesidad hay de hacer un análisis tan frío de los demás? ¿Qué se obtiene juzgando aspectos físicos, gestos, comportamientos y actitudes de ese modo?

¿El éxito? ¿El reconocimiento mundial?

¿Merece la pena el coste?

La respuesta la tendrán los posibles lectores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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