En ocasiones, es la primera página de un libro la que me predispone de forma favorable a su lectura. Esto me ha sucedido con el titulado Sobre los huesos de los muertos, que edita Siruela y es obra de la autora polaca y Premio Nobel de Literatura 2018, Olga Tokarezuk
He llegado a una edad y a un estado en que cada noche antes de acostarme debería lavarme los pies y arreglarme a conciencia por si tuviera que venir a buscarme la ambulancia. Así habla la persona que nos cuenta la historia contenida en el libro de la que es absoluta protagonista, ya que los personajes secundarios, pese a sus cualidades específicas y muy originales, quedan desdibujados ante la arrolladora personalidad de Janina Duszejko, una ingeniera jubilada que vive al suroeste de Polonia, cerca de la frontera con la República Checa, en una meseta, antes pueblecito, que contiene varias casas utilizadas por sus propietarios sólo en verano.
Durante el curso escolar, siempre que su salud se lo permite, Janina da clases de inglés a los niños de la localidad próxima a la meseta. También se ocupa de cuidar las viviendas de sus vecinos cuando las abandonan al llegar el mal tiempo. La tercera de sus ocupaciones, digamos regulares, consiste en ayudar en las traducciones de William Blake a Dioni, un joven informático que trabaja para la policía y, lo mismo que ella, es un apasionado del poeta, pintor y grabador inglés.
Janina está convencida de que en la población se la considera una persona rara; y es lógico, puesto que, dejando a un lado las ocupaciones citadas, es una gran aficionada a la astrología, defiende de forma radical a los animales y tiene la costumbre de poner nombre a sus semejantes según las características que, a primera vista, descubre en ellos; así Pandedios, Pie Grande, Abrigo Negro o Buena Nueva.
En relación con la astrología, pienso que a Olga Tokarezuk debe interesarle bastante esta materia, dada la cantidad de páginas que dedica a explicar la influencia de los planetas en los distintos horóscopos. De igual modo, parece ser una apasionada ecologista que observa la naturaleza con devoción. A finales de junio el cielo se vino abajo. Como sucede en ciertos veranos. Entonces se oye como la yerba crece y susurra por entre la omnipresente humedad, como la hiedra escala los muros, como el micelio se abre paso bajo la tierra. Después de la lluvia, cuando por un momento el sol se deja ver entre las nubes, todo adquiere tal profundidad que podríamos llorar
Volviendo a la historia contenida en el libro, en la zona donde vive Janina se van produciendo de forma paulatina varios asesinatos de cazadores furtivos más o menos importantes. Esto supone que la policía inicie una investigación, en la que interviene la propia mujer denunciando las actividades de estos cazadores y exponiendo ante las autoridades sus teorías al respecto, en las que nunca falta el toque astrológico.
Así, poco a poco, la novela pasa del género negro a otros registros, de los que se vale la autora para no dejar títere con cabeza dentro de la sociedad que aparece en el relato: policía, cazadores, sacerdote y, en conjunto, los polacos, a los que compara con sus vecinos checos, sin que yo alcance a entender el porqué de esta animadversión. No, no, la gente en nuestro país no tiene la capacidad de asociarse y de crear una comunidad…es un país de individualistas neuróticos de los que todos y cada uno de ellos por separado, cuando se encuentran en medio de los otros, empiezan a dar lecciones, a criticarlos, a ofenderlos y a mostrarles su indudable superioridad. Estoy convencida de que en la república checa es totalmente diferente.
En resumen y para terminar, pese a este radicalismo pro checo y a ciertas obsesiones e incongruencias, creo que Sobre los huesos de los muertos de Olga Tokarezuk es una novela aconsejable con un final, al menos para mí, inesperado y sorprendente.