Virginia Morant

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Aprovechando su breve visita a España como ponente dentro de la 19ª Jornada de Conservación de Arte Contemporáneo en el Museo Reina Sofía (Madrid), hemos tenido el privilegio de poder entrevistar a una de las españolas especialistas en restauración y conservación de fotografía, una disciplina poco visible.
Virginia Morant Gisbert (Ibi, Alicante, 1987) es licenciada en Bellas Artes. Especialidad en Conservación y Restauración, por la Universidad Politécnica de Valencia; Máster en Conservación y Restauración de Bienes Culturales y Posgrado de Gestión, Preservación y Difusión de Archivos Fotográficos. También ha recibido varias becas, entre ellas la Beca Leonardo en Milán y la Beca en Restauración de Bellas Artes en el MUBAG (Alicante).

Actualmente trabaja en el Rijksmuseum de Ámsterdam como técnica especializada en conservación de fotografías. Anteriormente ha trabajado y participado en la restauración de obras de incalculable valor histórico-artístico entre los que se encuentran frescos romanos, óleos, manuscritos y obra gráfica antigua y contemporánea, encuadernaciones etc.

¿En qué medida es una Odisea el que se genere interés por la conservación y restauración patrimonial en un ámbito tan concreto como la fotografía? ¿En España existe interés por la conservación fotográfica?

El patrimonio fotográfico es relativamente reciente si lo comparamos con cualquiera de las otras categorías artísticas como la pintura o la escultura. Esto sumado a que la cultura en España esté saliendo, lentamente, del estado de letargo al que se había sometido por diferentes circunstancias, propicia que pocos consigan desarrollarse profesionalmente en este ámbito sin antes desistir o verse obligados a considerarlo como un hobby.

Hace unos años si querías dedicarte a esta profesión, había más posibilidades de formación y trabajo en otros países, donde la figura del conservador y restaurador de fotografía estaba ya consolidada. La existencia de esta profesión en España es relativamente reciente y todavía no está afianzada.
Uno de los principales problemas actualmente con respecto a la conservación y restauración de fotografía reside en la base, y es que todavía no existe formación que esté a la altura de otras profesiones. Esto provoca que en este campo no siempre se exija la formación necesaria ni surjan puestos de trabajo especializados. Consecuentemente, gran parte del patrimonio fotográfico puede quedar infravalorado, desprotegido e inaccesible. España posee un gran patrimonio fotográfico todavía por descubrir, por lo que uno de los primeros pasos a seguir es reivindicar que se regularice y estipule unos estudios adecuados para formar a los futuros profesionales.
Afortunadamente la situación está cambiando y poco a poco va surgiendo una consciencia sobre la importancia de preservar nuestro patrimonio fotográfico. En cuanto a la formación, ya se empiezan a ver seminarios y cursos más a menudo, aunque sigue siendo algo minoritario.

¿En qué medida también lo es, poderse dedicar profesionalmente, con ese grado de especialización, a este trabajo?

Cualquier especialización conlleva dificultad para trabajar ya que la demanda es menor. Lo positivo es que cuando surge una oportunidad la competencia también se reduce. En mi caso, desde que empecé a buscar trabajo, no encontré posiciones que fueran sólo enfocadas a la conservación o restauración de fotografía. Los trabajos que realicé específicamente sobre el patrimonio fotográfico nunca fueron estables o con respaldo y apoyo institucional. Finalmente, buscando oportunidades que me proporcionasen mayor estabilidad, encontré el trabajo que desempeño actualmente en el Rijksmuseum de Amsterdam. Para mí es un privilegio trabajar en contacto con una colección de fotografía tan especial en un contexto impresionante, además de poder enriquecerme y crecer junto a otros profesionales.

 

¿En qué momento te decantas por esta especialidad?

Oficialmente me decanté muy tarde, ya que en la universidad en la que cursé mi licenciatura no ofrecían formación específica en este ámbito y por lo tanto tampoco tuve la oportunidad de conocer a ningún profesional que me aconsejase o a quién tener como referente desde el principio.
De forma intuitiva fue antes, ya que desde la adolescencia siempre me fascinó la fotografía y las antigüedades, aunque tardé mucho en pensar que eso podría convertirse en un trabajo. Cuando me di cuenta que existía una profesión que aunaba dos de mis pasiones, sentí que todo encajaba.
Al terminar la licenciatura tuve claro que iba a aprender sobre conservación y restauración de fotografía fuese como fuese. Josep Benlloch y Rosina Herrera, profesionales de la fotografía en diferentes modalidades, fueron dos pilares fundamentales que me brindaron el apoyo y la inspiración en el momento justo y me animaron a iniciar mi formación pese a los obstáculos. Así que empecé estudiando e investigando de forma autodidacta y haciendo paralelamente cursos, algunos en España y otros en el extranjero. Más tarde pude optar a una formación más especializada con el Postgrado en Gestión, Difusión y Preservación de Archivos Fotográficos, de la Universitat Autònoma de Catalunya. Actualmente, he oído noticias de que en Barcelona se está proyectando un Máster enfocado específicamente a la conservación y restauración de fotografía, lo cual es una muy buena noticia.

¿Hay que tener visión artística para dedicarse a este trabajo?

Desde luego, es de vital importancia poder ponerse en el lugar de quienes crearon las obras para poder comprenderlas, apreciarlas y sobretodo cuidarlas. Yo tuve la suerte de poder cursar algunas asignaturas de Bellas Artes y aprender junto a compañeros que tenían una gran vocación artística. Esto también me dio las herramientas para experimentar con procesos fotográficos antiguos y cámaras de diferentes épocas. Recuerdo un periodo en el que construía cámaras con cajas de hojalata y tenía un pequeño laboratorio de revelado.
Para dedicarse a esta profesión es importante conocer a fondo los diferentes procedimientos fotográficos con los que vas a trabajar porque son fruto de procesos químicos y sólo conociendo éstos procesos se pueden abordar de forma correcta las problemáticas que presentan.

 

Las fotografías son fuentes documentales ¿Una fotografía puede hablar, puede contarnos una historia? ¿Qué información extraes cuando observas una fotografía? ¿Cómo llevas a cabo su análisis?

La fotografía es patrimonio artístico y documental. Dependiendo de los casos, una fotografía puede conservarse en un museo o en un archivo. En los archivos las fotografías se han considerado y tratado por mucho tiempo sólo como meros documentos. Esto ha generado que a día de hoy encontremos muchas fotografías en mal estado por no haber sido conservadas como un material diverso al papel. La fotografía es un objeto complejo que es a la vez contenido y continente, por lo que es importante que se respete y se lea desde las dos vertientes. La fotografía me atrae precisamente por esta doble vertiente, porque tiene un gran poder de evocación y enseñanza y a la vez es un objeto matéricamente muy interesante ya que las posibilidades estéticas son infinitas.
Los conservadores nos ocupamos en mayor medida de que la materia que compone el objeto se mantenga en buenas condiciones para que siga transportando su mensaje durante el mayor tiempo posible. En el Rijksmuseum por ejemplo, este trabajo se complementa con el de los curators, que son los profesionales que estudian el contenido de las fotografías, es decir, la parte inmaterial.

¿Cómo deben conservarse?
Esta pregunta es relativa puesto que la conservación de las fotografías dependerá de múltiples factores, pero básicamente de su naturaleza. No es lo mismo conservar un daguerrotipo que una copia sobre papel a la albúmina ni tampoco conservar en un archivo o un museo. Pero en general, las fotografías requieren de un almacenamiento en contacto con materiales que las protejan sin degradarse ellos mismos y unas condiciones termohigrométricas controladas y adaptadas a cada caso. La calidad de la conservación dependerá siempre de la profesionalidad y de los medios de los que se disponga.

 

Tenemos entendido que para trabajar en el Rijksmuseum fuiste elegida tanto por tu formación como por tu pasión por el Arte ¿Qué proyectos estás desarrollando? De todos ellos ¿con cuál te has sentido más reflejada y has podido plasmar tus conocimientos?

En el Museo trabajo como técnica especializada en conservación de fotografías. Los proyectos que realizo forman parte de la colección de fotografía holandesa de los siglos XIX y XX que custodia el Museo. Mi labor es evaluar el estado de conservación de las fotografías, realizar algunos tratamientos de restauración y montajes para que puedan ser consultadas, exhibidas y almacenadas de forma correcta. Es difícil elegir un proyecto puesto que todos me generan siempre algún tipo de interés, pero definitivamente me quedo con las fotografías del autor holandés Richard Tepe. Tepe fue un apasionado de la fotografía y la naturaleza y cuando se aúnan dos pasiones con inteligencia y sensibilidad el resultado es increíble. Tepe está considerado como uno de los primeros fotógrafos holandeses del siglo XIX en fotografiar la naturaleza como nadie antes lo había hecho.

 

¿Cómo te planteas el futuro?

La verdad es que desde hace unos años no me planteo como va a ser mi vida a largo plazo. Confío mucho en que la intuición me va a ir llevando por el camino correcto. Si tuviese que imaginar el futuro, me gustaría por supuesto seguir trabajando en contacto con fotografías, ya sea en el Museo o en cualquier otro lugar.

Suponemos que en el campo de la fotografía, la formación tiene que ser permanente ¿Dónde se encuentran los mejores estudios? ¿Quiénes son tus referentes o los mayores expertos en conservación y restauración fotográfica?

Siempre me ha gustado pensar que la cuna del saber en este campo se encuentra en Rochester (NY), donde se fundó la empresa Kodak y la Eastman House, el primer museo de fotografía del mundo. Hay otros estudios famosos como el de Anne Cartier Bresson en Paris, o Lupa en Portugal. También existen estudios interesantes como el Fotorestauratie atelier V.O.F de Clara von Waldthausen en Amsterdam o el Atelier Image de Cinzia Martorana en Ginebra. Mis referentes desde que empecé fueron personas que ya se consideraban eminencias desde hacía mucho, como por ejemplo Grant Romer, Ángel Fuentes y Luis Pavao.
Hay muchos expertos a los que he tenido la tremenda suerte de conocer en persona y aprender directamente de ellos. Me gustaría mencionar a Rosina Herrera, Martin Jürgens y Laura Covarsí, que son conservadores de fotografía y mis compañeros de trabajo en el Rijksmuseum. A día de hoy sigo aprendiendo a través de cursos, conferencias y sobretodo de personas que me voy encontrando por el camino.

 

Nos despedimos de esta gran profesional prometiendo visitarla en su lugar de trabajo y hacer un seguimiento de su visión del Arte Fotográfico, agradeciéndole su tiempo y su pasión contagiosa por esta parcela del saber.

 

Por Sara Ferrero Punzano y Sofía Morant Gisbert

 

Puedes leer la entrevista completa en el número 24 de Opticks Magazine, Odisea, pinchando aquí. 

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