El bosque

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El 10 de noviembre del año 2015 comenté para la revista Optiks un libro de la misma escritora con la que retomo en el día de hoy mi tarea en Lecturas a dos voces. Se trata de la autora inglesa Nell Leyshon. Aquel libro se llamaba Del color de la leche. El nombre del que hoy traigo a la página Web de Opticks es El bosque, está editado por la editorial Sexto Piso y traducido por Inga Pellisa.
El bosque es una novela de 333 páginas, en esto difiere del relato anteriormente publicado que sólo tenía 174. Pero quizá la diferencia más apreciable entre las dos narraciones sea la mirada de Nell Leyshon sobre los personajes que aparecen en ambas.
Esa mirada, al hacerse escritura, provoca en el lector que se atreve con Del color de la leche una inquietud, una especie de desazón interior ante la maldad, el abuso y la desesperanza de unos seres tan vulnerables como embrutecidos.
En el caso de El bosque la mirada se dulcifica. Los personajes más importantes pertenecen a ambientes cultos y acaudalados, se busca explicación y justificación a sus acciones y, al terminar el libro, pervive mucho tiempo el recuerdo del comportamiento de cada uno de ellos así como del vínculo forjado entre Zofia y Pawel, madre e hijo y principales protagonistas. Antes ella era el sol, pero ahora es un planeta. Su hijo es el sol ahora, el centro de su universo.
La historia que nos cuenta  Nell Leyshon en El bosque se inicia en Londres cuando Sofía, anciana con los problemas de salud habituales a su edad, recibe una carta que contiene la invitación a un acto acompañada de la frase: No te molestes. Tú vienes.
Luego retrocedemos en el tiempo y nos trasladamos a Varsovia durante la ocupación nazi en la 2ª Guerra Mundial. Allí malvive la familia de Zofia, concertista de violonchelo, integrada por su madre que es médico, su hermana Joanna, su esposo Karol, pintor, y su pequeño hijo Pawel. Todos gozaron de una posición privilegiada antes de la guerra. Ahora el miedo, el hambre y la total incertidumbre sobre el futuro que les aguarda determinan su día a día.
Una serie de sucesos dramáticos fuerzan a Zofia y a Pawel a refugiarse en el interior de un establo situado en medio de un bosque. Allí, conforme van cambiando las estaciones, el niño asustadizo que al menor síntoma de peligro buscaba refugio en las faldas de su madre, descubre un mundo nuevo que le apasiona.
En la tercera parte del libro regresamos a Londres y a la vida de Zofia, ahora Sofía, y de Pawel, ahora Paúl, tras su salida de Polonia.
Son muchas e importantes las cuestiones que pueden destacarse en el relato de Nell Leyshon. En principio seduce su modo de escribir utilizando frases cortas con un estilo claro y directo.
Después, entrando ya en el argumento del libro, interesa, por lo actual que resulta, la manera de mostrar la relación entre una mujer a la que la guerra y la maternidad le han arrebatado todo aquello de lo que disfrutaba y se debate entre el estrecho vínculo que la une al hijo y el deseo de libertad e independencia.
También el tratamiento que da a cada uno de los personajes, haciendo que todos resulten creíbles mediante un profundo análisis psicológico que indaga en sus comportamientos y motivaciones, situándolos a la vez en ambientes concretos descritos con toda clase de detalles.
Conociendo la biografía de la autora, es de resaltar la aproximación que realiza a la homosexualidad, sin alharacas: la sensibilidad, el gusto por lo bello, la ternura, la capacidad para evadirse y maravillarse fueron algunos de los síntomas que determinarían dicha tendencia.
No olvido los intentos baldíos de Zofia por alejar el dolor de la pérdida, procurando acallar los pensamientos y las imágenes que acuden en tropel a su cabeza, diciéndose a sí misma: Para.
Cierra los ojos. Se concentra en la cabeza de su madre vista desde atrás, en el movimiento de su mano, en la escritura sobre el cuaderno. Se concentra en su hermana, desea que se dé la vuelta, mirarla a los ojos y hablarle sin palabras, pues no son necesarias. Pero su control renuncia. El miedo y la incertidumbre regresan. Sus pensamientos se desbocan.
Para.
Creía que había parado, pero no sabe cómo sus pensamientos la han vuelto a llevar ahí.
Para.
Ya basta, Zofia. Mira lo que tienes delante, aquí en el bosque. Mira lo que tienes justo delante. Mira los árboles. Mira cómo salen las hojas, un verde nuevo saturado de clorofila.

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