Santiago Posteguillo, profesor de lengua y literatura en la Universidad Jaime I de Castellón y escritor superventas, desde que en el año 2006 publicó su primera novela, Africanus: el hijo del Consul, estudió literatura creativa en Estados Unidos y lingüística, análisis del discurso y traducción en el Reino Unido. Es Doctor por la Universidad de Valencia y ha conseguido con sus obras importantes galardones, además de despertar el interés de cada vez más numerosos lectores por el mundo de la antigua Roma.
Santiago Posteguillo ha visitado Ibi, en un acto organizado por la librería Plumier y el Museo del Juguete de esta localidad alicantina, con el objetivo de presentar, en el citado museo, su libro Yo, Julia, Premio Planeta 2018 que va por la 5ª edición con más de 300.000 ejemplares vendidos.
Antes de la presentación, Santiago Posteguillo accedió amablemente a responder a unas preguntas para Opticks Magazine.
He leído que el interés por la historia de Roma se despertó en Ud. cuando, a los 6 años, visitó la ciudad junto a sus padres, y que ese interés ha ido aumentando en posteriores visitas.
Es cierto. Fue a los 6 años cuando realicé un viaje a Roma con mis padres y mi hermano, un viaje feliz. Ver el Coliseo con 6 años impresiona, aunque no seas consciente de lo que significa. Luego ya, a partir de la adolescencia, tengo como dos pasiones, una es escribir y la otra la Historia; llega un momento en el que decido unirlas.
Y elige la historia de Roma que le atrae desde la infancia.
La verdad es que la decisión de escribir sobre Roma fue un tanto fría. Había intentado otros géneros, sin demasiado éxito. Así que cambié de género y elegí Roma porque el mundo romano forma parte de nuestro pasado. Los idiomas que hablamos en España derivan del latín y el Derecho, en gran parte, del Derecho Romano, por citar algunos ejemplos. Además, la panoplia de recursos dramáticos a los que puedes recurrir en relación con esa época es tremenda: películas, reportajes, series… Como todo eso me funcionó, ahí me quedé.
En el desarrollo de los relatos que narra en sus libros convergen múltiples disciplinas: Historia, Geografía, Medicina, Filosofía, Estrategia militar, Lenguas clásicas… ¿Es muy complicado el proceso de documentación que precisa todo ese despliegue? ¿Lo hace en paralelo a la escritura del libro?
Suelo decir que he de ser un pequeño hombre del Renacimiento para escribir unos libros que me obligan a echar mano de disciplinas muy variadas. También es cierto que aprender es bonito y siempre me resultó interesante y grato.
En cuanto al proceso, al empezar un libro ya cuento con la documentación adecuada que he preparado antes, y no importan los libros que haya escrito sobre Roma, cada periodo requiere una documentación específica.
Luego, mientras escribo, me veo obligado a parar de vez en cuando. Explicaré por qué con un ejemplo. Si mis personajes llegan a Carnunto, en la frontera con el Danubio, y me pregunto, porque la narración lo exige, si en el año 94 había allí un anfiteatro, no lo sé; (luego resulta que había dos). Así que debo recabar nueva información para continuar siendo riguroso. Si esa nueva información la consigo visitando el parque temático levantado en Carnunto, aún es mejor el hecho de haber necesitado informarme.
En cuanto a sus rutinas como escritor (muchos autores las consideran importantes), ¿tiene algunas: lugar, hora, tiempo empleado…?
Tenía rutinas al principio. Después se da la paradoja del escritor profesional al que todo se le va complicando. Al final negocias con la vida y escribes donde puedes.
Yo, Julia la empecé a escribir en un hotel de Bogotá, ciudad en la que estaba promocionando la última novela de Trajano, en el curso de la gira por América Latina. Como llevaba conmigo la documentación que necesitaba y lo había preparado todo, empecé a escribirla allí.
He acabado escribiendo en aeropuertos, trenes, estaciones del AVE…
Aunque debo decir que para mí lo ideal es escribir en mi pequeño chalet situado entre las sierras de Espadán y la Calderona. Ahí, junto a la chimenea, se encuentra mi lugar ideal para escribir, pero pocas veces consigo hacerlo.
En cuanto al tiempo, entre la documentación y la escritura pueden pasar años, a Yo, Julia le he dedicado tres.
De la gran cantidad de personajes que aparecen en sus obras, ¿existe alguno por el que sienta una simpatía especial?
Como es lógico, siento simpatía especial por mis tres importantes protagonistas: Escipión, Trajano y Julia. Ellos son los que me han apasionado más.
Luego están los grandes secundarios. En el caso de Julia, tenemos a Galeno, que me interesa tanto que lo he convertido en uno de los narradores. De igual modo aprecio a Claudio Pompeyano, el único senador de toda la historia de Roma que rechazó tres veces el trono imperial, pese a las presiones de su hijo, y consiguió morir tranquilamente en su cama.
En bastantes ocasiones ha afirmado que disfruta de su trabajo como profesor universitario. ¿Cree Ud. que ese “disfrute” puede determinar su forma de escribir, contribuyendo a que sea a la vez pedagógica, didáctica e interesante?
Sí, enseñar y deleitar (docere et delectare), lo aplico en clase y en las novelas. Esto hace que tengan un marcado carácter didáctico. Aunque procuro hacerlo de forma que no moleste al lector. Es decir, que éste aprenda a través de los diálogos y las acciones de los personajes y no mediante una lección magistral o una conferencia incluida en el libro.
No hago como Melville, que en Moby Dick inserta doce páginas sobre la clasificación de las ballenas. También es cierto que, a pesar de todo, Moby Dick es una obra maestra. Pero como yo no tengo claro que esté escribiendo obras maestras, procuro no cometer errores.
En un tiempo en el que proliferan las noticias falsas que confunden y los libros en los que se tergiversa la Historia, ¿hasta qué punto se hace necesario el rigor científico a la hora de escribir una novela histórica?
Hay distintos tipos de novela histórica, cuyo nivel de historicidad (palabra que está en el diccionario) varía. No son ni mejores ni peores, sino diferentes.
Matilde Asensi, Umberto Eco, suelen ambientar muy bien históricamente sus novelas, pero en ellas insertan temas ficticios.
Por ejemplo, los asesinatos que aparecen en El nombre de la rosa los inventa el autor, pero la ambientación histórica es excelente. Entonces, por la teoría piramidal de los géneros, la novela de crímenes, si está muy bien ambientada en un momento histórico, pasa a considerarse novela histórica.
Luego existe otro tipo de novela en la que tanto la ambientación como los protagonistas son históricos. Robert Graves con Yo, Claudio es claramente un exponente de esto. Ése es el tipo de novela histórica que a mí me gusta hacer. No es un tipo mejor o peor que el anterior, sólo diferente.
Los lectores aprenden a distinguir esas diferencias. Así que cuando quieren disfrutar con una novela muy dinámica y fiel a la historia, eligen las mías. Si lo que desean es una en la que prime la aventura, elegirán las de otro autor.
Robert Graves – Yo, Claudio; Marguerite Yourcenar – Memorias de Adriano; Indro Montanelli – Historia de Roma. ¿Con cuál de estos autores que han escrito sobre Roma se identifica más y por qué?
En documentación, con Montanelli, que fue un gran divulgador de la historia de Roma, un clásico de otros tiempos, pero un clásico.
Luego con Robert Graves. De hecho, el título Yo, Julia me llegó cuando visité la casa museo de este escritor en Mallorca y su hijo me invitó a sentarme en su escritorio, que estaba en una zona restringida, y pude coger la pluma con la que Robert Graves escribía. Había terminado el libro y me faltaba el título. En aquellos momentos entendí que había escrito un Yo, Claudio en mujer.
Con Yourcenar no me identifico porque, aunque Memorias de Adriano esté muy bien escrita, falsea los datos históricos. Ella misma admite en entrevistas que fue escogiendo del personaje de Adriano aquello que le gustó, y Adriano era un personaje bastante más oscuro y complejo; maltrató a su esposa y a otras muchas personas de su entorno. Eso no lo refleja en la novela, lo que distorsiona en grado sumo al personaje. No, Yourcenar no me convence.
En “Yo, Julia” ha recuperado la figura de una mujer que consiguió el propósito de fundar una dinastía, pese a tener en contra muchos de los poderes del Imperio. Aunque en el libro aparecen los factores que contribuyeron a que Julia logrará sus propósitos, ¿podría decirnos los que Ud. considera más importantes?
Uno de los factores importantes es que Julia y Severo constituyen el primer matrimonio imperial enamorado en 200 años. Lo que conduce a que lo que haga Severo, lo haga de la mano de su esposa.
Otro factor es que se trata de una mujer inteligente, audaz y astuta que tiene muy claros sus fines, sabe rodearse de los más capaces y sacar partido a su belleza.
Podemos calificarla de intrigante, pero siempre con el objetivo de fundar una dinastía, para lo cual aprovecha todas las oportunidades, consciente de que, en las circunstancias históricas que le tocó vivir, la mejor defensa era un buen ataque.
No hay que olvidar que se trata de una extranjera, nació en Siria, y eso nunca se le perdonó.
Pese a todo, logró vencer a cinco emperadores de Roma. En estos enemigos se centra Galeno para destacar la figura de Julia.
Buen conocedor de la historia de Roma (lo demuestra ampliamente en sus libros), en el modo de actuar y reaccionar de muchos personajes ¿pretende anticipar su comportamiento posterior? Por ejemplo, Plauciano o los hijos de Julia: Basiano (Caracalla) y Geta.
Desde luego. Yo construyo los personajes en función de cómo eran en realidad. Lo que ocurre es que hemos detenido la narración en el año 197, ahí se acaba la novela. Pero, ¿y si luego decido continuar la historia? Lo mismo me planteo hacer una segunda parte, y esos conflictos que están ahí como larvados habrán de cristalizar.
“Yo, Julia” es una obra muy visual, sin dificultad se puede recrear en la imaginación cada escena. ¿Dará lugar a una película, o a una serie?
No depende de mí. Estoy abierto a considerarlo.
Ahora estamos en el proceso de hacer una serie de televisión sobre Escipión, pero resulta complicado. Hace falta una financiación económica muy grande y acabamos siempre recurriendo a los norteamericanos. Los guiones ya se están traduciendo al inglés, pero los guionistas norteamericanos no entienden que se puede ser espectacular sin alterar la historia. Ése es un conflicto grave, me pasó una vez y tuve que anular el proyecto. Parece ser que vamos a chocar de nuevo con el mismo escollo. Por lo tanto, no sé si podremos seguir adelante o no.
Se trata de contraponer poco dinero y rigor a mucho dinero sin rigor, yo intento compaginar ambas cosas.
Los escritores que han ganado en otras ocasiones el Premio Planeta suelen decir que durante bastante tiempo, por los compromisos que lleva consigo la obtención de dicho Premio, les es imposible continuar escribiendo. ¿Es este su caso o veremos pronto una nueva obra suya en las librerías?
Sí, es un poco de locos. De lunes a miércoles tengo mis clases en la universidad. De jueves a sábado doy dos conferencias; parecen poco, pero suman 104 conferencias en un año. Además hay que insertar ahí la gira americana: Méjico, Bogotá y Lima.
Lo intento sortear con esta técnica mía de escribir en cualquier sitio. Así que seguramente la siguiente novela tendrá un trocito escrito en Bogotá, otro en Lima, otro en Madrid…
Pretendo no dejar la docencia porque me gusta y los alumnos me proporcionan un baño de realidad. Sin embargo, me doy cuenta de que mis clases empiezan a flojear por agotamiento. Veremos qué sucede en el futuro.
Mientras nos despedimos agradeciendo la atención que nos ha prestado, Santiago Posteguillo nos cuenta que ha buscado varias poetas indias para introducir el próximo tema que habrá de tratar en sus clases en la universidad. Está claro, siempre docere et delectare. Por muchos años.
Por Mª José Alés
Publicación : 01 de marzo de 2019