Creo que a los libros, igual que a las personas, el tiempo les afecta de manera distinta. Así podría decirse que unos envejecen bien y otros, regular.
Claro que esto es una opinión personal, como todas las que escribo en Opticks (antes Hebe), y que se me ha ocurrido tras releer Sinuhé, el egipcio, del escritor finés Mika Waltari.
La novela Sinuhé, el egipcio fue publicada en 1945. En el prólogo informan de que a su autor le costó diez años escribirla; algo lógico por la exhaustiva documentación que tuvo que reunir sobre Egipto, en una época en la que aún no se contaba con la eficiente ayuda de Internet.
El relato se centra en diversos acontecimientos que acaecieron en el país del Nilo durante el Imperio Antiguo, y que están relacionados con el reinado de Akhenaton, único faraón monoteísta de Egipto, que intento suprimir el culto tradicional a Amón, sustituyéndolo por el culto a Atón, dios único y verdadero.
El protagonista, Sinuhé, famoso médico que existió en realidad, ya que su nombre aparece en inscripciones de aquellos tiempos, nos cuenta en primera persona cómo ha transcurrido su trayectoria vital, desde que lo abandonaron recién nacido en el río sagrado, hasta que fue enviado al exilio por su amigo y nuevo faraón Horemheb.
Quizá sean los primeros párrafos de la novela los que nos avisan de lo qué vamos a encontrar después. Sinuhé comienza la narración desde el exilio, aclarándonos que no escribe para los dioses ni para los faraones, porque está cansado de unos y otros; escribe sólo para sí mismo. Así que todo el libro es una reflexión continuada sobre lo que acontece.
A lo largo de 547 páginas y en letra pequeña, el autor nos ilustra con gran detalle sobre la vida de los egipcios en esa época y aprovecha los viajes del médico para contarnos también la vida en Creta, en Babilonia, en Asiria, etc., es decir, en las tierras vecinas de Egipto. Cuando hablo de la vida, me refiero a todo lo concerniente a ella: paisajes, costumbres, adornos, vestidos, relaciones sociales, guerras, comidas, actitud ante el poder, la muerte, los dioses, el amor, etc., etc.
Por lo anterior, éste es un libro que puede interesar mucho a los aficionados a la historia, y, más aún, a los amantes de la egiptología.
Mika Waltari escribió Sinuhé, el egipcio al término de la 2ª Guerra Mundial. Puede que el horror que supuso dicha guerra le llevase a incluir en él tantas reflexiones y puede que el libro no haya envejecido demasiado bien a consecuencia de esas reflexiones, a veces auténticos discursos. Su lectura se vuelve tediosa al repetir de manera reiterada los mismos argumentos. También es cierto que los argumentos son profundos y convincentes, pero llegan a resultar cargantes y terminan aburriendo al lector.
Una curiosidad, en el texto, Mika Waltari por boca de Sinuhé habla de un hombre negro que llevaba un cascabel insertado en el pene. Dai Sijie en La acrobacia de Confucio incorpora al relato a otro negro con idéntica característica.
Claro que esto es una opinión personal, como todas las que escribo en Opticks (antes Hebe), y que se me ha ocurrido tras releer Sinuhé, el egipcio, del escritor finés Mika Waltari.
La novela Sinuhé, el egipcio fue publicada en 1945. En el prólogo informan de que a su autor le costó diez años escribirla; algo lógico por la exhaustiva documentación que tuvo que reunir sobre Egipto, en una época en la que aún no se contaba con la eficiente ayuda de Internet.
El relato se centra en diversos acontecimientos que acaecieron en el país del Nilo durante el Imperio Antiguo, y que están relacionados con el reinado de Akhenaton, único faraón monoteísta de Egipto, que intento suprimir el culto tradicional a Amón, sustituyéndolo por el culto a Atón, dios único y verdadero.
El protagonista, Sinuhé, famoso médico que existió en realidad, ya que su nombre aparece en inscripciones de aquellos tiempos, nos cuenta en primera persona cómo ha transcurrido su trayectoria vital, desde que lo abandonaron recién nacido en el río sagrado, hasta que fue enviado al exilio por su amigo y nuevo faraón Horemheb.
Quizá sean los primeros párrafos de la novela los que nos avisan de lo qué vamos a encontrar después. Sinuhé comienza la narración desde el exilio, aclarándonos que no escribe para los dioses ni para los faraones, porque está cansado de unos y otros; escribe sólo para sí mismo. Así que todo el libro es una reflexión continuada sobre lo que acontece.
A lo largo de 547 páginas y en letra pequeña, el autor nos ilustra con gran detalle sobre la vida de los egipcios en esa época y aprovecha los viajes del médico para contarnos también la vida en Creta, en Babilonia, en Asiria, etc., es decir, en las tierras vecinas de Egipto. Cuando hablo de la vida, me refiero a todo lo concerniente a ella: paisajes, costumbres, adornos, vestidos, relaciones sociales, guerras, comidas, actitud ante el poder, la muerte, los dioses, el amor, etc., etc.
Por lo anterior, éste es un libro que puede interesar mucho a los aficionados a la historia, y, más aún, a los amantes de la egiptología.
Mika Waltari escribió Sinuhé, el egipcio al término de la 2ª Guerra Mundial. Puede que el horror que supuso dicha guerra le llevase a incluir en él tantas reflexiones y puede que el libro no haya envejecido demasiado bien a consecuencia de esas reflexiones, a veces auténticos discursos. Su lectura se vuelve tediosa al repetir de manera reiterada los mismos argumentos. También es cierto que los argumentos son profundos y convincentes, pero llegan a resultar cargantes y terminan aburriendo al lector.
Una curiosidad, en el texto, Mika Waltari por boca de Sinuhé habla de un hombre negro que llevaba un cascabel insertado en el pene. Dai Sijie en La acrobacia de Confucio incorpora al relato a otro negro con idéntica característica.
Otra curiosidad, la novela Sinuhé, el egipcio fue llevada al cine en 1954 con gran éxito de crítica y público. No sé cómo habrá envejecido.