Hoy recomiendo a los lectores un libro que, a su vez, me fue recomendado por uno de mis hijos, con la advertencia de que el hecho de no saber inglés podría impedir que su lectura me entusiasmase tanto como le había entusiasmado a él.
El libro se titula Todas las historias y un epílogo, su autor es Enric González, periodista y corresponsal de El País en diversas ciudades europeas y norteamericanas. Aquí relata sus experiencias en tres de ellas: Londres, Nueva York y Roma; refiriéndose a Jerusalén, ciudad en la que reside actualmente, en el epílogo que cierra la obra.
No se trata de un libro de viajes, tampoco de una crónica periodística al uso, Enric González combina ambos géneros y los enriquece, documentándose exhaustivamente sobre aquello que narra. Así de una ciudad el lector puede saberlo casi todo: historia, clima, diseño arquitectónico, población por barrios, idiosincrasia de sus habitantes, gastronomía, restaurantes más recomendables, ventajas e inconvenientes que ofrece a los residentes, etc.
Desde la primera página, el autor demuestra que es un extraordinario observador. Su mirada, sagaz e inteligente, le permite apreciar detalles que para un visitante ocasional pasarían inadvertidos. La descripción de esos detalles te impulsa a desear conocer el lugar en el que se ubican: una plaza, una iglesia, un barrio, una colina…
Por otro lado, la búsqueda de las causas que dieron forma a la ciudad descrita, le conduce a indagar en su historia: violenta y terrible la de Roma, curiosa y desconocida para mí la de Nueva York, típicamente inglesa la de Londres.
El hecho de ejercer como corresponsal de un periódico importante, permite a Enric González acceder a personas y ambientes singulares e inalcanzables para el común de los mortales. Políticos, religiosos, literatos, artistas… desfilan por sus páginas, al lado de personas corrientes e, incluso, personas de ambientes marginales. En todos ellos, la mirada de Enric aprecia siempre algo que les identifica y hace únicos.
Sagacidad e inteligencia al observar y agilidad y destreza al narrar lo observado, son características importantes de este autor. Pero en el libro también hay humor, por ejemplo, al contarnos las múltiples vicisitudes que conlleva instalarse en un lugar nuevo y desconocido; hay agradecimiento hacia los muchos que hacen más fácil y agradable la llegada y la estancia; hay rabia y tristeza al evocar a los compañeros muertos en el desempeño de su trabajo: Julio Anguita y Ricardo Ortega; hay ironía, hay ternura y, sobre todo, hay sinceridad.
Por lo anterior y mucho más que omito intentando ser breve, me permito recomendar el libro a los que ya conocen las ciudades citadas; con él podrán viajar de nuevo en un viaje especial e ilustrativo. A los que no las conocen pero tienen previsto visitarlas, la lectura ha de servirles de estímulo y de preparación.
En mi caso, que no sé inglés, no las conozco y las posibilidades de hacerlo alguna vez son algo escasas, el libro me ha servido para reflexionar, aprender y disfrutar mientras lo leía.
El libro se titula Todas las historias y un epílogo, su autor es Enric González, periodista y corresponsal de El País en diversas ciudades europeas y norteamericanas. Aquí relata sus experiencias en tres de ellas: Londres, Nueva York y Roma; refiriéndose a Jerusalén, ciudad en la que reside actualmente, en el epílogo que cierra la obra.
No se trata de un libro de viajes, tampoco de una crónica periodística al uso, Enric González combina ambos géneros y los enriquece, documentándose exhaustivamente sobre aquello que narra. Así de una ciudad el lector puede saberlo casi todo: historia, clima, diseño arquitectónico, población por barrios, idiosincrasia de sus habitantes, gastronomía, restaurantes más recomendables, ventajas e inconvenientes que ofrece a los residentes, etc.
Desde la primera página, el autor demuestra que es un extraordinario observador. Su mirada, sagaz e inteligente, le permite apreciar detalles que para un visitante ocasional pasarían inadvertidos. La descripción de esos detalles te impulsa a desear conocer el lugar en el que se ubican: una plaza, una iglesia, un barrio, una colina…
Por otro lado, la búsqueda de las causas que dieron forma a la ciudad descrita, le conduce a indagar en su historia: violenta y terrible la de Roma, curiosa y desconocida para mí la de Nueva York, típicamente inglesa la de Londres.
El hecho de ejercer como corresponsal de un periódico importante, permite a Enric González acceder a personas y ambientes singulares e inalcanzables para el común de los mortales. Políticos, religiosos, literatos, artistas… desfilan por sus páginas, al lado de personas corrientes e, incluso, personas de ambientes marginales. En todos ellos, la mirada de Enric aprecia siempre algo que les identifica y hace únicos.
Sagacidad e inteligencia al observar y agilidad y destreza al narrar lo observado, son características importantes de este autor. Pero en el libro también hay humor, por ejemplo, al contarnos las múltiples vicisitudes que conlleva instalarse en un lugar nuevo y desconocido; hay agradecimiento hacia los muchos que hacen más fácil y agradable la llegada y la estancia; hay rabia y tristeza al evocar a los compañeros muertos en el desempeño de su trabajo: Julio Anguita y Ricardo Ortega; hay ironía, hay ternura y, sobre todo, hay sinceridad.
Por lo anterior y mucho más que omito intentando ser breve, me permito recomendar el libro a los que ya conocen las ciudades citadas; con él podrán viajar de nuevo en un viaje especial e ilustrativo. A los que no las conocen pero tienen previsto visitarlas, la lectura ha de servirles de estímulo y de preparación.
En mi caso, que no sé inglés, no las conozco y las posibilidades de hacerlo alguna vez son algo escasas, el libro me ha servido para reflexionar, aprender y disfrutar mientras lo leía.