EL HÉROE DISCRETO

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En El héroe discreto, novela que acabo de leer y última publicada por Mario Vargas Llosa, el autor peruano y Premio Nobel regresa a la Piura de su adolescencia y a la ciudad de Lima para situar a los protagonistas del relato, algunos de los cuales, como el sargento Lituma, “los inconquistables”, Don Rigoberto, Doña Lucrecia, Fonchito y Justiniana aparecieron ya en otros libros del escritor: Lituma en los Andes, La casa verde, Elogio de la madrastra
Por esa razón, podríamos decir que ésta es una novela de nostalgias y reencuentros. Mario Vargas Llosa hace que los personajes que la protagonizan recorran los lugares descritos en las obras citadas, observando los cambios que ha traído consigo el progreso y explicándoselos al lector.
En el libro conviven dos historias que se van alternando. El principal protagonista de la primera es Felicito Yanaqué, que vive en Piura, dirige la boyante empresa Transportes Marihuala, está casado con una mujer muy religiosa que habla poco llamada Gertrudis y tiene dos hijos que trabajan en la citada empresa: Miguel, de piel blanca y rasgos europeos, y Triburcio que ha heredado los rasgos indígenas del padre. Para lograr un bienestar completo, Felicito ha conseguido que Mabel, una mujer bastante más joven que él, le acepte por amante.
La situación idílica se tuerce al recibir Felicito un anónimo en el que alguien le amenaza pidiéndole dinero. La firma del anónimo es una arañita. Ofendido, el Sr. Yanaqué denuncia el caso en la comisaría atendida por el sargento Lituma y el capitán Silva. Les asegura que jamás pagará lo que le piden, porque su padre, que trabajó muy duro y sin descanso para que él llegara al lugar en que está, siempre le repetía que nunca se dejase pisotear por nadie.
Paralela a esta primera historia, conocemos ya en Lima la de Don Rigoberto, fiel y culto empleado de Ismael Carrera en la importante empresa de seguros que éste posee. Don Rigoberto está a punto de jubilarse y ha preparado un viaje por Europa con su esposa Doña Lucrecia y su hijo Fonchito.
Las complicaciones aparecen cuando Ismael le pide a su chofer Narciso y a Don  Rigoberto que sean los testigos de su boda con Amira, fiel sirvienta y ama de llaves desde la muerte de su esposa. Los dos hombres aceptan, atrayéndose así la enemistad de los mellizos hijos de Ismael a los que el padre llama “las hienas”.
Los embrollos en las dos historias son continuos aderezados por nuevos personajes: el “fantasmal” Edilberto Torres, los primos de Lituma, etc.
Al final, Mario Vargas Llosa busca un nexo de unión entre las vidas de los principales protagonistas y todo se soluciona de la mejor manera según criterio del escritor.
El problema, a mi parecer, viene cuando comparamos esta novela, sin duda bien escrita, con las anteriores  protagonizadas por personajes que aparecen aquí.
En ese caso, El héroe discreto queda como una novela amable que se lee con facilidad y mantiene el interés del lector, pero deja algunos cabos sueltos y carece de la profundidad, la enjundia y la riqueza en general que nos deslumbra en obras anteriores.

2 Comentarios

  1. De retirada, Quizás ? Una vez alcanzada la cima, bien sea en la Cordillera Andina o en la del Himalaya, una vez tocado el cielo con los dedos …. Qué más se le puede pedir a uno?

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