DOS LIBROS DE JORGE EDWARDS

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Atendiendo a las recomendaciones de Isa, vuelvo de la biblioteca con varios libros. Elijo para empezar la semana una obra del escritor chileno Jorge Edwards, Premio Nacional de Literatura 1994 y Premio Cervantes 1999.
De Jorge Edwards sólo he leído El origen del mundo,novela no demasiado extensa que tiene por marco la ciudad de Paris y cuyo principal protagonista es un médico septuagenario casado con una compatriota bastante más joven que él. Ambos forman parte de un grupo de chilenos afincados en la capital de Francia, uno de los cuales es un mujeriego empedernido.
La contemplación por parte de la pareja del cuadro de Gustave Courbet titulado “El origen del mundo” que muestra en primer plano el sexo de una mujer, sin que veamos la cabeza ni las piernas, hace pensar al doctor que podría tratarse de su esposa. Pensamiento que transmite a ésta, añadiendo además que a su amigo común (el mujeriego) le gustaba fotografiar en poses de carácter sexual a sus amantes. La reacción ofendida y ruborizada de la mujer, lleva al médico a deducir que ella también pudo haber sido una de esas amantes.
Obsesionado por la supuesta traición, el hombre es víctima de un ataque de celos tan intenso que, a pesar del posterior suicidio del amigo juerguista, se dedica a buscar pruebas de ese posible engaño. Es ahí donde Jorge Edwards despliega todo el talento narrativo que le caracteriza. De su mano, recorremos París buscando dichas pruebas, conocemos a personajes decadentes, otrora soñadores o famosos, y compartimos las reflexiones del doctor en relación con la política y la vida en general, en una detallada alegoría del fracaso, introducida por breves pensamientos de Séneca, Virgilio y Ovidio.
Idéntica maestría narrativa encontramos en El descubrimiento de la pintura. También aquí el libro empieza con la contemplación de un cuadro, el pintado en Chile (el relato se desarrolla en Santiago), por Jorge Rengifo Mira, Rengifonfo o Fonfo para los más cercanos, y que representa un paisaje.
Al parecer, el poseedor actual del cuadro, que es quien cuenta la historia, dando la impresión de que se trata del mismo Jorge Edwards, en una suerte de falsa (o no) autobiografía, lo consiguió por medios no demasiado lícitos y desea devolverlo a la que considera su propietaria legal. Esa intención le lleva a recordar todo aquello que compartió con Fonfo, pariente lejano de su madre, y las peculiares características físicas y psicológicas de éste: poco agraciado y de “torpe aliño indumentario”, expulsado del ejército por oscuros motivos, aficionado experto a la música clásica, trabajador en una cerrajería durante la semana y pintor los domingos de cuadros no valorados por los demás, para cuya ejecución se guía sólo por la inspiración propia, sin seguir nunca las directrices ni los modelos de algún maestro.
De nuevo en El descubrimiento de la pintura, libro escrito dieciséis años después que El origen del mundo, comprobamos las extraordinarias dotes de narrador que posee Jorge Edwards. Experto en mostrar con elegancia y muy pocos detalles los recovecos del alma humana, se aproxima con ternura a la persona y las circunstancias que rodean a Fonfo y que determinan su final. Aproximación que es crítica y amarga al referirse a otras personas y otras circunstancias de su propia historia y la de Chile.
En resumen, dos libros breves de un gran escritor, comprometido siempre, desde el principio, con la mejor y más noble literatura.

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