Son varios los calificativos que se me ocurren cuando pienso en la novela que acabo de leer. En principio podría decirse que es una novela original y sorprendente por la forma que tiene el autor de contarnos la historia y por los muchos caminos que, en apariencia, conducen al desenlace final.
En segundo lugar me parece una novela “joven”. Lo es el autor: Joel Dicker (29 años), lo son los principales personajes cuando ocurren los hechos que constituyen el núcleo del relato y lo es, por su actualidad, una buena parte del relato en sí: estudiante tramposo que se arroga un prestigio no merecido, catapultado al éxito con la primera obra que publica y que ha escrito según las directrices del también escritor y profesor de literatura Harry Quebert, enfrentado a la crisis de la “página en blanco” al pretender escribir la segunda, presionado por su editor neoyorkino que desea fabricar un best seller y le ofrece la ayuda de “escritores fantasma” y algunos elementos más que los lectores descubrirán sin duda.
La novela, que se titula La verdad sobre el caso Harry Quebert, tiene seiscientas setenta y tres páginas, resulta muy adecuada para leer en vacaciones y ha recibido numerosos premios: Goncourt des Lycéens, Gran Premio de la Academia Francesa y el premio Lire a la mejor novela en lengua francesa; además, los lectores de El País la han elegido como Mejor libro del año.
Con estos antecedentes, sería absurdo negarle merecimientos a La verdad sobre el caso Harry Quebert. En el mundo del “género negro”, la historia que nos cuenta el joven y famoso escritor Marcus Goldman, centrada en la investigación de un doble asesinato por parte de varios policías y de él mismo en la pequeña y aparentemente tranquila ciudad de Aurora, a la que ha regresado a petición de Harry Quebert que piensa que la tranquilidad de la ciudad contribuirá a que venza el desastroso síndrome de la página en blanco e ideé su segunda novela, atrapa e interesa desde el principio.
La simultaneidad entre sucesos ocurridos en tiempos diferentes, las inteligentes salidas falsas que Joël Dicker presenta para confundir al lector y las indicaciones que, en relación con la escritura, el autor veterano proporciona a su aventajado alumno, aportan una considerable calidad a la trama.
Una trama con multitud de elementos diferentes que mantienen la intriga hasta las últimas líneas del libro. Y quizá ahí resida una posible objeción por mi parte: la gran cantidad de elementos de despiste me resulta un tanto artificiosa.
Artificio que, unido a lo poco creíbles que me parecen algunos personajes, contribuyó a que calificase de “joven” en el inicio de este comentario a La verdad sobre el caso Harry Quebert del escritor nacido en Ginebra Joël Dicker.