EL SUEÑO ETERNO

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Buscando, buscando libros con los que paliar de alguna manera el calor asfixiante de estos días, recurrí a un clásico de la novela negra, género con el que casi siempre logro evadirme cuando las circunstancias son adversas.
El clásico esta vez fue Raymond Chandler y la obra, que aún no había leído pese a estar publicada en 1939, El sueño eterno.
El sueño eterno, que fue llevada al cine en 1946 con Humphrey Bogart y Lauren Bacall en sus principales papeles, tiene como protagonista al detective privado Philip Marlowe, que aparecerá en otras muchas novelas de Chandler.
En ésta, el detective es contratado por el general Sternwood, envejecido y enfermo, para que intervenga en un caso de chantaje. El general, de familia enriquecida gracias al petróleo, tiene dos hijas: Carmen, 20 años y un tanto desquiciada, y Vivian, algo mayor y con relaciones matrimoniales desastrosas.
El chantaje está relacionado con Carmen, y al comenzar las averiguaciones, Philip Marlowe descubre que el interés del general se centra, más que en el chantaje en sí, en la desaparición del último marido de Vivian, Rusty Regan.
La trama de la novela no es fácil de seguir, o quizá mi cabeza no está para demasiadas complicaciones. El caso es que ante el detective se abren varios frentes: libros pornográficos, deudas de juego y un asesinato tras otro.
El sueño eterno encierra una crítica mordaz y sarcástica de esa sociedad decadente y sin valores envilecida por la abundancia de dinero. Personajes y ambientes se hayan perfectamente retratados, desde el mayordomo del general, hasta el policía de la ciudad que hace suyos los éxitos del detective; sin olvidar los matones, chantajistas, mafiosos, etc.
El sarcasmo y la ironía se encuentran, sobre todo, presentes en los diálogos que Philip Marlowe mantiene con el resto de las personas que aparecen en el relato.
Pero pese a reconocer sus seguros méritos literarios, El sueño eterno no me ha convencido. La historia que nos cuenta Raymond Chandlerestá demasiado embrollada; hay desapariciones que no acabas de saber por qué se producen y asesinatos que tampoco sabes quién los cometió.
Tal vez el calor afecta de un modo negativo a mi cerebro y tendré que leer, más adelante, otra novela negra de este autor que me permita ser más objetiva.
Hoy por hoy me quedo con Andrea Camilleri, Donna Leon, Patricia Corwell, Agatha Christie y el grupo sueco (son varios y con nombres difíciles). Ninguno de ellos te hace sudar como sucede con El sueño eterno del famoso escritor americano.
 
 
 

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