En ocasiones, al escribir estas breves reseñas de los libros que leo, suelo repasar la biografía de sus autores, algunos de ellos desconocidos para mí; y en bastantes de esas biografías descubro que sus protagonistas disfrutaron de excelentes bibliotecas familiares, lo que les permitió acceder desde niños a la mejor literatura.
Uno de esos privilegiados fue Stefan Zweig cuya familia, de la alta burguesía austriaca, le proporcionó todos los medios para adquirir una sólida formación literaria. También es cierto que el joven Stefan, como relata en El mundo de ayer, mostró bien pronto gran curiosidad por todo lo relacionado con la cultura y se convirtió más tarde en un excelente alumno universitario y en un agudo observador de los tipos humanos que lo rodeaban.
Las cualidades citadas se aprecian a la perfección en Miedo, última obra que acabo de leer del escritor vienés y con la que deseo empezar el mes de abril, al ser Stefan Zweig un autor que recomiendo siempre.
La protagonista de Miedo es Irene, bella mujer de 28 años casada con un magistrado prestigioso y madre de dos hijos de corta edad. Irene vive una vida despreocupada llena de lujos y diversiones; hasta que durante un baile entabla relación con el pianista que ameniza la fiesta y se convierten en amantes.
La primera página de la novela nos habla ya del miedo. Un miedo que la joven considera irracional, pero que experimenta de manera intensa en las escaleras del piso del pianista cada vez que mantiene con él un encuentro amoroso. Miedo a que alguien pueda verla, a que la reconozcan pese al velo que cubre su rostro, al escándalo social y familiar que ese reconocimiento supondría.
Los temores de Irene se hacen realidad cuando encuentra, en el momento de escapar hacia la calle, a una mujer que dice ser la novia de su amante. La mujer se enfrenta a ella de forma violenta, amenazándola con publicar lo que está sucediendo si no le da dinero.
Se inicia de ese modo un chantaje que aterroriza a la joven esposa y la conduce, conforme la chantajista aumenta sus exigencias, a que se replanteé lo que ha sido su vida hasta esa fecha, la relación con su marido y sus hijos, su despreocupación y superficialidad. Empieza a valorar todo lo bueno que hay a su alrededor, ahora que parece estar a punto de perderlo.
Con el estilo ágil, profundo y elegante que le caracteriza, Stefan Zweig profundiza en los sentimientos de Irene, realizando un extraordinario análisis psicológico del personaje y de sus circunstancias.
El lector, conforme avanza la lectura, siente el terror de la joven, sus vacilaciones y su arrepentimiento.
El final, tan sorprendente como inesperado, permite comprender por qué las novelas de Stefan Zweig fueron superventas en su tiempo.
En la actualidad para mí cualquier libro de este escritor supone un auténtico placer.