Tras leer Tiempos de hielo de la escritora francesa y Premio Princesa de Asturias 2018 Fred Vargas, sentí curiosidad por conocer algunos datos más de la historia del comisario Adamsberg que en Tiempos de hielo se dan por sabidos.
Dos han sido las obras que me han permitido aproximarme a esa historia esta semana. La primera, El hombre de los círculos azules, obtuvo el Prix du Festival de Saint-Nazaire 1992. Presenta a Adamsberg recién nombrado comisario en París, en el distrito 5. Ascenso obtenido por haber resuelto cuatro asesinatos en su anterior destino.
Pese a sus reconocidos éxitos, los antiguos compañeros le consideraban un tanto asilvestrado (procedía de los Bajos Pirineos) y no acababan de entender cómo sin un método sistemático y científico de investigación, de manera casi intuitiva, lograba resolver los casos.
Junto a Adamsberg trabaja ya el inspector Danglard, y también se nos habla de Camille, la joven de la que el comisario está enamorado. Apunto estos nombres porque los hallamos de nuevo en la segunda obra aludida: Huye rápido, vete lejos publicada en el año 2002.
El hombre de los círculos azules tiene sólo 196 páginas. Una de sus protagonistas es Mathilde Forestier, oceanógrafa que, cuando no estudia peces en los océanos, se dedica a estudiar personas. Así encuentra a un hombre que dibuja por las noches en lugares solitarios círculos azules, en el centro de los cuales sitúa objetos que tiran los viandantes o algún animal muerto. Al lado del círculo hay una inscripción: Víctor, mala suerte, ¿qué haces fuera?
La cuestión se complica cuando en el centro del círculo aparece una persona asesinada. Entonces el comisario y su método intuitivo entran en juego.
Debo decir que si éste fuese el primer libro que hubiese leído de Fred Vargas, no habría buscado ninguno más. Aunque el eje central del argumento sea original y la figura del comisario se aparte de la norma, la mayoría de los personajes se comporta de un modo absurdo, sin que ese comportamiento aporte nada al relato. Por otro lado, el ritmo de la narración es muy lento y la trama criminal resulta demasiado rebuscada. Tanto, que he terminado el libro sin haber descubierto por qué el hombre de los círculos azules coloca junto a ellos la citada inscripción; y, la verdad, no me apetece una segunda lectura.
Pasan los años. Fred Vargas continúa escribiendo novelas policiacas con los personajes señalados y otros de creación nueva, entre ellos los llamados evangelistas que darán nombre a una serie distinta, pero que tendrán un papel en el segundo libro al que me he referido, Huye rápido, vete lejos en el que el dibujo que vemos del comisario Adamsberg y todo lo relacionado con los hechos que ha de investigar, muestran con creces la madurez creativa de la autora.
Aquí las calles de París están limpias de círculos azules. Sin embargo, en las puertas de cada vez más edificios alguien dibuja un cuatro invertido y debajo tres letras: CLT.
Previamente a estas apariciones, Joss, un viejo marino bretón que abandonó la profesión porque siendo capitán de un barco, tras explicar al patrón que no estaba en condiciones de navegar, forzarle éste a hacerlo y morir dos marineros en una tormenta que estalló durante la travesía, al regresar a tierra, se enfrentó a él y le golpeó. Por ello fue encarcelado y al término de su condena nadie quiso contratarle.
Ahora, ya viejo, en un distrito humilde de París ejerce de pregonero, tras aceptar la sugerencia del fantasma de su bisabuelo que también lo fue.
Para realizar esa función, ha construido una urna que deposita en un lugar concreto, pidiendo a la gente que deje el dinero que corresponde al mensaje que se encargará de pregonar. El trabajo le va bien y le reporta beneficios, hasta que depositan en la urna, dentro de gruesos sobres de color marfil, unos textos extraños que parecen anunciar un peligro.
En el barrio donde vive Joss, junto a una serie de personajes con características singulares, existe un bar, el Vikingo, en el que suelen reunirse los vecinos, y un hotel propiedad de un anciano letrado, Herve Decambrais, que alquila habitaciones y ayuda a resolver los distintos asuntos que le plantean.
Decambrais escucha habitualmente los pregones de Joss e intenta descifrar el contenido de los extraños textos. Al fin descubre que son fragmentos de tratados sobre la peste escritos a lo largo de los siglos, y sospecha que anuncian una nueva epidemia. Esa sospecha le impulsa a acudir, acompañado de Joss, a la comisaria dirigida por Adamsberg.
En paralelo a las actividades de Joss, Decambrais y resto de vecinos, Adamsberg ha recibido la visita de una mujer que ha visto en las puertas de las viviendas de varios edificios en París los cuatros invertidos y las letras. Al investigar la denuncia, comprueban que siempre queda una puerta por marcar.
La coincidencia temporal entre la aparición de los dibujos y el depósito en la urna de los mensajes, hace que el comisario se preocupe. Preocupación que aumenta cuando en una de las viviendas con la puerta no marcada se comete un asesinato.
Huye rápido, vete lejos tiene 416 páginas y mucha y variada riqueza de contenidos, que seguro atraerá la atención del lector y que resulta imposible resumir en pocas líneas. Por mi parte debo decir que me ha gustado tanto como Tiempos de hielo y constituye un excelente acicate para seguir leyendo a Fred Vargas.