Hace ya algunos años, concretamente en el 2011, leí un libro de la escritora de nacionalidad canadiense y estadounidense Sara Gruen titulado Agua para elefantes; me pareció una novela entretenida y de lectura fácil.
Así que, tras aconsejar a uno de los grupos de lectores de los que formo parte que leyeran El jinete polaco, y comentar entre todos la obra de Muñoz Molina, consideré conveniente suavizar el ritmo con una novela del todo distinta, y elegí El agua de la vida de la citada Sara Gruen.
Los principales protagonistas de El agua de la vida son Maddie y Hellis Hyde, un joven matrimonio de clase alta de Filadelfia que, en 1944, viven en la ciudad una vida de lujos y fiestas, ajenos a la 2ª guerra mundial que asola gran parte del planeta; en ese modo de vivir les acompaña Hank, amigo de Hellis.
El padre de Hellis ha sido general y no soporta que su hijo, aquejado de daltonismo, no participe en la guerra (tampoco lo hace Hank porque tiene los pies planos).
El caso es que, tras una de esas fiestas en la que Maddie y Hellis se emborrachan y montan un escándalo, el general, indignado, los echa de casa.
Ante el negro futuro, Hellis decide viajar a Escocia en busca del monstruo del lago Ness. Su padre lo buscó en un tiempo sin resultados. Encontrándolo, el joven pretende demostrarle lo mucho que vale. Le acompañarán en el viaje su esposa y su amigo Hank.
Escocia está afectada por la guerra y ni el alojamiento que les espera ni lo que en él se les ofrece, responde a las expectativas de los tres.
El choque con la nueva realidad resulta traumático en diversos aspectos. De ahí se van a derivar una serie de circunstancias que lo cambiarán todo, hasta llegar a un final de novela rosa tan increíble como los distintos personajes que pueblan la narración.
El agua de la vida tiene 448 páginas, en algunas de ellas la autora agradece a un buen número de personas la ayuda que le prestaron mientras investigaba sobre Escocia, el monstruo, el desarrollo de la guerra, los efectos sobre dicho territorio y Gran Bretaña en su conjunto, etc., etc.
La verdad es que no entiendo cómo se puede obtener un resultado tan pobre si se cuenta con la ayuda de tantas y tan ilustres personas.