TRES DÍAS Y UNA VIDA

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Tres días y una vida es el cuarto libro que leo del escritor francés Pierre Lemaitre. Los anteriores, comentados ya en Opticks, fueron Nos vemos allá arriba, por el que recibió el Premio Goncourt en el año 2013, Irene y Rosy & John. Los dos últimos pertenecen a la serie policiaca que protagoniza el comandante Camille Verhoeven.
Teniendo en cuenta que Pierre Lemaitre pretende hacer de cada uno de sus libros un ejercicio de admiración por la literatura, me enfrenté con buen ánimo a Tres días y una vida. Puedo afirmar que la manera de contarnos la historia, una historia no muy distinta al iniciarse de la que puede verse reflejada en cualquier página de sucesos, interesa de principio a fin.
Aun tratándose de un libro bastante breve, 222 páginas, Pierre Lemaitre organiza la narración en torno a tres fechas: 1999, 2011, 2015, que coinciden con etapas importantes en la vida del protagonista.
Todo empieza en 1999 con la desaparición del niño de 6 años Rémi Desmedt cerca de la Navidad en Beauval, un pueblo de la Francia interior que fue próspero en un tiempo gracias a los empleos facilitados por una fábrica local de juguetes de madera que ahora tiene problemas.
En Beauval vive el principal protagonista de la historia, Antoine Courtin, un chico de 12 años hijo único. Sus padres se divorciaron cuando él era pequeño y a pesar de que su padre, que vive en Alemania, le envía un regalo en cada cumpleaños, no siente por él ningún apego, al contrario de lo que le sucede con respecto a su madre, de cuya felicidad se considera responsable e intenta no hacer nada que la disguste.
El carácter reservado de Antoine origina que no sea demasiado popular entre sus compañeros de colegio y que tenga por amigo a Ulises, un perro que le acompaña a todas partes aunque es propiedad de su vecino, el señor Desmedt. Rémi Desmedt, hijo pequeño del citado señor, admira a Antoine y le gusta ir tras él a una cabaña que el chico ha construido en el cercano bosque.
En todos los libros que he leído de Pierre Lemaitre una desgracia suele conducir a otra mayor. Aquí el atropello de Ulises por un automóvil que le deja malherido, hace que el señor Desmedt lo remate de un disparo, que Antoine contemple horrorizado la escena y que, al seguirle hasta la cabaña el pequeño Rémi, como era su costumbre, el chico descargue su rabia sobre él dándole un golpe en la cabeza que le provoca la muerte.
Hasta aquí puede contarse sin que se altere el clima desasosegante que crea de un modo magistral en todas sus obras el escritor francés. En este caso valiéndose de unos personajes del todo reales en sus virtudes y en sus defectos, en el ambiente cerrado de un pueblo en el que la desconfianza y el qué dirán lleva a la ocultación y a la mentira y, sobre todo, en el cúmulo de sentimientos encontrados: miedo, arrepentimiento, renuncia y expiación que determinan las acciones de Antoine, el sujeto principal del relato.
Si a lo dicho hasta ahora unimos un final tan sorprendente como inesperado, cerraremos con broche de oro una pequeña obra maestra.

 

2 Comentarios

  1. Los niños sólo protagonizan la 1ª parte. Las dos siguientes, que corresponden a los años citados, ya son adultos. Pero explicar esto más estropea la tensión que caracteriza al relato.

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