En el año 2021 Paloma Sánchez-Garnica quedó finalista del Premio Planeta con el libro que tituló Últimos días en Berlín.
En el año 2024 la escritora madrileña ganó el citado premio con la novela que hoy traigo a Opticks, se titula Victoria, que es el nombre de su protagonista.
Las historias narradas en ambas novelas discurren en escenarios parecidos, las principales protagonistas femeninas son alemanas y los sucesos acaecidos, así como sus consecuencias, pertenecen en gran parte a la misma época: prolegómenos de la 2ª Guerra Mundial y postguerra.
Es la razón por la que se me ocurrió pensar algo que la escritora me permitió corroborar después, al leer una de las muchas entrevistas que le hicieron con motivo del premio, y es que la información que compiló para escribir su primera novela le sirvió, por supuesto con ciertos añadidos, para la confección de la segunda.
En Victoria la acción se sitúa en un principio en el Berlín de 1946. La ciudad se la han repartido los ganadores de la guerra y los berlineses sobreviven a duras penas con una moneda devaluada y toda clase de carestías.
En este ambiente encontramos a Victoria, una bella mujer con una hija pequeña a la que cuida su hermana, menos agraciada, mientras ella aprovecha su belleza y sus dotes como cantante para ganar algún dinero.
Poco a poco la historia se va complicando; es lo que tienen estos libros, que requieren de un determinado número de páginas para interesar a las editoriales.
Lógicamente aparece un apuesto galán, norteamericano él, Robert Norton, que enamora a Victoria y le ayuda a sobrellevar sus problemas domésticos.
El ritmo de la novela se acelera con la intervención de personajes que protagonizan nuevos acontecimientos: científicos que valoran las capacidades de Victoria, espías al servicio de los soviéticos, habitantes de la América profunda, el Ku Klux Klan, el senador McCarthy y su cruzada anticomunista en Nueva York, la construcción del muro de Berlín, el Gulag y sus crueles efectos y hasta Edward R. Murrov, al que recordaremos por su valiente y valioso programa “Buenas noches y buena suerte”.
Casi quinientas páginas dan para mucho.
Lo anterior no quiere decir que Victoria no sea una novela entretenida, con personajes y sucesos tan variados, ha de serlo a la fuerza.
También es de justicia constatar que proporciona a los que no conocen lo acaecido esos años una visión aunque sea fugaz sobre los mismos.
Lo que ocurre, y vuelvo al premio en sí, es que estos relatos se limitan a presentar los hechos sin profundizar en ninguno de ellos y obligar de algún modo al lector a reflexionar y cuestionarlos.
Son novelas ligeras que se leen de corrido y entretienen. Al fin y al cabo es lo que se busca