Considerada como una de las mejores novelas escritas en inglés desde 1923, el libro que hoy traigo a Opticks, publicado por primera vez en 1945, se titula Retorno a Brideshead, su autor es Evelyn Waugh y está editado por Tusquets.
Antes de hablar de la novela en sí, considero conveniente dar unas pinceladas sobre su autor.
Evelyn Waugh (1902-1966), hijo de un importante crítico, editor y escritor inglés, estudió Historia Moderna en Oxford, donde según él había llevado una vida de pereza, disolución y derroche. Viajó por el mundo entero. Sirvió a la Corona en la Marina Real y en las Reales Fuerzas Montadas y participó en la Segunda Guerra Mundial con el grado de capitán.
Escribió Retorno a Brideshead en 1944, mientras convalecía de las lesiones que sufrió al saltar en paracaídas, y lo publicó al año siguiente. Previamente había publicado otras obras, por lo que era ya un escritor conocido y prestigioso.
De religión anglicana, se había convertido al catolicismo en 1930.
Algunos de los hechos que encontramos en la biografía del autor se relacionan con el contenido de la novela. Aunque considero que el más significativo de todos ellos es su conversión al catolicismo, proceso que tiene bastante que ver con las reflexiones y opiniones al respecto del narrador del relato, Charles Ryder.
Evelyn Waugh llegó a afirmar que el tema de Retorno a Brideshead era nada menos que la influencia de la gracia divina en un grupo de personajes.
El libro se inicia cuando Charles Ryder, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, vuelve con el ejército, en el que es capitán, a la mansión que había conocido veinte años atrás. En la mansión se ha instalado un campamento militar para adiestrar a las tropas que esperan marchar al frente. Charles Ryder ha cumplido 39 años y su labor en el ejército no le proporciona ya satisfacción alguna. Al llegar a la zona elegida para situar el campamento, comienza a recordar su estancia allí y la narración retrocede.
Al iniciar sus estudios en Oxford, Charles Ryder entró en contacto con Lord Sebastián Fryte, un joven excéntrico y juerguista que le atrajo desde el primer momento, convirtiéndose en inseparables.
Sebastián pertenece a la aristocrática y católica familia Fryte, propietarios de Brideshead, mansión o castillo de enorme belleza, ante cuyas estancias y jardines, Charles, invitado por su amigo, queda maravillado.
De hecho, se inicia en esas estancias como pintor, profesión a la que se dedicará posteriormente, inmortalizando en sus lienzos las lujosas vivienda de una clase social en decadencia antes de que el progreso o la ruina las hagan desaparecer.
Los Flyte, van a ser, junto a Charles, los personajes principales de la novela; aunque hay bastantes otros, igualmente analizados e inolvidables, porque cada uno aporta algo distinto que contribuye a la riqueza del texto.
La familia de Sebastián, con la que él no se siente muy identificado, está integrada por seis miembros que viven su catolicismo de forma distinta.
La madre, Lady Marchmain, fiel a sus creencias, las observa escrupulosamente y por medio de Nanny, la vieja nodriza, se las ha transmitido a sus hijos.
El padre, Lord Marchmain, construyó una capilla para su mujer en el recinto de la finca y vivió a su lado el catolicismo engendrando cuatro hijos. Después se cansó, se buscó una amante, se instaló en Venecia y pidió el divorcio, lo que nunca le fue concedido porque las creencias de su mujer lo impedían
El hijo mayor, Bridie, vive su religión según le han enseñado, igual que hace Cordelia, la pequeña de la familia y la más auténtica de todos.
Los medianos, Julia y Sebastián, se consideran agnósticos, pero a lo largo del relato iremos descubriendo hasta qué punto la religión va a influir en sus vidas.
Veamos lo que dice Sebastián al respecto: Ya ves que en el terreno religioso somos una familia variopinta. Bridie y Cordelia son fervientes católicos; Julia y yo somos medio paganos. Yo soy feliz, pero sospecho que Julia no lo es. La opinión generalizada sobre mamá es que es una santa, y papá está excomulgado…Yo no tengo la menor idea de cuál de ellos es feliz. De todas formas, desde todo punto de vista, la felicidad no parece tener nada que ver con este asunto…
Charles escucha a Sebastián, observa los comportamientos y, como agnóstico que es, discute y extrae sus propias conclusiones.
Unas conclusiones que muchas veces discute con Julia, con la que vivirá un amor apasionado.
La calidad de la novela se puede comprobar desde un principio en su detallado e inteligente análisis de ambientes y personajes.
Como los militares que esperan ser movilizados, sin que les mueva ningún afán patriótico y que contribuyen a la degradación del lugar en el que se sitúan, cuya belleza conoció bien Charles Ryder y que ellos no valoran en absoluto.
O los estudiantes de Oxford, que piensan más en la juerga que en los estudios, y el recinto de la universidad en el que se desarrollan sus hazañas.
O las vivencias de diversos personajes en Londres, París, Venecia, Nueva York, Centroamérica, Marruecos y en el barco que cruzará el Atlántico desde Estados Unidos a Inglaterra.
La verdad es que Retorno a Brideshead posee tal cantidad de elementos analizables, que podría escribir sobre ella varias páginas. Impresiona el final.
Terminaré diciendo con Manuel Hidalgo que es una novela extraordinaria, inteligente y delicada hasta lo sublime, a ratos mordaz, siempre suntuosa y sensual en sus descripciones y despliegues verbales, agudísima en la pulcritud de sus detalles tanto interiores como exteriores, culta en su escritura y en sus expresas alusiones y cosmopolita en sus escenarios.