El libro que hoy traigo a Opticks se titula Qué hacer con estos pedazos, su autora es la escritora colombiana Piedad Bonnet y está editado por Alfaguara.
Emilia, protagonista de Qué hacer con estos pedazos tiene 64 años, un trabajo que le satisface, un marido abogado que ya se jubiló, una hija casada que vive lejos, con la que se comunica de vez en cuando por whatsapp; una nieta, un hermano arquitecto que viaja mucho, una hermana muy ordenada, jubilada también, que se sacrifica gustosamente y de modo notorio por su padre anciano; una asistenta eficaz pero con problemas familiares y una posición desahogada.
En apariencia, la vida de Emilia discurre por los cauces adecuados para una persona de clase media.
Entonces, y ahí se inicia el libro, porque lo anterior lo sabremos después, al marido de Emilia se le ocurre remodelar la cocina sin habérselo comentado antes.
Ese hecho, en apariencia insignificante, provoca que la mujer empiece a analizar lo que ocurrió y ocurre a su alrededor, con una profundidad y autenticidad que duele por lo que tiene de extrapolable.
Duele porque las situaciones que describe y los sentimientos que dichas acciones desencadenan, no son desconocidos para las personas de cierta edad, que han soportado o soportan situaciones conyugales o familiares parecidas; ni para los jóvenes capaces de mirar a su alrededor, pretendiendo extraer una enseñanza de lo que acontece.
Emilia entiende que por no discutir, por pereza de cruzar la calle en palabras de Virginia Woolf, se ha ido amoldando a los deseos de los demás, permitiéndose sólo pequeños caprichos, como comprar libros que va amontonando en su biblioteca, otrora ordenada, y que cada vez más se está convirtiendo en un caos criticado por su marido y que sustenta, en el fondo, algún tipo de rebeldía.
A su propia situación conyugal, se une la enfermedad del padre, ya muy mayor, que obliga a un cuidado constante ejercido con meticulosidad por su hermana, lo que también da lugar a que Emilia se sienta culpable de no estar siempre disponible y busque explicaciones en su infancia, con un padre autoritario y una madre sumisa, que dejó su profesión de enfermera porque se lo pidió él y ocultó sus frustraciones en un afán exagerado y hasta enfermizo por la limpieza y el orden.
El proceso de envejecimiento del padre y de la madre, cuando se van perdiendo poco a poco todos los intereses, envejecer es renunciar, dejar atrás, hace que Emilia visualice de una forma muy clara lo que han sido hasta el momento presente sus renuncias; lo que ha dejado atrás, bueno y malo, que le ha llevado a sentir lo que siente y a preguntarse a los 64 años qué clase de persona es.
Junto al relato de la vida de estas tres mujeres citadas, está lo concerniente a la asistenta, por cuyas circunstancias familiares pocas veces se interesó Emilia y menos su marido.
Ahora, un hecho traumático hace que Emilia se vea involucrada en ellas y que la asistenta deje la casa. También en este caso las reacciones de ambos cónyuges son distintas.
