TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS

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En el año 2007 le regalé a mi amiga Mila el libro que hoy traigo a Opticks. Era una recomendación de mi compañero y gran lector Manolo. Por supuesto, yo confiaba plenamente en su criterio y ahora, que he tenido ocasión de leerlo, comprendo hasta qué punto estaba fundada esa confianza.

El libro se titula Trenes rigurosamente vigilados, su autor es Bohumil Hrabal y está editado por El Aleph.

Bohumil Hrabal nació en Moravia y murió en Praga. Considerado como uno de los grandes escritores checos del siglo XX, tal vez sea el más importante del periodo de la posguerra, pese a que la censura impidió en su país hasta 1975 la publicación de sus obras.

Maestro del humor y la ironía, es capaz de ver lo genial del absurdo de la vida y de las situaciones cotidianas. Trenes rigurosamente vigilados fue su segundo libro. Convertido en película por el cineasta Jiri Menzel, obtuvo en 1967 el Óscar a la mejor película extranjera.

En 1938 Bohumil Hrabal estudiaba derecho en la universidad de Praga cuando los alemanes invadieron Bohemia y Moravia, cerraron muchas instituciones, entre ellas las universidades, y obligaron a los estudiantes a convertirse en obreros.

Bohumil Hrabal empezó a trabajar como ferroviario y plasmó esa experiencia en Trenes rigurosamente vigilados.

Los acontecimientos narrados en la novela tienen lugar durante el año 1945. Su principal protagonista es un joven empleado del ferrocarril que cuenta en primera persona su historia familiar, entre excéntrica y dramática, y lo que va sucediendo en el desempeño de su trabajo.

La forma de narrar del escritor checo es tan perfecta, que visualizas sin dificultad lo que acaece.

Escenas como cuando el abuelo, de profesión hipnotizador, intenta detener los tanques alemanes con la fuerza de su pensamiento (el desenlace es previsible); o como cuando el factor Hubicka levanta las faldas de la telegrafista y le estampa en el trasero todos los sellos de la estación.

Cada personaje posee una característica que le hace especial, pese a tratarse de personas corrientes: el factor, la telegrafista, el jefe de estación, los familiares del protagonista, su novia, la joven de la resistencia que colabora para volar uno de los trenes “rigurosamente vigilados” que aportan armamento al frente, el soldado alemán al que no salva el medallón en forma de trébol de cuatro hojas que lleva colgado del cuello…

Insisto, se trata de personas corrientes, pero capaces del acto más risible y también del que los lectores podíamos considerar heroico.

En vez de toda la humanidad, Hrabal se interesa por el hombre corriente, al que considera un héroe: el hecho de poder y saber soportar su vida común, gris, monótona, sólo esto, según Hrabal es ya heroico.

Quizá por esa consideración, la mirada de Bohumil Hrabal sobre los personajes que crea, sean personas o animales (palomas, reses, caballos) es compasiva. Todos somos héroes.

Junto al heroísmo cotidiano, el humor, calificado por Milan Kundera como “plebeyo”. Me gusta el adjetivo. Plebeyo es el humor del pueblo, el humor ingenuo y entrañable de la gente que se burla primero de sí misma, que no se toma en serio e intenta recorrer el camino largo o corto de la vida haciendo, si no es posible el bien, al menos, poco daño a los demás.

Así que el humor plebeyo de Bphumil Hrabal no pretende dañar, tampoco es zafio ni grosero. El interrogatorio a la telegrafista por parte del superior del factor para castigar a éste, resulta desternillante y hasta tierno por las respuestas que le da la joven.

Trenes rigurosamente vigilados tiene sólo 118 páginas. De ese número tan reducido se vale Bohumil Hrabal para realizar, cito de nuevo a Milan Kundera: “Uno de los retratos más auténticos de la Praga mágica. El increíble matrimonio entre el humor plebeyo y una imaginación barroca”.

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