En ocasiones, he hablado en esta página de la importancia que tiene para mí el principio y el final de un libro. El principio, porque te predispone a favor de lo que vas a encontrar en él; el final, porque te induce a buscar otras obras de ese autor o, simplemente, por la sensación de bienestar que te provoca lo bien resuelto.
Té de Melisa, libro que hoy traigo a OpticKs, cuenta en su haber con un buen principio y con un buen final, aunque también el resto de la historia demuestra los conocimientos literarios y las habilidades de su autora, Andrea Iruela Domenech, que ha ganado con esta obra, escrita para el público infantil, publicada por Anaya e ilustrada por David Guirao, el XL Concurso de Narrativa Infantil Villa de Ibi 2022.
El principio de Té de Melisa presenta a los Gómez, un matrimonio de alto poder adquisitivo que ha preparado un futuro brillante para el hijo, o hija que piensan adoptar. El problema es que cuando les entregan a la niña, huérfana número 9457, comprueban que le faltan los dedos pulgares de ambas manos. Su decepción es enorme porque ya no podrá jugar a baloncesto ni tocar el violín ni…
Así que después de algunas dudas, deciden abandonarla en Los Robles 15 junto a una maceta de Melisa.
El dueño de la casa y de la maceta era el señor Capibara, un roedor muy inteligente que, tras intentar averiguar dónde estaban los padres de la pequeña, opta por acogerla hasta aclarar el enredo, le pone el nombre de Melisa, la lleva a la escuela y le enseña a escribir con los dedos de los que dispone.
Hasta ahí todo perfecto, a excepción de los vecinos. En Los Robles 13 vive el señor Humberto Pruñonosa, dueño de una empresa especializada en derribar edificios. El señor Pruñonosa ha construido su casa sobre una gruesa capa de hormigón, sepultando cualquier especie vegetal y cambiando los árboles por pérgolas con placas fotovoltaicas. Tanto él como Norma, su esposa, serían felices en aquella casa si no fuese por los martinicos, unos duendes malos, malísimos que molestan a la vecindad con toda clase de travesuras.
Andrea Iruela Domenech extrae a los martinicos de la literatura clásica (Don Juan Manuel, Calderón de la Barca…) a la que se dice aficionada; y a los capibaras de una noticia de prensa en la que se hablaba de cientos de ellos que habían llegado a Nordelta, en Tigre, provincia de Buenos Aires, recuperando poco a poco el territorio del que fueron expulsados por la deforestación y urbanización de su hábitat natural.
El señor Pruñonosa se vale de su posición y autoridad para exterminar a los martinicos; mientras que el señor Capibara, Melisa, la oca Jacinto y el hada Isidora se unen para todo lo contrario.
El desarrollo del relato incluye muchos más elementos que, seguro, son del agrado de los lectores, yo diría que de cualquier edad.
Si a esto añadimos que David Guirao el excelente ilustrador aragonés, se ha encargado de “poner luz a la historia”, como a él le gusta decir cuando se dedica a ilustrar obras literarias y disfruta profundizando con sus ilustraciones en aspectos que considera relevantes, podemos afirmar que Té de Melisa, es un libro muy recomendable.