Inauguro el año 2023 con el último libro de Lorenzo Silva, se titula La llama de Focea y está editado por Destino.
La anterior obra que comenté en Opticks de Lorenzo Silva fue Castellano, una sentida y certera aproximación al carácter y forma de ser de los habitantes de Castilla a partir de la historia de los Comuneros.
En La llama de Focea son dos la aproximaciones que realiza al autor, una al carácter de los gallegos y otra al de los catalanes.
Para explicar el carácter de los gallegos se apoya, además de en los distintos personajes que aparecen en el relato, en dos libros del escritor de esa tierra, Domingo Villar, fallecido en mayo del 2022: Ojos de agua y El último barco, ambos comentados en Opticks como homenaje tras su muerte.
De igual modo, para hablar del carácter de los catalanes, cita un libro y un escritor de referencia, se trata de Jaume Vicens Vives y sus Noticias de Cataluña. Con menor despliegue cita también a Marcelo Capdeferro, Otra historia de Cataluña; Santiago Rusiñol, L’auca del señor Esteve y Merce Rodoreda, La plaça del Diamant.
Lo interesante para mí es que todas esas aproximaciones sociológicas, psicológicas, literarias e históricas, incluyendo el significativo título del libro, forman parte de una novela policiaca, la décimo tercera de la serie protagonizada por la pareja de guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, que deberán resolver el asesinato de la joven catalana Queralt Bonmatí, cuyo cadáver ha sido encontrado en un paraje idílico del Camino de Santiago en la provincia de Lugo.
La noticia le llega a Bevilacqua mientras está de vacaciones en Lanzarote con su madre. En la isla trabaja su hijo Andrés, que ha seguido sus pasos en el cuerpo, y la novia de éste.
Al ahora subteniente le llaman la brigada Virginia Chamorro, que ya se encuentra en el lugar del crimen con su equipo; y el Teniente General Piñeira, antiguo compañero suyo en el País Vasco en la lucha contra la banda terrorista ETA, que le advierte que al padre de la chica, Ferran Bonmatí, expolítico y acaudalado empresario vinculado al independentismo catalán, se le investiga por sus actividades ilegales en el desafío al Estado español, en las que al parecer cuenta con la ayuda de importantes amigos rusos.
La investigación por el asesinato de Queralt se inicia en el otoño del 2019, lo que le sirve a Lorenzo Silva para explicar por medio de los personajes que vivieron lo ocurrido esos días: policías, guardias civiles, mozos de escuadra e independentistas, lo sucedido en Cataluña.
En paralelo a esta investigación, el hecho de volver a Barcelona, hace que Bevilacqua rememore el pasado, cuando fue destinado a esa ciudad en víspera de las Olimpiadas del 92, recién casado y a punto de tener su primer hijo, y colaboró en la erradicación de Terra Lliure.
Es en estos capítulos cuando Bevilacqua pretende conocer las características de las personas que pueblan su lugar de destino desde antiguo, lo hace con ayuda de los libros citados que le recomienda un comandante.
Por las anteriores novelas de la serie, sabemos que Bevilacqua es una persona culta y un gran lector. En La llama de Focea se aproxima ya a la vejez, así que sus reflexiones filosóficas, musicales y literarias se acompañan de la nostalgia de un tiempo pasado, que revive al narrar la etapa del 92 con sus luces y sombras personales y de la ciudad a la que ahora ha vuelto.
El análisis del presente, con todo lo que llevó consigo en aquellos complicados momentos, se ajusta a los acontecimientos que los medios de comunicación fueron mostrando.
La investigación policiaca que destaca la rebeldía de la joven que se enfrenta a su padre por una serie de circunstancias, está perfectamente integrada en la trama.
En general y en positivo, abundan los personajes femeninos; otra contribución del escritor a los tiempos actuales.