Retomo las reseñas habituales en Opticks con un nuevo libro de literatura en este caso juvenil.
Debo decir que yo pasé de los cuentos de hadas y los tebeos a la literatura para adultos. No hubo etapa intermedia. Así que me está sorprendiendo gratamente encontrar libros muy bien escritos dedicados a un público joven.
Éste es el caso de La sonrisa de los peces de piedra, obra de la escritora madrileña Rosa Huertas, que recibió el XIV Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil en el año 2017 y está ilustrado por Javier Olivares.
Leo que Rosa Huertas defiende la llamada “literatura de frontera”, un recurso para llegar al lector juvenil hablándole como adulto y ofreciéndole un compromiso de calidad.
Leo que ha escrito varias obras dedicadas a este público. Obras en las que aparecen personajes tan importantes como Lope de Vega, Cervantes, Larra o García Lorca protagonizando relatos en los que también intervienen jóvenes, lo que permite aproximar a la juventud a la literatura universal de un modo ameno a la par que didáctico.
Javier Olivares es un importante ilustrador madrileño como Rosa Huertas. Aquí realiza la portada del libro y cuatro ilustraciones interiores con las técnicas de los cómics publicados en la década de los 80.
La historia que contiene La sonrisa de los peces de piedra se desarrolla en Madrid. Sus principales protagonistas son una chica y un chico de dieciséis años, Ángela y Jaime, con los problemas e inquietudes característicos de la edad, que se conocen en un cementerio después de que Julia, la madre de Jaime, que es madre soltera, vaya a visitar la tumba del abuelo que acaba de morir y el chico la descubra llorando ante otra tumba de un hombre para él desconocido cubierta de cáscaras de pipas.
El llanto de su madre y la ausencia de explicaciones al mismo, despiertan la curiosidad del muchacho que decide volver al cementerio, en el que encuentra a Ángela, que resulta ser la hija del desconocido, amante como ella de las pipas.
De forma progresiva las vidas de los jóvenes se van enlazando con ayuda de un diario que escribe Julia y que Jaime lee.
El diario nos traslada al Madrid de los 80, juventud de Julia, y describe la época de la “movida”: canciones, modas, ambiente nocturno, rebeldía, drogas, etc.
Son muchas las cuestiones que hacen interesante este libro.
En primer lugar, está muy bien escrito y perfectamente documentado.
En segundo, el relato en sí atrae el interés desde el principio: el cementerio, las reacciones de Ángela y de Jaime ante su contenido, las diversas intrigas que se plantean y no se resuelven hasta el final, los cambios experimentados por la ciudad a lo largo del tiempo y otros detalles propios de una autora con amplia experiencia en este campo.
En tercer lugar, la aproximación a una época histórica que Ángela y Jaime descubren poco a poco. Lo que les permite conocer en profundidad los ambientes en los que se desenvolvieron sus padres, compararlos con los que viven ellos, reflexionar sobre cuestiones que nunca se habían planteado y realizar una valoración de todo lo bueno que poseen.
Por Mª José Alés