MEJILLONES PARA CENAR

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Hoy traigo a Opticks un libro muy breve, 112 páginas, pero con una gran riqueza de contenido. Se titula Mejillones para cenar, está editado por La Galera y lo publicó en 1990 la autora alemana Birgit Vanderbeke que recibió por él el prestigioso premio Ingerborg Bachmann.

Aquel día había mejillones para cenar, pero esto no era ni una señal ni una coincidencia. Cierto que era algo inusual, pero está claro que no era ninguna señal, aunque más tarde alguna vez hemos dicho, aquello fue un mal agüero…

Ese es el tono con el que se expresa la hija mayor de una familia de cuatro miembros: los padres, una chica y un chico, procedentes de Alemania del Este, mientras esperan al padre que, una vez que lograron pasar a la Alemania Federal, se esforzó mucho por mejorar en la empresa en la que encontró trabajo y ahora está a punto de conseguir un importante ascenso.

Para celebrar ese ascenso más que probable, la esposa ha comprado cuatro kilos de mejillones, comida favorita del marido.

Mientras los limpia y los cocina, la hija inicia una larga reflexión sobre la convivencia familiar, a la que añade, en ocasiones, algún diálogo con el hermano y, sobre todo, con la madre que secunda o recrimina las opiniones negativas de la joven, que aumentan en intensidad cuando preparan la mesa, se sientan a esperar al ascendido y el tiempo pasa sin que llegue.

Poco a poco vamos profundizando en la clase de familia que desea lograr el padre. Hijo de madre soltera que a duras penas consiguió sacarlo adelante, aprovechó el esfuerzo materno para cursar una carrera de tipo científico relacionada con las Ciencias Naturales, de la que se siente muy orgulloso y que le ha permitido ascender en la escala social.

Desde su nueva posición, se avergüenza de sus orígenes, exige a su esposa y a sus hijos un comportamiento acorde con lo que considera debe ser una auténtica familia burguesa y, al no responder como cree debe hacerse, les castiga y les humilla.

Todo esto lo vamos descubriendo conforme pasan las horas y la presión paterna se ve cada vez más lejana. No sé qué habría sucedido si hubiéramos podido cenar a las seis como siempre. Es sorprendente lo que hace la gente cuando algo se sale de lo corriente, se produce una pequeña desviación de la normalidad y de pronto todo es distinto, radicalmente distinto.

En un principio, deducimos por los comentarios de la chica, que el padre se preocupa mucho por su familia; todo está planificado y ejecutado con un determinado fin  El problema es que ese fin sólo existe en la mente del hombre. La madre se va “amoldando” para evitar conflictos y los hijos han de responder a los deseos paternos. Algo que no sucede porque el chico se muestra débil y mal estudiante y la chica, aunque buena estudiante, es rebelde y huraña.

El análisis de todo lo acaecido en la vida de la familia resulta demoledor, y aunque puede parecernos propio de un tiempo y de unas circunstancias superadas en nuestro desarrollado e igualitario mundo, no es ajeno a experiencias conocidas en la actualidad.

La novela se lee en unas horas. Pese a la brevedad, la autora no deja de citar ningún detalle significativo que nos permita analizar en profundidad el comportamiento del padre, y la respuesta que obtiene del resto de las personas que componen la familia; tiene un ritmo ascendente, y el hecho de no conocer la causa del retraso prolongado, a lo que se alude de forma reiterativa, mantiene el suspense y el desasosiego hasta llegar a la última página del libro.

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