Bruce ha experimentado algunos problemas y recientemente se le ha diagnosticado afasia, que está afectando a sus habilidades cognitivas.
Las líneas anteriores forman parte del comunicado en el que la hija del actor Bruce Willis alude, a través de las redes sociales, a la enfermedad que obliga a su padre a abandonar la interpretación.
La afasia es un trastorno del lenguaje que se caracteriza por la incapacidad o la dificultad de comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica.
Al leer en el periódico esta noticia, he recordado un libro en el que la principal protagonista también padece afasia. Se trata de Las gratitudes publicado por Anagrama y escrito por Delphine de Vigan.
Hoy ha muerto una anciana a la que yo quería. A menudo pensaba:<<Le debo tanto.>>O: <<Sin ella, probablemente ya no estaría aquí.>>
Pensaba: <<Es tan importante para mí.>>
Importar, deber. ¿Es así como se mide la gratitud?
La que habla es Marie, segunda protagonista de Las gratitudes. La anciana a la que se refiere se llama Michka, es judía, fue correctora en un periódico hasta su jubilación, no tiene familia y se ocupó de Marie cuando era pequeña porque su madre no le prestaba la atención necesaria. Una atención que la joven ha prestado a la anciana al hacerse mayor.
Ahora los problemas de movilidad y afasia que padece Michka aconsejan su ingreso en una residencia. Allí recibirá las visitas de Marie y contará con los cuidados de Jérôme, logopeda del centro y tercer protagonista del relato.
Soy logopeda. Trabajo con las palabras y con el silencio. Con lo que no se dice. Trabajo con la vergüenza, con los secretos, con los remordimientos. Trabajo con la ausencia, con los recuerdos que ya no están y con los que resurgen tras un nombre, una imagen, un perfume. Trabajo con el dolor de ayer y con el de hoy. Con las confidencias. Y con el miedo a morir.
Jérôme resume así un trabajo que veremos reflejado en la relación que establece con Michka. Una relación en la que la gratitud ocupará un lugar importante cuando se implica, junto con Marie, en la búsqueda del matrimonio que, en los años de ocupación alemana, la acogieron salvándola de la muerte de la que no pudieron escapar sus padres, prisioneros como tantos judíos en un campo de concentración.
En relación con la forma, Las gratitudes es una obra muy breve, 169 páginas, con líneas muy espaciadas, frases cortas y fácil lectura.
En cuanto al contenido, tiene el tono intimista y reflexivo característico de la autora francesa que obtuvo un éxito internacional con Nada se opone a la noche, libro autobiográfico que comenté en Opticks el 5 de marzo de 2017, y aquí muestra una habilidad especial para elegir las palabras que evidencian la afasia progresiva de la protagonista.
También en Las gratitudes hay algo de autobiográfico, ya que Delphine de Vigan afirma que la figura de Michka está inspirada en una tía suya que la acogió cuando las crisis que sufría su madre, que explica con gran realismo en Nada se opone a la noche, impedían el contacto familiar.
Tal vez por el conocimiento que posee de los personajes de sus libros, por haberlos observado y analizado en realidad, las características y actitudes de los mismos resultan tan creíbles.
En el caso que nos ocupa, el deterioro asociado a la vejez, la dependencia física, los silencios, los miedos, la dificultad de aceptar, como leemos en una de las páginas, que la vejez es aprender a perder.
Por otro lado, están las dudas, las justificaciones, los remordimientos porque quizá, en ocasiones, no supimos ser agradecidos; no supimos encontrar la medida de la gratitud.
Finalmente, aparece el peso del pasado, la importancia de las palabras, los gestos de ternura, los recuerdos amables de lo que se hizo bien; el continuado esfuerzo por alimentar, de todas las maneras posibles, la esperanza.