“Perdido en una interminable elipse de idas y regresos, conduzco con el mar a mi espalda. Viajo al pasado, al principio de mi tiempo, hacia la frontera de lo que soy”.
“El paso del tiempo reduce el tamaño de las imágenes, de los recuerdos. Todo regresa empequeñecido, desprovisto de su fulgor de entonces. Somos como gullivers transitando por la memoria”.
Son fragmentos del libro Interminable elipse, geografía de una memoria, escrito por Fernando Carrillo Cordero que acaba de publicar la editorial EdictOràlia.
Una Interminable elipse que el autor extremeño hace palabra en bellos textos, a veces descriptivos, a veces melancólicos, pero siempre poéticos, que constituyen un viaje introspectivo por la geografía de la memoria.
Fernando Carrillo nació en Cáceres y pasó su infancia en Herrera de Alcántara, en la zona fronteriza con Portugal. Sus raíces familiares, entroncadas a ambos lados de la frontera, junto con sus años de adolescencia en Cáceres, desde donde salió a principios de la década de los ochenta, determinaron en gran manera su forma de sentir y de pensar.
Una forma de sentir y de pensar que, si tenemos en cuenta la definición geométrica de elipse, se armoniza a la luz de los dos focos que existen en ella; dos focos y un solo centro.
Las personas que hemos nacido en un determinado lugar y residido gran parte de nuestra vida en otro, construimos nuestros recuerdos y nuestro ser actual a la luz de ambos focos.
Fernando Carrillo simboliza esa construcción transitando por una elipse interminable poblada de paisajes, de vecinos, familiares y ambientes del ayer desde el hoy: Cáceres, Malpartida, Plasencia, el Valle del Jerte, Las Hurdes, la comarca de Montánchez y el río Tajuña, Hervás, Trujillo, Valencia de Alcántara…
“Atravieso siberias desbordadas de horizonte. Nidos de cigüeñas ocupan las torres metálicas de la electricidad y los postes de madera del viejo tendido telefónico que resisten inertes el paso de los años. No hay corazón en ellos, pero sostienen, cada primavera, la vida”.
Lugares y personas, conocidas o anónimas, con las que reencontrarse o recordar. “Buscadores de horizontes que partieron un día desde esas mismas calles. Dieron nombre al Mar del Sur, conquistaron el imperio incaico, remontaron el Amazonas. Murieron trágicamente ávidos de paisajes”.
Interminable elipse, es un libro nostálgico, la nostalgia va unida a la memoria; igual que el desarraigo y la melancolía. También, en ocasiones, hay crítica en sus páginas al hablar del pasado. Pero se trata de una crítica exenta de amargura, de resquemor, diríamos que se trata de una crítica amable, porque el pasado no duele como antaño en el recuerdo.
Fernando Carrillo concluye Interminable elipse con lo que llama Notas para el viaje. Unas notas de carácter histórico, amplias y bien documentadas, en las que, pienso, debió apoyarse para escribir los textos poéticos del libro y que, junto con éstos, constituyen un hermoso homenaje a Extremadura, sus paisajes, su historia y sus gentes.