FERIA

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Hace varias semanas, Andrés Trapiello, en el artículo que escribe semanalmente en el periódico, se refería de forma admirativa al libro de una joven autora de la que yo no había oído hablar hasta ese momento.

Como me fío por completo del criterio literario de este escritor, conseguí la obra a la que hacía referencia. Mi sorpresa fue que iba ya por la octava edición. La editorial Círculo de Tiza la había publicado en octubre del año 2020.

El título del libro es Feria y la autora Ana Iris Simón.

¿Qué tiene Feria para haber logrado un éxito rotundo en tan poco tiempo? Pienso que, sobre todo, en sus páginas encontramos una forma distinta de mirar las realidades personales y ajenas. Luego está el modo de plasmar en papel esa especial mirada.

En la mirada de Ana Iris Simón hay autenticidad. Expresa lo que siente sin omitir la crítica; lo hace desde el convencimiento y la experiencia de haber vivido situaciones que no han aportado a su vida ni una pequeña parte de la riqueza que le ha ido aportando el convivir con los numerosos miembros de su familia: abuelos, padres, hermano, tíos, primos…

Hay tanto amor en la manera que tiene la autora de referirse a los suyos, que Feria emociona e impacta desde el primer momento. Un amor basado en el conocimiento y el respeto por la personalidad de cada uno. Un amor firme como la tierra que la vio crecer y alegre como las ferias en las que sus abuelos maternos tenían un puesto de juguetes.

Una familia y una tierra: La Mancha. “Tendré que llevarte al cerro de la Virgen y tendré que decirte que eso es La Mancha y que es de esa tierra naranja de donde venimos, que ese manto de esparto que no acaba nunca es lo que eres. Tendré que explicarte lo que es un Pueblo y sabrás que el nuestro está atravesado por tres realidades: la ausencia total de relieve, el Quijote y el viento. Tendré que recordarte que eres nieto de familia postal, bisnieto de campesinos y feriantes, tataranieto de carabinero exiliado y de quincallera, y que sientas entonces que eres heredero de una estirpe mítica”.

Así se dirige Ana Iris al hijo que está esperando y ése es el tono con el que narra lo vivido, desde que era una niña hasta el momento en el que optó por dejar Madrid para volver al pueblo y a la pequeña ciudad de provincias.

Madrid, la ciudad de las grandes oportunidades que, como a tantos jóvenes, le había ofrecido un piso compartido, empleos mal pagados e inseguros y un futuro que le condujo a sentir envidia de la vida que tenían sus padres a su edad.

Me he referido antes a la mirada y el modo de trasladarla al papel. Ana Iris Simón lo hace con agilidad, humor y sencillez plagada de poesía y enriquecida con diversos recursos literarios, como las citas de varios autores y la presencia continua de Cervantes y de su obra maestra: el Quijote.

Con Ana Iris vuelves al pasado y de su mano recorres La Mancha: alimentos, costumbres, vocabulario autóctono, paisajes, fiestas y tradiciones compartidas que empiezan a perderse porque la sociedad actual está guiada por otras querencias. Porque reivindicar valores que no sean los que muchos medios de comunicación difunden, valores arraigados en la esencia del ser humano que somos y que hacen que pertenezcamos, como bien dice Ana Iris Simón, a una “estirpe mítica”, puede provocar rechazo de los habitantes del redil, insultos y expulsión de la manada.

Sin embargo, para mí la lectura de Feria ha supuesto una alegría, y la acogida que se le ha dispensado por parte de tantas personas, una grata esperanza.

La esperanza de que haya muchos jóvenes que sepan mirar como lo hace ella. Que valoren el esfuerzo y el trabajo realizado por sus ascendientes y la tierra de la que ese trabajo obtuvo frutos. Que inculquen en los hijos que puedan ir viniendo el amor y el respeto a esos valores; y que cuando no estemos, nos recuerden con la misma ternura con la que Ana Iris recuerda a los suyos en las páginas radiantes de Feria.

 

 

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