Hace años, mi inolvidable amigo Kiko me recomendó un libro de un autor desconocido hasta ese momento para mí. El título del libro era Intemperie y el autor Jesús Carrasco.
Después he sido yo la que he recomendado ese libro a un buen número de lectores y todos han coincidido en que se trataba de una obra maestra.
Así que cuando un determinado libro te impacta tanto, en este caso la primera novela del citado escritor, te interesas por las siguientes publicaciones.
Su segunda novela fue La tierra que pisamos y no me gustó como la primera. Creo que el argumento, un tanto distópico, estaba muy lejos de las inquietudes y las vivencias de Jesús Carrasco. No encontraba la voz del autor de Intemperie.
El pasado febrero salió al mercado, publicada por Seix Barral, su tercera novela, Llévame a casa, y aunque no tiene nada que ver con las anteriores, sí que descubres en muchas de sus páginas a la persona que nos contó de forma magistral la desasosegante historia del niño perseguido y el pastor.
“Me propuse hacer una novela no optimista, porque no es mi estilo, pero que transitara de la penumbra a la luminosidad, donde el protagonista se fuera abriendo a la luz”. Así explica Jesús Carrasco sus intenciones al escribir Llévame a casa.
Juan, el principal protagonista, regresa desde Edimburgo al pueblo manchego de Cruces, en la comarca toledana de Torrijos, para asistir al entierro de su padre que ha muerto de cáncer.
Juan es ingeniero agrónomo y marchó a Edimburgo con la intención de aprender inglés, mientras fregaba platos, y trabajar después en algo relacionado con sus estudios. Ahora lo hace en un jardín botánico y considera la vuelta al pueblo como un paréntesis momentáneo.
Pero la situación se complica cuando su hermana mayor, Isabel, doctora en biología, que reside con su marido también biólogo y sus dos hijos en Barcelona, le dice que no puede continuar ocupándose de su madre como hasta ese momento lo hizo de ambos progenitores. La familia ha de marchar a Estados Unidos unos meses, a causa de un importante proyecto de investigación en el que el matrimonio está implicado. La madre no podrá quedarse sola, ya que le han diagnosticado principios de Alzheimer.
De esta manera, Juan, al igual que otras muchas personas de más de treinta años, ha de enfrentarse a unas responsabilidades que le abruman e intentará esquivar.
La madre, la fábrica de puertas que había creado el padre con Germán como único empleado, de la que él huyó enseguida que pudo; Fermín el amigo de infancia, costumbres y paisajes, cavilaciones continúas… Todo se va enredando en torno a Juan, con ayuda de una red de afectos, gracias a la que el joven mira a su madre y a lo que le rodea con ojos renovados y, como dice el autor, se va abriendo a la luz.
Cuenta Jesús Carrasco que este libro es en parte autobiográfico. También él creció en la comarca de Torrijos y vivió en Edimburgo, también aprendió inglés fregando platos y también murió su padre sin que estuviese a su lado.
Quizá por eso Llévame a casa es una obra auténtica y del todo actual que induce a la reflexión y al diálogo, ya que aborda cuestiones con las que muchos nos hemos enfrentado: el alejamiento del entorno, los padres mayores y dependientes, la responsabilidad no compartida, los antiguos amigos, la pérdida de los seres queridos, el Alzheimer…
Narrado en tercera persona, con sencillez y un estilo fluido, destaca en el relato, junto a la multitud de pequeños detalles momentáneos, la bondad de las personas que rodean a Juan desde que vuelve de Edimburgo: Su hermana, su cuñado, Germán, Fermín, el médico de su madre y la enfermera, el funcionario que le informa de la pensión de viudedad… Toda esa buena gente pienso que contribuye a que la realidad aparezca ante él de otra manera y cambie de actitud.
De todas formas, Llévame a casa no esconde el fracaso, la enfermedad o la muerte, sólo que no se recrea en los lados oscuros del vivir y la bondad lo dulcifica todo, haciendo que este libro, en los complejos tiempos que vivimos, sea valioso y recomendable.
