La guerra de los pobres es un breve libro, 94 páginas, del escritor francés Éric Vuillard que acaba de editar la editorial Tusquets.
De Éric Vuillard sólo he leído El orden del día, novela que narra cómo se gestó el ascenso de Hitler al poder y mereció el Premio Goncourt en el año 2017.
Como su nombre indica, La guerra de los pobres recoge diversos enfrentamientos mantenidos a lo largo de la historia entre las personas más pobres de la sociedad, sobre todo campesinos, aunque también artesanos, y las clases dominantes representadas por la nobleza y el clero.
Con frases cortas y estilo directo y muy literario, el autor nos habla extensamente del alemán Thomas Müntzer (1489-1525). De niño, contempla como ahorcan a su padre. Más tarde, dada su gran inteligencia, estudia teología, convirtiéndose en un brillante teólogo.
En un primer momento, sigue las enseñanzas de Lutero, aunque después le abandona por no ser fiel a lo que predica. El joven teólogo exige que la fidelidad a las enseñanzas evangélicas sea total, cree en una cristiandad auténtica y pura: “No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Thomas Müntzer, como un nuevo profeta, desea compartir con todo el mundo en la lengua que el pueblo conoce, que no es precisamente el latín, lo que considera la función principal de un cristiano: Implantar el Reino de Dios en la tierra, según los mandatos extraídos de diversos textos de la Biblia, “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”.
En ese nuevo reino todos los seres humanos tendrán los mismos derechos, no habrá privilegiados que vivan a costa de la miseria de la mayoría. Pero como será difícil que los poderosos renuncien por voluntad propia a sus privilegios, habrá que usar la fuerza para lograrlo, hacer caer sobre ellos “la ira de Dios”.
Pronto las predicaciones de Müntzer son conocidas y los pobres, laicos y campesinos, le siguen a millares, iniciándose una revuelta que arremete contra las propiedades y la vida de los privilegiados y que termina mal por la enorme desigualdad de fuerzas.
A la vez que la historia de Thomas Müntzer, Éric Vuillard relata revueltas similares, con desenlaces parecidos, protagonizadas en siglos anteriores y en distintos países europeos por clérigos que pueden considerarse precursores del protestantismo: John Wyclif (Inglaterra 1324-1384), uno de los primeros que tradujo la Biblia al inglés, convencido de que existe una relación directa entre Dios y los hombres que pueden interpretar libremente las Escrituras, convirtiendo en innecesaria la presencia de los prelados; el checo Jan Hus (1370-1415), eleva su voz en contra de las indulgencias, las cruzadas y el poder de los príncipes; el inglés John Ball (1338-1381), apoya la revuelta de Wat Tyler (1320-1381), un campesino compatriota suyo que, ante la violación de su hija de 15 años, decide acabar con toda clase de opresión.
A este alzamiento le sigue, ya en el siglo XV, el de otro líder popular también inglés, Jack Cade. Al frente de una tropa de cinco mil hombres campesinos, artesanos, soldados degradados y pequeños comerciantes, se subleva contra el elevado arriendo de las tierras. Juntos impiden al clero que recaude su diezmo y rechazan el orden social.
Como el resto de los revolucionarios, sus deseos de un orden social justo son reprimidos y ellos exterminados.
Éric Vuillard se aproxima a la Historia desde perspectivas distintas a la mayoría de los historiadores. Es más un cronista que narra hechos, en muchas ocasiones olvidados, pretendiendo que el lector reflexione y extraiga una enseñanza; es decir, indague en las causas que los provocan e intente compararlas con el actual devenir del mundo.
En el caso de La guerra de los pobres, las causas están claras, no han desaparecido. Como creo que tampoco han desaparecido las consecuencias.