LAS MARAVILLAS

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Las maravillas, primera novela de la poeta cordobesa Elena Medel, ha ganado el Premio Francisco Umbral como el mejor libro publicado en España en 2020.
Con interés y, a la vez, con curiosidad no exenta de cierto escepticismo, me enfrento al libro de Elena Medel que ha publicado la editorial Anagrama. Tanto la curiosidad como el escepticismo surgen a consecuencia de que se trata de una primera novela, de que admiro desde siempre la prosa de Umbral y de que este premio ha sido otorgado antes a grandes autores veteranos.

En las primeras páginas descubro que Elena Medel escribe muy bien. Frases cortas y rotundas, sin ninguna clase de floritura que podía atribuirse a su formación como poeta.
Prosigo la lectura y en la página 50 aparece el porqué de este título, Las maravillas. Es el nombre del mensaje que Celia, compañera de instituto de Alicia, una de las principales protagonistas, envía a Inma, otra compañera, muchos años después, recordando el día en que ésta les pidió acudiesen a su piso para hacer entre las tres un trabajo de clase. Celia e Inma se quedaron admiradas del lujo con el que vivían Alicia, su madre y su hermana en comparación con sus propios ambientes. Sin embargo, al volver a casa, Celia recordaba la tranquilidad que había sentido a reencontrarse con su propia familia y al abrazar a su padre que le manchó la camisa de grasa del taller. A esa sensación especial llamó Celia “Las maravillas”.

Pienso que el párrafo anterior es el único que hace referencia al dinero, sin que el hecho de no tenerlo pueda influir en la vida de un ser humano determinando su futuro. Es lo que sucede con las tres mujeres protagonistas: Alicia, su madre, Carmen, y su abuela María. Las historias de las tres se van alternando en sucesivos capítulos y en dos lugares: Córdoba y Madrid. “El libro habla sobre el dinero, sobre la falta de dinero, sobre la precariedad y sobre la política”, dice la autora.

El relato se inicia en 2018 con Alicia y María en Madrid; retrocede a 1969 con María en Córdoba y así, avanzando y retrocediendo, concluye en Madrid en la manifestación feminista del 8 de marzo de 2018 de nuevo con Alicia y María.

Pese al estrecho vínculo familiar que une a las tres mujeres, su relación a lo largo del libre es fría y muy escasa; de hecho, a pesar de coincidir en el primer capítulo y en el último, Alicia y María no mantienen ningún contacto. María asiste a la manifestación de manera consciente, tras un largo proceso vital que inició al quedarse embarazada muy joven de un hombre mayor casado, dejar a su hija Carmen con sus padres y hermanos, irse a trabajar de criada a Madrid y mandar casi todo el dinero que ganaba para que cuidaran a la niña.
Carmen crece sin la figura materna, se casa también muy joven y tiene a Alicia y a Eva. Su marido se suicida al arruinarse con una serie de negocios que les han permitido disfrutar de toda clase de comodidades, ella empieza a trabajar en un restaurante de la familia y Alicia se independiza pronto de la casa y sigue su propio camino.

Alguien podrá decir que he adelantado el final de la narración, nada más lejos, la vida de estas mujeres y sus diferentes entornos está narrada con tal fuerza y profundidad que lo que ya he contado es una simple anécdota. Las florituras a las que antes me he referido, atribuibles a la formación como poeta que tiene la autora, no se ven por ningún lado, ella lo explica: “No es una novela de poeta porque es una narración áspera. No sé si puede ser lírica en esa aspereza. Quizá sí. Pero sí es poética porque el trabajo ha consistido en llegar a una esencia del texto. Y así es como concibo la poesía”.

Cierro el libro. Alejo el escepticismo inicial. Suscribo las palabras con las que Elena Medel se refiere al contenido de Las maravillas: “Cuento historias universales con una voz radicalmente femenina”.

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