En estos tiempos raros que vivimos, creo que puede ser aconsejable la lectura de libros como el último de Elvira Lindo titulado A corazón abierto que acaba de publicar la editorial Seix Barral.
El título A corazón abierto, por una parte, podría referirse a la operación de corazón a la que se sometió Antonia Garrido, madre de Elvira, cuando la escritora tenía 9 años; por otra, tal vez se refiera al contenido del libro en sí, escrito a corazón abierto.
Ese modo de narrar la historia familiar, centrada sobre todo en la figura de su padre, Manuel Lindo, emociona y hace reflexionar sobre el olvido y hasta el desprecio con el que alguna gente observa y juzga a la generación que vivió la posguerra. Recuerdo la canción del grupo Jarcha, “Libertad sin ira”, que resumía vivencias de aquel tiempo. Hombres y mujeres que trabajaron hasta la extenuación para proporcionar a sus hijos una vida mejor que la que ellos habían padecido y que les transmitieron valores de honradez, laboriosidad, equidad y solidaridad que contribuyeron al desarrollo del país y a que la Transición que se vivió en España fuese un proceso admirado por la mayoría de las naciones.
La familia de Elvira Lindo coincide con aquellas primeras familias en bastantes aspectos. El padre, hijo de un guardia civil poco resolutivo y de una madre autoritaria y exigente, dado su comportamiento inquieto y las privaciones que trajo consigo el final de la guerra, a los 8 años, en 1939, es enviado a Madrid para que se ocupe de él una prima materna que era enfermera y no le demostró ningún aprecio. Cansado de malos tratos y problemas, se escapa de la casa y se refugia en Aranjuez al abrigo de unos parientes paternos. Inteligente, despierto y decidido, Manuel se va formando hasta lograr con su preparación un buen empleo. Conoce a Antonia, se enamoran, se casan y tienen cuatro hijos; la más pequeña, Elvira.
La madre, ama de casa, entregada por completo al esposo y dispuesta, aun a costa de su corazón frágil, a darle los hijos que él deseaba, buscando quizá en ellos la compañía y el amor que no tuvo de niño.
Los hijos, cada uno distinto del otro. Los dos chicos, revoltosos y activos; la hija mayor, estudiosa y sensata; Elvira, la pequeña, adorando a su padre e imaginando males, influenciada por la madre a la que todos consideran débil, e intentando alejar esos males con lo que algunos llaman sus “manías”.
El trabajo del padre de auditor en una gran empresa hace que la familia cambie con frecuencia de ciudad. Finalmente se asientan en Madrid, y cuando ella tiene 16 años, la madre muere. El padre vuelve a casarse pronto.
Adolescencia, inquietudes políticas, experiencias sexuales, estudios, primeros trabajos, tropiezos, decepciones, un gran amor que permanece, estabilidad al fin y apoyo sin matices ni dudas al padre que ha enviudado de nuevo y está viejo.
El libro empieza así, con la vejez del padre, fumador empedernido y amigo de los bares, que necesita oxigeno para respirar bien. Ese padre expansivo, hablador, inmenso en sus enfados y en sus afectos, honrado hasta en lo mínimo, generoso, que no hace distinción entre personas, al que le gusta ser protagonista, admira al escritor Javier Marías y presume de los éxitos literarios de su hija para disgusto de ésta que siempre prefirió pasar inadvertida.
Un seductor que sabe que lo es, que se ha formado solo a base de tesón y esfuerzo personal, que quiere saber más y consigue aprobar con buenas notas tres cursos de Derecho, que elige un banco en el parque cercano para leer el periódico y hablar con todo aquel que se aproxima y que, al notar que la muerte se acerca, pide ser enterrado junto a Antonia, su esposa querida.
La historia que nos cuenta Elvira Lindo a corazón abierto no tiene un desarrollo lineal. La autora gaditana va y viene entre el pasado y el presente, conducida por los hechos que determinan la infancia de su padre, los recuerdos de su propia infancia y todo lo que ese conocimiento analítico contribuyó a hacerla como es en la actualidad.
Acción y reflexión se unen en una obra que no es nada triste. Situaciones humorísticas, que reconoce haber utilizado cuando creo el personaje de Manolito Gafotas, alternan con momentos complicados, dando lugar a un relato entrañable fácil de leer con el que te identificas a menudo.
Elvira Lindo no juzga a su padre, intenta comprenderlo y lo consigue, en un esfuerzo que contribuye a entenderse a sí misma.
Conocimiento, análisis, reflexión y un amor que podemos percibir en todo el texto, hacen que A corazón abierto de Elvira Lindo sea una obra muy recomendable, como dije al principio, en estos tiempos raros que vivimos.