Muchas veces es necesario evadirse de realidades desagradables que no está en tu mano modificar. Las personas tenemos a nuestro alcance distintas formas de evasión. La mía es la lectura de libros bien escritos que no obliguen a pensar demasiado, los tres que acabo de leer cumplen esa función de maravilla.
Se trata de tres novelas: El libro de la señorita Buncle (1934), El matrimonio de la señorita Buncle (1936) y Las dos señoras Abbott (1943), recuperadas por Alba Editorial que las ha publicado en su colección rara Avis.
La autora de estos tres libros es Dorothy Emily Stevenson (Escocia 1892-1973), una mujer que fue educada en casa, a la que su padre prohibió ir a la universidad porque no se fiaba de las mujeres instruidas y que, pese a todo, consiguió con sus habilidades literarias enorme notoriedad en su tiempo.
Quizá por el poco apoyo paterno que recibieron los deseos de saber de D. M. Stevenson, la escritora escocesa ha elegido como principal protagonista de estas novelas a una mujer que atrae la simpatía del lector desde que aparece en escena. Se trata de Bárbara Buncle vecina de Silverstream, un pequeño pueblo de la campiña inglesa en el que todos se conocen.
Bárbara Buncle ha cumplido ya los treinta años, está soltera, no se considera atractiva ni se preocupa en absoluto por parecerlo; así que pasa bastante inadvertida en el vecindario, aunque es servicial y agradable con todo el mundo. Vive desahogadamente, gracias a ciertas rentas familiares, en compañía de Dorcas, la mujer que la cuidó de pequeña y ahora hace de criada, doncella y cocinera.
El problema se le plantea al menguar las rentas que le proporcionan el sustento, por lo que necesita con urgencia nuevos ingresos. Al reflexionar sobre la manera de conseguirlos, se le ocurre escribir un libro protagonizado por los habitantes del pueblo, por supuesto cambiando los nombres.
Una vez terminado, lo envía a una editorial con el seudónimo de John Smith. El dueño de la editorial, un soltero cuarentón llamado Arthur Abbott, ve en el libro un futuro superventas. El éxito se produce y Bárbara recibe por ese medio el dinero suficiente para poder vivir sin penurias.
Lo que acabo de explicar sucede en las primeras páginas. Después, en un detallado retrato de la sociedad inglesa de un pueblo a principios del siglo XX, se nos presenta a las personas del lugar a través de la mirada atenta, profunda y perspicaz de la nueva escritora: virtudes, defectos, costumbres, manías, formas de vida…, que en la segunda parte de su libro Bárbara modifica haciendo aparecer a un “niño prodigioso” que toca un caramillo cuyos sones provocan muchos cambios.
Al Libro de la señorita Buncle no le falta ni le sobra nada: está muy bien escrito, tiene humor, ternura, crítica fundamentada, gracia a raudales y hasta amor, porque la personalidad de Bárbara y el cambio físico que experimenta cuando mejora su economía, hacen que Arthur Abbott se enamore de ella, lo que da lugar a la segunda novela: El matrimonio de la señorita Buncle.
La segunda novela se asemeja en sus virtudes a la primera ya que, además de narrar la vida del matrimonio en Londres, tras salir de Silverstream casi con nocturnidad y alevosía, al descubrir por fin sus habitantes, mediante divertidas y ocurrentes peripecias, que los protagonistas del exitoso libro de Bárbara eran ellos y el retrato de algunos no resultaba favorecedor, deciden dejar la ciudad y buscar una casa en otro pueblo igualmente pequeño, Wandlebury; en el que de nuevo brilla con luz propia, en la descripción de personas y ambientes, ese personaje principal femenino que lo abarca todo sin presumir de nada.
En la tercera novela, Las dos señoras Abbott, como su nombre da a entender, Bárbara comparte protagonismo con otra señora Abbott, Jerry, una joven del lugar que se casa con Sam, sobrino de Arthur.
Junto a las dos mujeres, aparecen bastantes personajes más que sufren en el pueblecito las restricciones alimenticias que trae consigo la 2ª Guerra Mundial, el alejamiento de los jóvenes combatientes y hasta el espionaje de un alemán infiltrado.
El tono desenfadado y jovial que D. M. Stevenson da a sus libros se relaciona mejor con las historias que nos cuenta en los dos anteriores que con las de éste, pese a plantear en ellas situaciones más conflictivas, propias de unas circunstancias que sabemos dramáticas.
Esto y el hecho de no completar dichas historias (quizá porque pensaba en una cuarta entrega), hacen que la novela Las dos señoras Abbott, aun considerando que está bien escrita, no me convenza tanto como las dos primeras.
Aun así, de nuevo en este caso la evasión está asegurada.
Por Mª José Alés