El mensaje de Pandora, escrito por Javier Sierra que acaba de publicar la Editorial Planeta, es un libro inquietante que se lee en poco tiempo y con facilidad.
El autor, al que conocemos por su afición a los misterios, confiesa que la historia contenida en sus páginas se le ocurrió durante los meses de confinamiento. Un tiempo en el que se hizo con más intensidad de lo acostumbrado las preguntas que siempre le preocupan y que son comunes a cualquier ser humano que se precie de serlo: Quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.
Para buscar respuestas a esas preguntas, Javier Sierra recurre aquí al género epistolar, al que se aficionó siendo niño, mientras acompañaba a su padre, que era cartero, a repartir las cartas por el pueblo y tenía la oportunidad de escuchar los relatos de algunas de las personas que recibían esas cartas.
Así el libro es una larga epístola que escribe a su sobrina Arys de 18 años que vive en Creta, la vieja tía de Atenas, que se identificará como Pandora.
En bastantes pasajes de dicha epístola, le recuerda el viaje que hicieron las dos juntas, cuando la joven cumplió 14 años, por lugares emblemáticos del sur de Francia y norte de España relacionados con las cuestiones que trata.
A lo largo del viaje tuvieron ocasión de contemplar esculturas y dibujos prehistóricos que representan figuras mitad humanas, mitad animales; asistir a la Danza de la Muerte que se realiza cada Jueves Santo en la localidad catalana de Verges, admirar las ilustraciones a los Comentarios al Apocalipsis de Beato de Liébana en el museo de la catedral de Gerona y atender las explicaciones de personajes peculiares y muy informados que encontraron en los lugares que visitaron.
Tratándose de dos mujeres griegas, es lógico que se recurra de manera continua a los mitos de ese territorio; pero no sólo a ellos, sino a todos los inventados por los seres humanos, intentando encontrar explicaciones a los conflictos de la existencia.
Mitos y restos de todo tipo: pinturas, esculturas, monumentos funerarios, fragmentos de materiales llegados del espacio…, y, en la actualidad, estudios científicos, conferencias, teorías, investigaciones diversas y variadas.
Así que para apoyar muchas de las cuestiones que desarrolla, el autor se vale de dibujos encontrados en las paredes de las cavernas visitadas, en monumentos megalíticos, egipcios, griegos y romanos; en los antiguos códices ilustrados y en una enorme cantidad de documentos aportados por investigadores que han buscado y buscan el porqué de fenómenos tanto explicables como inexplicables
Poco a poco, Javier Sierra va uniendo de una manera entre misteriosa y lógica las piezas de un enorme puzle, con la intención de que la joven Arys llegue por sí misma a la conclusión de que todo está conectado, de que el planeta Tierra es uno más en un universo infinito, de que todo en el universo tiene una finalidad y de que de un mal como el que estamos viviendo ha de extraerse una enseñanza con la que podamos conseguir un bien. Un bien que las nuevas generaciones deberán construir, fomentar y proteger.
En los próximos años necesitaremos procesar con cuidado todo lo que hemos vivido. Requeriremos de obras que nos lleven a un pensamiento cósmico, abierto y explorador… Poner fronteras y marcar divisiones es un hábito demasiado humano…La luz, el viento, los virus, la música, el arte, la muerte o la literatura no respetan barreras imaginarias.
Y lo más importante, nunca debemos olvidar que en el interior de la caja de Pandora, de la que habían salido todos los males que nos afligen, quedó como sabio y eterno recurso la esperanza.