Hoy traigo a Opticks un libro bastante breve, 232 páginas; es obra de la escritora inglesa Annabel Pitcher y se titula Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea.
En este caso el título responde al contenido porque para el padre de James (Jamie) y Jasmine (Jas), Rose, gemela de Jasmine, que murió a los 10 años un 9 de septiembre en un atentado terrorista en Londres, continúa viviendo en la urna colocada sobre la repisa de la chimenea.
Mi hermana Rose vive sobre la repisa de la chimenea. Bueno, al menos parte de ella. Tres de sus dedos, su codo derecho y su rótula están enterrados en una tumba en Londres. Mamá y papá tuvieron una discusión de las gordas cuando la policía encontró diez pedazos de su cuerpo. Mamá quería una tumba que pudiera visitar. Papá quería incinerarlos…
Cuando ocurrió el atentado, Jamie, tenía cinco años y su familia era feliz. La muerte de Rose alteró por completo el panorama familiar hasta hacerlo casi irrespirable.
Tras cinco años de problemas, con la madre en manos de psicólogos y el padre dándose a la bebida, el día en que Jamie cumplía diez años, la madre confesó que tenía un amante, Nigel, miembro de su grupo de apoyo; Jas llegó a casa con el pelo teñido de rosa y el conflicto degeneró en catástrofe.
La madre abandonó la casa y se marchó con Nigel. Los niños quedaron al cuidado del padre, que buscó trabajo en un pueblo al norte de Londres y se instaló allí con ellos y con Roger, el gato de Rose que ahora no se separa del niño.
“No hay gente” dije cuando encontramos la casa al final de un camino serpenteante, y yo iba mirando por la ventanilla en busca de alguien con quien jugar. “No hay musulmanes”, me corrigió papá, sonriendo por primera vez aquel día.
Cuando salimos del coche, nos quedamos mirando nuestra nueva casa. El sol se estaba poniendo, las montañas tenían un brillo naranja y yo veía nuestro reflejo en una de las ventanas: papá, Jas y yo con Roger en brazos. Por una milésima de segundo me sentí lleno de esperanza…
La historia está contada en primera persona por James que ha cumplido diez años, que apenas recuerda a la hermana que su padre tiene tan presente, que no entiende por qué las cenizas de la muerta importan tanto y Jas y él, que están vivos y necesitan cariño y atenciones, no obtienen ni lo uno ni lo otro.
La incorporación a un nuevo colegio agudiza los problemas que el niño siempre experimentó al relacionarse con los compañeros de curso. Nunca fue popular en el grupo porque es inteligente, le gusta leer y dibujar y le cuesta hablar con gente a quien no conoce.
Para complicar más la situación, la maestra lo sienta al lado de una niña musulmana, Sunya, que lleva velo y por la que tampoco los cabecillas de la clase muestran simpatía.
Poco a poco y a iniciativa de Sunya que descubre que, junto al rechazo que concitan, ambos son partidarios de Spiderman y sus historias, los dos se hacen amigos, aunque él se siente culpable y teme que su padre descubra que ella es musulmana.
Las amistad entre Sunya y Jamie, las situaciones conflictivas a las que se enfrentan y la manera cómo las resuelven, las dudas del niño por el hecho de tener una amiga denostada por el padre, la actitud protectora de Jas hacia su hermano con una madurez impropia de una adolescente, todos los sentimientos que experimenta Jamie ante la mamá ausente y el papá enajenado, las estrategias de las que se vale para reunir de nuevo a la familia, y mucho más que el lector descubrirá en el libro, convierten a Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea en una pequeña obra maestra por la capacidad que ha tenido la autora de colocarse en el lugar del niño y hablarnos como imaginamos lo haría él, con un lenguaje en el que encontramos ternura, humor, dudas, alegría, rabia, incredulidad, esperanza, dolor, etc.
También por el modo en que Annabel Pitcher ha organizado el relato introduciendo los diálogos en cursiva (yo los he señalado entre paréntesis), técnica que agiliza la lectura y la hace más amena, comprensible y cercana.