LA MODISTA DE DOVER STREET

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He decidido terminar septiembre con un libro que, al contrario de los anteriores que he comentado en el presente mes, sólo tiene 365 páginas. Se trata de La modista de Dover Street, primera novela como tal de la profesora de historia inglesa y experta en escritura creativa Mary Chamberlain.
Cuando me recomendaron esta novela, de inmediato pensé en El tiempo entre costuras de María Dueñas, allí la protagonista también cose. Luego, conforme avanzaba en la lectura, iba encontrando nuevas similitudes: el ambiente social de la costurera, un falso enamorado, una guerra.
Teniendo en cuenta que El tiempo entre costuras se publicó en el año 2009 y La modista de Dover Street en el 2016, y añadiendo a ese dato que Mary Chamberlain da clases como experta en escritura creativa, podría darse el caso de que, al analizar la obra de María Dueñas, a la profesora se le hubiese ocurrido una historia que compartiese algunas de sus características.
Pero como lo que acabo de escribir sólo son suposiciones mías, pasaré a la historia en sí.
La modista de Dover Street está contada en tercera persona por un narrador omnisciente, que inicia su relato con una escena que después descubriremos tuvo lugar en el campo de concentración de Dachau. Luego, la narración retrocede a la ciudad de Londres en 1939.
En Londres, una jovencita de familia humilde, Ada Vaughan, busca aprender a hablar con la máxima corrección para dirigirse así a la selecta clientela que aspira a obtener trabajando como modista.
Mientras llega el momento de organizar su propia casa de modas, Ada, que posee excelentes cualidades para desempeñar la profesión, va aprendiendo primero con un sastre, Isidore, y después con la Sra. Buckley. Trabajando en el taller de ésta, conoce a Stanislaus von Lieben, que dice pertenecer la aristocracia húngara y con el que frecuenta lugares de la ciudad hasta ese momento fuera de su alcance.
Ada se enamora del aristócrata y accede a acompañarle a París, soñando siempre con la alta costura.
En París estalla la guerra, huyen a Bélgica. La joven descubre que su amado no es lo que ella creía en ningún aspecto. Termina acogida en un convento en el que las monjas cuidan ancianos y en el que da a luz a un niño.
Junto con otras monjas inglesas, es trasladada a Alemania a una nueva residencia de ancianos, y desde la residencia la conducen a Dachau.
En Dachau trabaja como modista, en condiciones terribles, para la mujer del comandante del campo y otras esposas de jerarcas nazis.
Liberado el campo por tropas americanas, regresa a Londres. Termina siendo juzgada por colaboracionista.
Todo lo anterior y mucho, mucho más en 365 páginas. Así que el ritmo de la novela, volvemos a las técnicas de escritura creativa, ha de ser necesariamente ágil. Los acontecimientos se suceden de manera vertiginosa y el lector no se aburre en ningún momento, ya que está pendiente de lo que ocurrirá a continuación.
¿Qué destacaría como positivo de la novela? Junto al ritmo, la descripción que  Mary Chamberlain hace, en su labor de historiadora, del Londres anterior a la guerra y, mejor aún, de lo que encuentran después los que regresan a la ciudad. No sólo del aspecto de la urbe en sí, sino de la gente y sus estrategias para sobrevivir en medio de la devastación.
De igual modo, resultan interesantes las detalladas referencias a los tejidos que utiliza Ada en su labor. Está claro que la autora se ha documentado bien.
Otro aspecto a destacar es lo relacionado con el juicio al que se somete a la joven. La verdad es que impresiona.
Lo que no me impresionó en absoluto fue lo que se nos cuenta de la estancia de Ada en Dachau. Me parece del todo inverosímil.
Algo similar me sucedió cuando leí El niño con el pijama de rayas. Nunca entenderé, publicidad excluida, por qué ese libro se hizo tan famoso.
 

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