Hernán Rivera Letelier es un escritor chileno autor de numerosas e importantes obras, como por ejemplo El arte de la resurrección con la que obtuvo el año 2010 el Premio Alfaguara de novela.
Pese su importancia, y al igual que me sucede con otros muchos autores, yo no había leído nada de él hasta que me regalaron el libro que hoy traigo a Opticks; se titula La muerte es una vieja historia y pertenece al género policiaco.
Tras relatar el caso que más tarde será investigado, Hernán Rivera Letelier presenta al investigador de este modo: La mañana del viernes amaneció baldeada de sol. Octubre recién comenzaba y estos días eran como carteles publicitarios anunciando anticipadamente un verano de fuego. El Tira Gutiérrez llegó temprano a su oficina. John y Yoko aún no aparecían. John y Yoko son dos jotes, especie de buitres sudamericanos, a los que el investigador alimenta y llama con esos nombres.
Junto al Tira Gutiérrez que, tras desempeñar los más variados oficios, ha conseguido el título de investigador en unos cursos por correspondencia, está su ayudante, la hermana Tegualda, que entró en la oficina como estudiante en protesta arrancando del guanaco.
La hermana Tegualda es una monja evangélica a la que el Tira Gutiérrez le ofreció trabajar porque la muchacha necesitaba un trabajo…, porque vio que era lista e inteligente, y tenía la sagacidad de un animal de fábula… y porque pese a sus ásperas polleras largas, el cuello abotonado y una severa moña evangélica apercollada con elásticos negros, las redondeces de su cuerpo joven se dibujaban deliciosamente en la tela de sus vestidos color carmelita.
Esta inusual pareja de investigadores ha de averiguar quién es el autor de una serie de asaltos y violaciones a mujeres que se producen en el cementerio de Antofagasta.
He copiado literalmente algunas líneas de la novela para demostrar el perfecto uso del lenguaje que posee Rivera Leteliery la riqueza que supone la utilización de palabras habituales en su país de origen que a mí siempre me agrada escuchar o leer.
Aunque creo que la originalidad de La muerte es una vieja historia radica sobre todo en la pareja de protagonistas: el Tira Gutiérrez, antiguo minero, al igual que el autor, abandonado por su mujer (eres tan inteligente que no sirves para nada, le dijo), aficionado a las rancheras, bastante descreído y un tanto secundario en sus reacciones; complementándose con la hermana Tegualda, decidida y armada con un Nuevo Testamento y una referencia religiosa o un versículo de la Biblia que oponer a las opiniones sarcásticas del detective, también son reseñables, tanto la descripción que el autor hace de los ambientes en los que se desarrolla la historia: el cementerio, un cabaret, barrios marginales… como los hechos en sí que, en un principio, parecen obra de un ser de ultratumba.
En resumen, La muerte es una vieja historia, obra del escritor chileno Hernán Rivera Letelier, es una novela policiaca escrita con agilidad y maestría que en sus 192 páginas encierra humor, misterio, denuncia social y originales reflexiones sobre la naturaleza humana.