Leer la prosa de Juan Manuel de Prada supone siempre una lección, por su estilo denso y cuidado, por la riqueza de vocabulario que utiliza y por sus metáforas y giros sintácticos tan personales y deslumbrantes.
Todo ello lo podemos encontrar en el libro que hoy traigo a Opticks titulado Mirlo blanco, cisne negro.
La primera impresión que te produce la lectura de Mirlo blanco, cisne negro es que se trata de una sátira despiadada contra el mundillo que rodea a la literatura en general. No queda nada a salvo: editoriales y editores, suplementos literarios, autores consagrados, el escritor los llama “viejas glorias”; autores noveles, para Juan Manuel de Prada “nocilleros”; magnates o “mangantes” de la prensa, antólogos “cantamañanas”, blogueros “misacantanos” etc.
Luego, conforme te adentras en el libro y vas reflexionando, comprendes hasta qué punto la novela es también un ensayo sobre lo que es y lo que debiera ser la Literatura, las dificultades de todo tipo a las que se enfrenta el creador, pienso que cualquier creador no sólo el que escribe.
Al mismo tiempo Juan Manuel de Prada analiza la relación que puede establecerse entre maestro y discípulo, sin quedar en la novela clara cómo debería ser esa relación para beneficiar al uno y al otro.
Los sucesos narrados en Mirlo blanco, cisne negro los relata en primera persona uno de los protagonistas, cuando ya han transcurrido bastantes años de que acaeciesen. Se trata de Alejandro Ballesteros, un joven que obtuvo cierto éxito al publicarle el editor Ramiro Cifuentes una colección de cuentos más o menos fantásticos que tituló Un debut prodigioso. Deseando proseguir el camino iniciado, pero sin demasiada confianza en sí mismo, el joven escritor se traslada a Madrid, encuentra alojamiento con Paloma, una chica que poco después se convierte en su novia, empieza a escribir una novela que titula Madonna y, con su primer libro en ristre, se dedica a asistir a todos los saraos literarios, esperando entrar en un mundo que se describe con sarcástica ironía.
En uno de los festejos conoce a Nieves, la atractiva esposa de Octavio Saldaña, autor de El arte de pasar hambre, una obra que él leyó con 17 años y que le pareció excepcional. Ante la simpatía y receptividad de la mujer, Alejandro le entrega Un debut prodigioso buscando conocer la opinión del marido. Mientras le llega la respuesta, busca el libro de Octavio Saldaña para leerlo de nuevo, quedando de nuevo admirado, y se informa sobre las actividades actuales de Saldaña, descubriendo que, por su forma de ser directa y libre, al margen de cualquier norma social o corrección política, se ha convertido en una especie de apestado que dejó de escribir y critica a todo el mundo en un programa de radio que dirige y cuyo director lo soporta porque la crítica destructiva que ejerce, aunque disguste a muchos, aumenta la audiencia.
Pronto entre Alejandro Ballesteros y Octavio Saldaña se establece una relación de maestro discípulo, en la que Saldaña, cisne negro, pretenderá dirigir y encauzar en una determinada dirección a Ballesteros, mirlo blanco.
La historia va progresivamente complicándose con la aparición de nuevos personajes y acontecimientos. Pero todo eso tendrá que descubrirlo el posible lector. A mí me queda por decir que Mirlo blanco, cisne negro es una obra polémica por el tema que trata y la manera que tiene Juan Manuel de Prada de tratarlo, dejando al margen la forma de escribir del autor a la que ya he aludido al principio de la reseña.