La verdad sobre el caso Harry Quebert fue la primera novela que leí de Joël Dicker. La califiqué como una novela “joven” entre otras razones más literarias porque lo era su autor, 29 años; lo eran la mayoría de sus protagonistas y lo eran los alumnos de bachillerato de diversos institutos gallegos que le otorgaron el XX Premio San Clemente, aunque ése fuera sólo uno de los numerosos premios que recibió.
La segunda novela que leo de Joël Dickerse titula El Libro de los Baltimorey también me parece “joven”.
Protagonizada, al igual que la obra anterior, por el famoso escritor Marcus Goldman, la trama que desarrolla el libro se centra en la historia de la familia Goldman que el mismo Marcus se encarga de escribir como homenaje a sus parientes más próximos y queridos: los Goldman-de- Baltimore. Él pertenece a los Goldman-de-Montclair, Nueva Jersey, y siempre se sintió fascinado por los parientes de Baltimore que encarnaban el sueño americano con sus mansiones suntuosas, sus éxitos profesionales y deportivos y sus vacaciones de glamur.
El Libro de los Baltimore tiene 479 páginas divididas en un prólogo: Un mes antes del Drama (2004); cuatro partes: El libro de la juventud perdida (1989-1997), El libro de la fraternidad perdida (1998-2001), El libro de los Goldman (1960-1989), El libro del Drama (2002-2004), El libro de la reparación (2004-2012) y un epílogo: Día de Acción de Gracias (2012).
La palabra Drama escrita con mayúscula, detalle que manifiesta la importancia que lo que esconde tiene para Marcus, va apareciendo a lo largo de gran parte del relato, de tal modo que lo acaecido, que no está expuesto de forma lineal, se teje alrededor de ese suceso creando una interesante y amena intriga.
Sin embargo, y a pesar de reconocer que Joël Dicker escribe bien, el hecho de que la narración se centre sobre todo en las vivencias de un grupo de niños, más tarde jóvenes, expuestas por uno de ellos que nos habla de los estudios, las relaciones familiares y sociales, las diversiones o el amor, determinadas por un conjunto de complicaciones de lo más variado, algunas bastante inverosímiles, provoca queEl Libro de los Baltimore se revista de una pátina juvenil que seguro agrada a muchos lectores, pero que a mí me ha dejado con una sensación parecida a la que experimenté cuando leí La verdad sobre el caso Harry Quebert, agravada aquí porque la historia está menos elaborada y hay pocos personajes creíbles.