Nos desplazamos hasta Angoulême para ser testigos de la mayor fiesta celebrada en Europa alrededor del cómic. Repasamos nuestra experiencia en la 43 edición del festival a través de 5 cómics. El reportaje completo se publicó en el nº20 de Opticks Magazine “Utopía”, ahora lo iremos dando a pequeñas dosis, entrevista a entrevista, en la web de la revista. Sin duda, las entrevistas merecen un repaso. Ahí va la primera:
Por Octavio Ferrero
Nos reunimos con Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero en los interiores del stand de Casterman. Fuera, la gente hace colas interminables para que los autores de la nueva aventura de Corto Maltés estampen su firma en su ejemplar. Faltan apenas 30 minutos para que se pongan a la tarea. “¡Esto es Vietnam!”, bromea Juan. El personaje de Hugo Pratt vuelve veinte años después de la muerte de su creador, y se mezcla entre el público la admiración aquella y la nueva, la que se tiene por los responsables de la vuelta del legendario marino. Parece un éxito asegurado.
Qué se siente cuando levantáis la cabeza después de estar tanto tiempo trabajando y veis una cola tan larga esperando a que le firméis un ejemplar de vuestro libro. Es el golpe con la realidad…
Juan Díaz Canales (J). Siempre es mejor que haya una cola de gente ahí esperando a que no haya nadie. Te da una satisfacción, una sensación de trabajo bien hecho. Que no sé si es real o no, pero el caso es que siempre que escribes o dibujas algo es para comunicar y cuando ves que delante de ti hay toda esa gente a la que le ha llegado el mensaje… Contento, claro.
¿Cuándo y cómo ocurre el encargo?
J. ¿Cuándo?, no me acuerdo exactamente, en 2011 o 2012 y, ¿cómo?, es un poco por azar. Patricia Zanotti, que es la persona que gestiona los derechos de Hugo Pratt a través de la Sociedad Con, es mi antigua editora de Blacksad en Italia. Ya nos conocíamos desde hace algunos años, había ido al festival de Lucca a promocionar, a hacer sesiones de firmas, y habíamos hablado, por supuesto, de Corto Maltés. Ella conocía mi pasión por el personaje y también le gustaba mi trabajo. Cuando decidió seguir con las aventuras pensó en mí y yo le dije sí.
Lo siguiente fue la búsqueda de con quién hacer pareja artística, quién podía ser el dibujante, y yo propuse a Rubén porque somos amigos desde hace tiempo, habíamos fantaseado un poco con la posibilidad de trabajar juntos y le admiro un montón. Sé que, además, maneja los códigos del cómic de aventuras como casi nadie ahora mismo. Tiene a sus espaldas un personaje aventurero legendario como es Dieter Lumpen. Le propuse el proyecto, hicimos una prueba y todo fue para adelante.
¿Cuando escribes piensas en quién es el dibujante o también ocurre que acaba siendo el dibujo el que modela la historia?
J. Hombre, un dibujo cambia la historia seguro. Jamás es lo mismo una historia dibujada por un autor que por otro. Afortunadamente, hasta ahora yo siempre sabía quién estaba detrás. Entonces puedes adaptar la historia al dibujante con el que trabajas. En este caso, como en los anteriores, sabía que detrás estaba el dibujante que había decidido yo; así es que hemos decidido en conjunto. Hasta ahora, no he trabajado casi de encargo, siempre han sido proyectos en común, proyectos en equipo como en este caso.
Rubén Pellejero (R). Lo bueno es que no se trata de algo impuesto por la editorial, sino que ha sido Juan quien me ha llamado en persona para ver si me interesaba.
J. No ha sido un matrimonio de conveniencia, que también pasa…
R. Claro, es muy diferente, podría haber una falta de interés de uno o de otro, y no. A mí me llamó Juan personalmente, que eso no quita que no me lo creyera y me pusiera como un loco al principio. Trabajas con alguien con quien sabes que tienes un feeling especial. Y en este caso de Corto es muy importante.
Es un proyecto en el que el personaje viene con un recorrido anterior, tiene muchos fans… Como se encara contar una historia, dibujar un personaje que ya conocemos ¿Qué de vosotros hay en este personaje?, ¿Cómo lo habéis hecho vuestro?
R. Pienso que en el personaje hay mucho de nosotros, tanto por su parte como por la mía. No sé decir el tanto por cien. Pero es imposible acercarnos a Corto Maltés de Hugo Pratt por un camino en el que se intenta hacer una copia, que no se va a conseguir nunca. Como autor debes sentirte bien trabajando, tranquilo e identificado con el personaje. Sentirlo tuyo, aunque no lo sea. No pensar que estás heredando un personaje que te han encargado, con el qué bonito es hacerlo. De ese modo no funcionaría. A Juan y a mí nos une nuestro amor por el personaje de siempre.
J. Eso es una cosa que digo muy a menudo y lo digo de verdad. No es algo que nos pase a nosotros como autores sino que pasa como lector. Cuando eres un lector apasionado, en este caso de un personaje en concreto de cómic, aunque en general ocurre en la literatura también, te apropias un poco del personaje. Es un poco la magia de la obra artística. Se establece una relación entre el lector y el autor, y finalmente te acabas apropiando del personaje y acabas, incluso, soñando con aventuras que pasan después de que cierres el libro. Pues nosotros hemos tenido la suerte de que además de soñarlas, podemos escribirlas. Hay realmente una relación afectiva, una interiorización del personaje que hace que no sea un frío encargo que te han hecho sino al contrario, es como si fuera tuyo, como un hijo adoptado, le quieres igual (risas).
El lenguaje del cómic se encuentra entre lo cinematográfico y lo literario. El dibujo es un lenguaje universal pero hay también mucho texto que a su vez es traducido. ¿Cómo afrontas las traducciones?, ¿estás detrás de ellas?
J. Sí, afortunadamente ya llevo unos cuantos años trabajando para el mercado francés, he ido aprendiendo francés y, aunque estoy muy lejos de ser bilingüe, he llegado a un punto en el que, digamos, puedo supervisar. No puedo escribir directamente al francés pero sí puedo supervisar que las traducciones se correspondan a lo que quiero expresar. Así que por un lado, tengo la suerte de trabajar casi siempre con la misma traductora, lo cual ya te da una cierta confianza; y por otro lado tengo un cierto nivel de francés como para detectar si en un momento hay algún fallo, alguna cosa poco fiel al espíritu de la historia final. No es para nada lo más problemático.
Cuando somos pequeños ocurre, o por lo menos a mí me ocurría, que te detienes mucho tiempo en cada viñeta… Así un poco en broma ¿cuánto tiempo “recetarías” permanecer en una misma viñeta?
R. Esto va al gusto del consumidor. No te puedo dar muchas pistas. El estilo de Pratt es muy claro, muy conciso, prescinde de cosas superfluas, es muy directo. En mi caso viene a ser lo mismo, el mío es un estilo muy directo y narrativo, me alejo de muchos detalles.
Más que el tiempo que recomendaría para cada viñeta, diría qué sentimiento le pones para analizarlo. Me interesa muy poco si hay o no virtuosismo. Es como las pistas que das para que el lector enseguida entienda lo que tú quieres contar. No son ilustraciones separadas, es narrativa, una viñeta te conduce a otra. Esta es la magia de una historieta. Detenerse en una viñeta es optativo.
J. Yo te puedo dar una respuesta sesuda al respecto. Tú has comparado antes el cómic con el cine y hay una cosa que distingue completamente el cómic del cine y es precisamente eso, tu puedes ir para adelante y para atrás en la lectura. Te puedes detener en lo que te de la gana, en una viñeta, volver a releértela, porque no es lineal. Si te sientas en una sala de cine y te están pasando una película, lo que te hayas perdido te lo has perdido. Si quieres volver a verlo tienes que tirar de DVD y nunca es lo mismo. Sin embargo, el cómic es un medio mucho más interactivo en ese sentido, mucho más demandante del lector. Puedes tener un nivel de lectura de lo más diferente, de lo más complejo a lo más liviano. Puedes leértelo de un tirón porque te interesa saber cómo acaba esa historia o puedes recrearte en los detalles. O puedes hacer las dos cosas, leerlo y luego volver y en una segunda lecturas coger muchos más matices. Es un superpoder del tebeo que hay que aprovechar.
¿Qué leíais de pequeños, y de aquello, qué pensáis que ha superado la barrera del tiempo?
R. Los clásicos americanos o argentinos ahí están, por ejemplo Breccia, y muchos italianos, obras por las que no pasa el tiempo.
J. Un Asterix, que era lo que a mí más me fascinaba siendo pequeño, está vigente completamente. Los guiones de Goscinny son maravillosos, el dibujo de Uderzo no se ha superado a ese nivel de escuela franco-belga. Y ahí está la prueba, generación tras generación se mantiene intacto.
También los Tintin… y Súper López, que es una obra maestra, ya hablando de lo nuestro (risas).
¿Qué es lo último que habéis tenido entre las manos que os haya llegado a emocionar?, a modo de recomendación.
J. El último de Paco Roca, “La casa”. Es emocionante, es un tebeo muy emotivo, es una experiencia, me ha encantado. Tampoco era muy difícil viniendo de Paco Roca.
R. Para mí el último de Antoni Pastor. Trabaja para Casterman y ha publicado un libro que se llama “El sendero de las reinas”. Supongo que lo traducirán enseguida en España.
Corto Maltés. Bajo el sol de medianoche. Editado en España por Norma Editorial.
Publicación : 11 de septiembre de 2016