El día 15 de marzo de 1916, hace ahora cien años, nació en Bilbao Blas de Otero, un extraordinario poeta al que siempre admiré y admiraré por su valía intelectual y su atormentado idealismo.
A Blas de Otero, poeta pienso que bastante ignorado, como otros muchos cuyos versos nos animaron en un tiempo heroico a cambiar el mundo, deberían leerlo entre reunión y reunión y entre pelea y pelea, ciertos políticos que a ratos me aburren y a ratos me indignan, dependiendo de lo que se les ocurra escribir o decir en el momento.
Este poeta fue a lo largo de su vida un buscador idealista que pasó del espiritualismo:
Escucha cómo estoy, Dios de las ruinas.
Hecho un cristo, gritando en el vacío,
arrancando, con rabia, las espinas.
a la poesía social:
Definitivamente, cantaré para el hombre.
Algún día –después-, alguna noche,
me oirán. Hoy van –vamos- sin rumbo,
sordos de sed, famélicos de oscuro.
Del yo que se pregunta, al nosotros que espera y ansía una respuesta:
Aquí tenéis, en canto y alma al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
Pero sobre todo Blas de Otero fue un poeta comprometido con su tiempo:
Si me muero que sepan que he vivido
luchando por la vida y por la paz.
Apenas he podido con la pluma,
apláudanme el cantar.
Un poeta que amó profundamente a España. A una España de la que se alejó en ocasiones porque no le gustaban muchas cosas de ella:
Madre y madrastra mía,
España miserable
y hermosa. Si repaso
con los ojos tu ayer, salta la sangre
fratricida, el desdén
idiota ante la ciencia
y el progreso.
Pero a la que siempre vuelve para seguir cantando a sus ciudades, todas; a sus gestas, a su literatura, pidiendo de continuo la paz y la palabra:
Pido la paz y la palabra.
Escribo
en defensa del reino del hombre y su justicia.
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Y es que Blas de Otero nunca, a pesar de sus muchas crisis existenciales, dejó de pensar que los españoles podíamos entendernos y trabajar juntos por una España más próspera, más solidaria, más consciente, más justa, más unida:
Si me muero, será porque he nacido
para pasar el tiempo a los de atrás.
Confío que entre todos dejaremos
al hombre en su lugar.
Si me muero, ya sé que no veré
naranjas de la china, ni el trigal.
He levantado el rastro, esto me basta.
Otros ahecharán.
En resumen, Blas de Otero, que hoy traigo a Opticks como recuerdo y como homenaje en el centenario de su nacimiento, nunca perdió la fe en que una España mejor construida entre todos fuera posible:
Podrá faltarme el aire,
el agua,
el pan,
sé que me faltarán.
El aire, que no es de nadie.
El agua, que es del sediento.
El pan… sé que me faltarán.
La fe, jamás.