Por Kiko Sanjuán
Fernando Vicente (1963) es un pintor e ilustrador madrileño que inicia su carrera profesional en los años 80 integrando en su proyecto gráfico ambas disciplinas. Desde entonces ha trabajado en todos los campos editoriales, desde suplementos culturales, semanarios o revistas de modas, hasta libros de cualquier género: infantiles, novela, poesía e incluso filosofía. Pero su trabajo se extiende más allá de estos límites. Cuando nos situamos frente a su obra pictórica rápidamente sentimos que estamos ante a un gran maestro con mucho oficio y con un estilo muy personal, logrado con mucho trabajo y pasión, que lo hace inconfundible. En cualquiera de sus imágenes, ya sean pinturas o ilustraciones, no existe ninguna diferencia, siempre asistimos a ese chispazo de ingenio que muestra a un profesional que maneja la técnica con gran soltura y precisión, y que huye de lo vulgar en busca de una exquisitez absoluta. En definitiva, la obra de Fernando Vicente es el muestrario de un hombre arriesgado que con un estilo ya consolidado no se acomoda y somete su trabajo a constantes experimentaciones y reinterpretaciones: collages, caricaturas, imágenes conceptuales, nada escapa a la curiosidad infinita de este creador, que como dice el también ilustrador Pep Carrió, deja tras de sí una obra que aún estando en constante evolución, nunca pierde su esencia.
Actualmente, podemos ver en el Museo ABC de Madrid una retrospectiva de su obra, «Universos», en la que aparecen expuestos unos 200 trabajos realizados desde la década de los 80 hasta la actualidad.
¿Cómo fueron tus inicios, allá por los años ochenta, en el mundo de la ilustración?
Mi primera colaboración en el mundo editorial es con la revista Madriz que editaba el Ayuntamiento de Madrid y dirigía Felipe H. Cava y es a raíz de esta publicación cuando empiezo a trabajar y a colaborar con otras publicaciones de la época.
Tu interés por la moda, que se ve claramente por ejemplo en la serie de pinturas Vanitas, ya se empieza a distinguir en algunas de las ilustraciones de esta época, cuyos protagonistas aparecían vestidos con americanas de anchas hombreras, mujeres de largas melenas onduladas, y donde también se dejaban ver punks, neorrománticos… Desde una perspectiva actual, ¿piensas que esas ilustraciones son una crónica de esa época?
Yo no sé si me atrevería a tanto, pero no cabe duda que vistas ahora se enmarcan perfectamente en esos años; y sí que es cierto que en ellas se ve, incipiente, el camino que mi trabajo ha ido tomando con respecto a la moda.
Cuando comenzaron a aparecer tus ilustraciones en Babelia, el suplemento cultural de El País, se observa una clara evolución de tu obra. ¿Qué estuviste haciendo durante todo este tiempo?
Del mismo modo que en los años 80 hubo un boom en el mundo del cómic, en el que aparecen un montón de títulos de revistas, a mediados de la década hay una crisis y se hace más difícil publicar. En ese momento empiezo a trabajar en publicidad, donde durante más de 10 años estuve como director de arte y director creativo en el mundo de las agencias. Pienso que esa época me formó mucho, sobre todo a nivel creativo, y lógicamente en todo ese tiempo la mano va cambiando, pero creo que el estilo se sigue reconociendo.
A partir de ese momento desarrollas un intenso trabajo en el ámbito editorial: Letras Libres, Gentleman, Play Boy, Cosmopolitan son algunas de las muchas publicaciones en las que colaboras; pero, ante la dificultad que supone enfrentarse continuamente a textos rutinarios, supongo que la tentación de pasar de todo y decorar la página es enorme, y aun así, en muchas ocasiones parece que sacas las ideas de donde no las hay. ¿Qué haces normalmente para favorecer la generación de ideas?
Como te decía, esa parte creativa pienso que tiene mucho que ver con mi etapa publicitaria. Generalmente las ideas vienen en una primera lectura del texto, que siempre leo con toda la atención y ya buscando esa idea.
Tu faceta artística también incluye la pintura. ¿De qué modo conviven ambas disciplinas y qué aportan para el desarrollo de tu proyecto artístico global?
Normalmente, cuando no tengo ningún encargo urgente me pongo a pintar, es un tiempo que dedico para mí y mis obsesiones, digamos que el cliente soy yo. Por lo demás, técnicamente me resulta muy fácil porque las dos cosas las hago en el caballete y con acrílico solo cambio el papel por el lienzo.
En tu trabajo, pero sobre todo en tus pinturas Atlas, Anatomías, Vanitas, sueles abordar el tema de la figura humana, aunque siempre introduces un elemento ajeno, bien sean esquemas mecánicos, mapas antiguos o láminas anatómicas. ¿Existe un mensaje común que pretendes transmitir con esta conjunción de elementos aparentemente opuestos o es un recurso estilístico más con el que cuentas?
Parte más de esta segunda premisa, pero lógicamente no dejo de reflexionar y de buscar segundas lecturas, según trabajo. El tema de usar material impreso, mapas, mecánicas, etc. viene dado por mis colecciones. Después de muchos años comprando en el rastro, he juntado mucho material gráfico y también es una forma de separar la pintura de la ilustración.
Una parte importante de tu trabajo la dedicas a ilustrar tanto portadas para el suplemento de crítica literaria Babelia como artículos de escritores, donde incluso has tenido que retratar a muchos de ellos, y siempre como telón de fondo para acompañar a una buena lectura. ¿De qué modo interviene la literatura en tu obra?
Son muchos años trabajando para el suplemento cultural Babelia de El País y la sección de cultura, y en este tiempo he tenido ocasión de dibujar tanto el mundo de los libros como de los escritores, incluso, con más de uno, de conocerles personalmente y trabar amistad.
Continuando en el ámbito literario, para ilustrar los 10 mejores libros del 2014 de Babelia elaboraste diez naipes donde aparecían retratados cada uno de los autores ganadores. En ellos percibimos, como suele ser habitual en las caricaturas, cierta deformación de la realidad al modo valleinclanesco. ¿Qué pretendes hacernos ver o descubrirnos a la hora de ejecutar esa deformación del cuerpo?
Vuelve a ser un recurso y una forma de trabajar. No me gusta hacer la clásica caricatura satírica, ni quiero hacer retratos canónicos realistas.
Has ilustrado más de una veintena de libros, desde infantiles y juveniles hasta obras clásicas, Estudio en escarlata, Drácula, y Mansfield Park, por citar algunos de tus últimos trabajos, o El Manifiesto Comunista, de Marx y Engels. ¿Cómo te enfrentas ante cada proyecto tan diferente entre sí, considerando que un libro ilustrado requiere un esfuerzo superior al de una ilustración para un artículo?
En un libro siempre dispones de más tiempo. A veces, según lo lees vas tomando notas y siempre puedes volver a él para confrontar ideas. Son trabajos más largos en el tiempo y me gusta afrontarlos desde un punto de vista concreto, lo que supone el primer reto con el libro: cómo afrontar cada libro.
En 2013 también ilústrate para la editorial Kalandraka, De los álamos del viento, un poemario de Ramón García Mateos, a quien tuvimos la oportunidad de entrevistar en estas mismas páginas. ¿En qué te inspíraste para elaborar esas inusitadas ilustraciones que le proporcionan una nueva dimensión al poema?
Buscando metáforas visuales y dejándome llevar por lo que me transmitía la poesía.
Se ha dicho de ti que en tus inicios se dejaba ver la influencia de autores como Joost Swarte, Ever Meulen, Serge Clerc o incluso de Tamara de Lempicka, o que sientes una especial admiración por Paul Colin. ¿Qué deudas de formación cultural con otros maestros, en el terreno de la ilustración, reconoces?
Con todos. Desde los grandes clásicos como Velázquez, con el que aprendí de pequeño paseando con mis padres por el Museo del Prado, hasta los que citas, en los que me reconozco en los años iniciales de mi carrera, los años 80.
En el perfil biográfico de tu página web podemos leer que la técnica que utilizas siempre es el acrílico, y siempre sobre caballete, lo que te permite cambiar de una ilustración a una pintura sin dificultad, sólo cambiando de soporte. Pero para ti, ¿qué es más importante la idea o la técnica?
La idea es más importante. Una mala idea no la salva una buena realización.
¿Podrías contarnos la última vez que tuviste un arrebato? No te preocupes por revelárnoslo, piensa que en derecho el arrebato siempre es un atenuante (risas).
Mi último arrebato ha sido hacer vuestra portada.
También puedes consultar la entrevista y disfrutar su obra en el nº18 de Opticks Magazine
Publicación : 03 de agosto de 2015