Por Mª José Alés
Han muerto dos escritores comprometidos con su tiempo. De una manera total, lo que le costó la persecución y el exilio, el uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015). De un modo más intelectual, investigando sobre el ser humano y su manera de influir en la historia, el alemán Günter Grass (1927-2015).
Eduardo Galeano fue durante años el escritor de cabecera para un grupo de jóvenes que pretendíamos cambiar el mundo. Sus libros Las venas abiertas de América Latina, Memoria del fuego o El libro de los abrazos entre otros, iban pasando de mano en mano entre comentarios admirativos por su prosa que incluía los mensajes que ansiábamos oír, y reivindicativos porque nos empujaba a caminar hasta alcanzar la tan ansiada meta. Una meta que se demostró utópica. El mismo Galeano reconoció después que la utopía era inalcanzable, aunque nos intentase consolar diciendo aquello de que servía para que caminásemos.
A Günter Grass también se le ha reconocido en vida su valía. Coloso de las letras, recibió el Premio Nobel de Literatura y el Príncipe de Asturias. Profundizó en el alma de su pueblo sin esconderse nunca. Buscó razones sin poner excusas y se mostró como era en realidad desde el principio; recordemos su polémico libro Pelando la cebolla que tanta polvareda levantó entre determinados censores del pasado. Yo me quedó con lo que sentí al leer El tambor de hojalata o en los relatos de Mi siglo, por citar algunas de sus obras. Todo lo que acontece, aconteció y hasta acontecerá tiene una explicación y resulta más claro si te ayuda a comprenderlo un genio.
Publicación : 15 de abril de 2015