Dando cuerda a toda una generación
Por Víctor David López
La guitarra cambió su vida y el activó la vida de muchos otros. Francisco Nixon dejó Gijón hace casi una década y en Madrid continúa su trabajo artesanal en el pop nacional. En 2014 ha publicado You kill me (Marxophone, 2014), el fugaz regreso de Australian Blonde, y ha preparado su nuevo disco en solitario que saldrá a la venta a mediados de 2015, titulado provisionalmente No me puedo creer que seáis mis amigos y que seguirá publicando con la discográfica Siesta.
¿Recuerdas cuál fue tu primer contacto con las cuerdas de una guitarra?
En casa mi hermano tenía una guitarra española bastante hecha polvo. No tengo muchas fotos mías de pequeño, pero de bebé hay una, creo que es con un año recién cumplido, en la que aparece mi hermano sujetándome y yo con la guitarra, aunque no aprendí a tocar hasta bien mayor.
¿Y cuándo y cómo aprendiste? ¿Cómo te entra la pasión por las cuerdas?
Pues cómo llega la pasión no lo sé. A mí me gustaba escuchar música en la radio, las radiofórmulas de la época eran muy variadas, tan pronto encontrabas a Mari Trini como a Donna Summer, y también había radios locales que le daban mucha variedad a la cosa. No sé por qué razón le pido a mi madre que me compre una guitarra eléctrica. Por aquel entonces eran muy caras y mi familia no tenía dinero de sobra para gastar así en caprichos. Mi madre accede a comprármela con la condición de que me apunte a clases de guitarra. Y fui bastante constante con eso, estuve desde 2º de B.U.P. hasta C.O.U., y ya en C.O.U. lío a un par de amigos para montar un grupo, porque lo de tener una guitarra y no tener con quién tocar es un rollo. Roberto (Nicieza) se compró una batería y Tito (Valdés) se compró un bajo, y además tenía un garaje donde podíamos ensayar, que también me interesaba mucho.
En aquellas clases de guitarra comenzó todo, ¿cómo eran?
Eran como en una especie de universidad popular que había en Gijón, eran clases particulares pero no individualizadas, estábamos cinco o seis en clase. Una vez a la semana, los sábados por la mañana. El profesor que teníamos era muy bueno y las clases eran bastante entretenidas.
El Gijón de aquella época era un hervidero. Hay gente que se pregunta si realmente existió la Movida Madrileña, pero, ¿existió el Xixón Sound?
Existe desde el momento en que se le nombra. Como las generaciones literarias. ¿Por qué la del 98 y no las del 48, o la del 53? Alguien habría escribiendo durante aquellos años… Son cosas que tienen mucho de operación comercial, es empaquetar algo y venderlo. A lo mejor la Movida Madrileña no existe tal y como se ha vendido, pero sí que hubo muchos grupos haciendo cosas. Y en Gijón sucedió lo mismo, quizá no era el Seattle Español tal y como se vendió, pero sí que había mucha gente haciendo cosas. Cosas que las discográficas y el público estaban buscando. Estaba llegando Nirvana, llegaba todo el Brit Pop. Hubo un cambio de paradigma, la gente joven se identificaba con esa escena. Tenía un gran componente generacional. Aunque en mi caso no había rechazo a lo anterior, soy fan de los grupos de los ochenta y lo sigo siendo, pero había una ruptura en el idioma y en el sonido.
Poco tiempo después de ese C.O.U. y esas clases, las cuerdas de tu guitarra marcaban el ritmo a toda una generación.
Sí, ese fue el eslogan. El típico caso de estar en el lugar adecuado en el momento preciso.
Se juntó el anuncio de Pepsi con la banda sonora de Historias del Kronen.
Tuvimos un apoyo que quizás otras banda son tuvieron. Fuimos finalistas del concurso de maquetas de la revista Rockdelux y de la Sala Maravillas, y eso hizo que el sello Subterfuge se fijara en nosotros. Subterfuge empezaba a moverse por aquel entonces en terrenos por los que hasta ese momento los grupos independientes no se habían movido: la publicidad, el cine, el grupo Prisa. Se crean suplementos para hablar de esa música.
¿En ese momento se siente vértigo? ¿Miedo?
Sí, te sientes un poco arrastrado por los acontecimientos. Australian Blonde no era un grupo para tener ese éxito, y esto lo digo viéndolo en retrospectiva, en aquel momento no pensábamos así. Era un grupo que estaba todavía en formación, estaba por hacerse. Y de repente hubo una exposición mediática brutal, con una canción que fue un hit (Chup chup, del disco Pizza Pop, editado por Subterfuge en 1993), y no estábamos preparados. Nosotros estábamos en Gijón en un garaje, no sabíamos nada de la industria, ni de los medios, ni de la vida, ni de nada. Pagamos la novatada y tomamos decisiones que no fueron acertadas. La decisión de entrar en la película creo que sí fue acertada, pero la de hacer el anuncio creo que fue una decisión equivocada, aunque en el momento nos hizo todavía más populares y nos permitió hacer todavía más galas de verano y ganar dinero. Fue una decisión que nuestro público de base no entendió, provocó mucho rechazo y yo creo que con razón. Cuando empezamos a hacer discos más consistentes, el público ya había perdido el interés, en parte por esa sobreexposición.
¿Tras la disolución de Australian Blonde volvió la pasión por tocar la guitarra?
Volvió la ilusión por salir por ahí el fin de semana a tocar, con Sergio Algora y La Costa Brava. Además, tanto Sergio como yo ya veníamos de una experiencia de haber estado en una gran compañía con anteriores grupos (El Niño Gusano, en el caso de Algora), de haber fracasado, y esta segunda vez ya nos lo tomamos de otra manera. Todo lo bueno que nos pasaba lo veíamos como un regalo. Yo grababa las canciones en Gijón y me iba con las cintas a Zaragoza para acabarlas con él. Lo recuerdo como una época muy divertida.
Pero tus cuerdas pegaron pronto otro cambio de rumbo.
Llega un momento en el que veo que en La Costa Brava nos lo pasábamos muy bien pero no veíamos nunca un duro. Todo lo que ganábamos se iba en grabar los discos, organizar los conciertos, pagar los equipos. Entonces comienzo a pensar en un proyecto individual porque necesito meter dinero en casa, yo en aquel momento vivía exclusivamente de la música.
Entiendo que ahora no.
No, ahora ya no. Aquella presión me hizo crear un proyecto con el que salir a tocar fuera más fácil, sin tener que mover tantos instrumentos, pagar tantas dietas, para poder tocar en otro tipo de locales. Agarré la guitarra y empezamos con esas cosas de hacer conciertos a domicilio, de sacar dinero de cualquier sitio. Y aquí hay una idea que también quiero dejar clara, no te das cuenta de lo importante que es la industria hasta que ves lo complejo que es fabricarte tus propios canales para llevar tu música de un lado a otro, te quita mucho tiempo, acabas siendo más un gestor que un músico.
¿Y cuál es la diferencia de subirse a un escenario cuando vives de eso y subirse cuando tienes además otra fuente de ingresos?
Bueno, ahora duermo mejor.
¿Pero te gustaría volver a vivir en algún momento cien por cien de la música?
Si pudiera conseguir los ingresos que tengo ahora con mi otro trabajo, me encantaría volver a vivir de la música. Bueno, tendría que cobrar más de lo que sobro ahora, porque hay una cosa que ha cambiado, salir a tocar por ahí sigue divirtiendo pero ya no tengo veinte años, tengo más de cuarenta, físicamente no aguantas tanto viaje, el cuerpo no te aguanta tanta juerga, te planteas las cosas de otra manera.
Ahora Francisco Nixon eres tú y tu guitarra, sin trampa ni cartón. Las cuerdas vuelven a ser tan vitales como al principio.
Es verdad que defender un concierto tú solo intimida más. Ahora toco de otra manera, antes con Australian Blonde era más guitarrazo, ruido, y ahora es más matizado, hay diferentes intensidades, más rollo folk-rock.
¿Sigues estudiando guitarra?
Sí, y de hecho voy a volver a apuntarme a clases, para aprender un poco más, me interesa aprender más teoría musical y poder componer cosas más complejas. Hay dos maneras de envejecer en la música: o quedarse estancado o poder ofrecer cosas diferentes, que la gente que te sigue, la que ha empezado contigo -porque no creo que pueda captar público nuevo- vea interesante seguirte. Que piensen, bueno, Nixon va a sacar otro disco, a ver qué nos ofrece esta vez.
Me sorprende eso de que creas que no puedes captar público nuevo.
Lo veo complicado. Cada generación tiene su público, y para chavales de veinte años tiene que haber grupos de veinte años, que hablen como ellos y digan lo que les interesa. Yo no me veo hablando a un chaval de veinte años.
Puedes leer la entrevista en el nº 17 de Opticks Magazine “Cuerdas”
Publicación : 30 de marzo de 2015