EL RÍO QUE NOS LLEVA

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1956
Hay libros que requieren dos lecturas, si la primera fue demasiado rápida, para captar lo que el escritor pretende comunicar a través de sus páginas. Esto es lo que sucede con El río que nos lleva, una obra de José Luis Sampedro publicada en 1961.
El argumento de El río que nos lleva gira en torno al trabajo de los gancheros, hombres encargados de arrastrar los troncos de los árboles a través de los ríos hacia las tierras bajas, en las que será transformada y aprovechada su madera. Aquí el río es el Tajo y el escenario del relato el territorio que se extiende desde el norte montañoso de Guadalajara hasta Aranjuez en la provincia de Madrid.
El río que nos lleva está dividido en tres partes: Kan, Tchan y Li, siguiendo la terminología (exagramas) del Libro de la Mutaciones o I Ching, tratado filosófico ético utilizado también como oráculo que fue escrito en China alrededor del año 1200 a. C. Estas tres partes, José Luis Sampedrolas hace coincidir con el invierno, la primavera y el verano.
Simplificando mucho, podemos decir que, según El libro de las Mutaciones, el universo está en perpetuo cambio o mutación y las personas debemos aprovechar los cambios para crecer interiormente; por lo cual es importante que nos conozcamos a nosotros mismos.
El cambio en el libro lo representa el río, embravecido o manso, según el trecho o las circunstancias. Los hombres que se mueven junto a él, realizando un trabajo que se extinguirá en poco tiempo son, de alguna manera, arquetípicos y a todos se les ofrece la oportunidad de elegir el camino que les hará conservar su dignidad y realizarse plenamente como seres humanos.
El lenguaje utilizado por el autor para describir los paisajes del entorno del río es de una gran belleza, gusta paladearlo. He leído que José Luis Sampedro, cuando pensó escribir esta historia, viajó a los lugares que planeaba apareciesen en ella. Así que, además de la belleza de las imágenes, encontramos palabras de la zona y otras que ya no se utilizan relacionadas con los trabajos del campo, alimentos, costumbres: botarga, colodra, moñuda, zurra, alquitara…
Los protagonistas principales del relato son Francisco, al que llaman el Americano, que es el capataz de los gancheros; Roy Shannon, un irlandés que regresa tras haber participado en la 2ª Guerra Mundial y se une a ellos y Paula, “la mujer envuelta en sombras” que les acompaña, claro exponente de lo femenino.
El largo viaje a través del río sirve al autor para mostrarnos cómo era la vida en los pueblos durante aquel tiempo: las diferencias sociales representadas por el cacique dueño de vidas y haciendas, el analfabetismo, la dureza del trabajo, las fiestas y el importante papel de la religión de cuyos representantes presenta Sampedro dos versiones del todo antagónicas.
Quizá estas últimas cuestiones provocaron que la censura impidiera a Luis García Berlangarodar la película que proyectaba hacer, basándose en el libro, en 1962; algo que sí pudo llevar a cabo Antonio del Real en 1989.
Termino el comentario con algunas frases que, a propósito del destino y la dignidad humana, dirige a Shannon don Pedro, un caballero que aparece en la última parte de El río que nos lleva. Las frases elegidas creo reflejan en parte el modo de pensar y sentir de José Luis Sampedro: “Se vive con dignidad cuando se vive con autenticidad”, “¡Libertad! He ahí la posibilidad única de ser auténtico, de cumplirse, de realizarse”, “¡El hombre, el hombre! ¡Ésa es mi esperanza!”

 

 

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