TANTA GENTE SOLA

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El día 1 de noviembre, festividad católica de Todos los Santos, visito el cementerio, que alberga ya una buena parte de mi historia, y me detengo unos momentos ante las tumbas de los que fueron importantes en ella: mi abuela, mis padres, mi amigo Manolo…
Dejando a un lado las referencias familiares, que no vienen a cuento, considerando el libro que hoy me ocupa y las fechas que son, voy a hablar de Manolo.
Y es que, hasta que coincidimos en el mismo colegio y supe de su afición a los libros, yo había sido una lectora solitaria que solía leer, sin orden ni concierto, en cualquiera de los campos de la literatura: novela, poesía, teatro o ensayo, aquello que le iba mejor a mi estado de ánimo o recomendaban los periódicos en los suplementos culturales.
Compartiendo conmigo sus lecturas, Manolo consiguió dirigir mi atención hacia los libros que él creía mejores, en general bastante pesimistas.
Hablo de libros y no de autores. Ambos pensábamos que, en ocasiones, los más respetados escriben obras que podíamos calificar de poco dignas.
Uno de los primeros libros que Manolo me recomendó era de Vila-Matas. Investigando  la trayectoria de este autor, descubrí el término metaliteratura. Es decir, algo así como literatura dentro de la literatura. Descubrí también que a Vila-Matasno le gustaba nada dicho término y afirmaba que la literatura podía ser simplemente buena o mala.
Lo anterior viene a cuento porque, de los nueve relatos que contiene Tanta gente sola, libro de Juan Bonilla que hoy traigo a Opticks en recuerdo de mi amigo Manolo, uno de ellos, en concreto el sexto, tiene por nombre Metaliteratura y se refiere a un cuento de Borges que el protagonista de la historia pretende convertir en realidad.
Pero no sólo este sexto relato nos presenta literatura dentro de la literatura, el último del libro, titulado El lector de Perec, gira en torno a Je me souviens, obra de Georges Perec compuesta por cuatrocientas ochenta anotaciones que comienzan todas con las tres palabras del título (Yo me acuerdo).
En el caso de Tanta gente sola, viene bien la opinión de Vila-Matas. Se trata de un excelente conjunto de relatos, en apariencia diferentes porque los protagonistas tienen distintas edades y vivencias, que Juan Bonilla engarza con gran habilidad utilizando como nexo de unión al poeta, que aparece en el primero, en el cuarto y en el séptimo, unificándolos todos en el noveno y último.
Tanta gente sola del escritor andaluz Juan Bonilla es uno de esos libros capaces de complacer a los lectores más exigentes. Está escrito con un cuidado minucioso que apreciamos en las situaciones que plantea y en la elección de un lenguaje adecuado en cada momento al personaje protagonista y a sus especiales circunstancias.
Un lenguaje que varía según las diferentes soledades y logra que al lector le apetezca volver a leer determinadas páginas por la precisión analítica del texto o la belleza de lo expresado.

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