He leído tres libros de Fernando Aramburu, Los peces de la amargura, Viaje con Clara por Alemania y el tercero, del que hablaré a continuación, Ávidas Pretensiones.
Lo sorprendente es que, tratándose de libros muy distintos, el autor se ha entregado a cada uno de ellos por entero y eso se nota en la maestría con la que están escritos.
Esa entrega, esa honradez intelectual resulta comprensible en Los peces de la amargura, colección de historias que tienen como protagonistas a personas del País Vasco afectadas de un modo u otro por el terrorismo de ETA. Habiendo nacido en San Sebastián, aunque resida en Alemania desde 1985, Fernando Aramburu conoce bien la enfermedad que aqueja a la sociedad vasca. Por esa razón, las historias contenidas en Los peces de la amargura son tan reales, están tan bien contadas, que deberían ser de lectura obligatoria en todos los institutos de España para atajar radicalismos y calibrar consecuencias.
Viaje con Clara por Alemania no es un libro de viajes al uso, en él se mezclan la descripción de ciudades y paisajes de ese país con las peripecias, muchas veces divertidas, vividas por los protagonistas mientras recorren el territorio alemán y la ternura que preside las relaciones entre Clara y su marido español. En Viaje con Clara por Alemania Fernando Aramburu echa por tierra viejos estereotipos y logra que el lector se sienta un poco más ciudadano del mundo.
Ávidas pretensiones no tiene nada que ver con los anteriores. La historia que nos cuenta el autor en tercera persona se centra en las, podríamos llamar “aventuras”, de un grupo de poetas y poetisas en el transcurso de las Terceras Jornadas Poéticas de Morilla del Pinar, que tienen lugar en la hospedería alquilada para tal fin que regentan las Hermanas Siervas de las Sagradas Espinas de Jesús (las espinosas).
Las relaciones entre los veintiocho poetas inscritos en las jornadas, hombres y mujeres, se apartan bastante de lo que predican las monjas. Hay sexo entre mujeres, entre hombres y entre hombres y mujeres. Hay drogas, borracheras, accidentes, peleas, equívocos, venganzas, celos, envidias y todo lo que podamos imaginar dentro de un grupo humano caracterizado por su enorme ego.
Afirma Fernando Aramburu que, siendo él poeta, no pretendía criticar al gremio, ¡pues anda que si lo pretende! Lo que sucede es que, al ser el tono general humorístico, en ocasiones no puedes evitar la carcajada, la parodia no parece tan cruel. Pero la verdad es que sólo se salva en parte el organizador de las Jornadas, el vasco Lopetegui o Lope a secas. El resto del “rebaño lirico” resulta penoso, aunque el excéntrico y disparatado modo de actuar de algunos de los participantes responda a auténticas tragedias.
Lo extraordinario de Ávidas pretensiones, dejando a un lado la originalidad del relato en sí, radica en la forma cómo está construido. Construcción que demuestra que Fernando Aramburu se inició en la poesía y conoce a la perfección las técnicas utilizadas en la misma. Ese dominio del lenguaje y su estructuración que vemos, por ejemplo, en los parlamentos de Lope a la cuadrilla, unido, como he dicho antes, a la originalidad del tema tratado, ha contribuido a que Ávidas pretensiones reciba el Premio Biblioteca Breve 2014 que otorga la Editorial Seix Barral.